El árbitro puede ser injusto una vez, incluso dos si quieren y tres si se lo permitimos durante una temporada, pero las injusticias repetidas de forma continua durante 30 años, y me quedo corto, deberían llevarnos a salir a la calle todos los días para luchar contra una injusticia que es eterna: la de la ruina a la que han llevado al Tajo. Viendo que lo que era un río más bien parece una charca infecta pero que los hay que prefieren ser ciegos antes que dar su brazo a torcer… Pues es lo que tenemos.
Los embalses de Entrepeñas y Buendía son un chiste, pero no nos provocan la risa. Todo lo contrario, nos lleva al llanto ver cual hilillo de agua recorre sus panzas, agrietadas porque tienen sed y encima les esquilman hasta el cieno, que es lo único de lo que disponen para engañar al estómago.
Nos movemos durante los últimos tiempos en la crítica barrera o línea roja de que entre ambos pantanos apenas subsisten con 400 hectómetros cúbicos de agua, entre el 13 y el 17 por 100 de sus capacidades dependiendo de la semana que hagan las mediciones. Pero da igual, porque ya puede alzar la voz quien lo haga que cada gota de agua que cae, que cada vez es menor por cierto, ya sabemos que su destinatario es el Segura.
No voy a ser yo quien niegue el pan y la sal. Y mucho menos el agua. Pero para ceder hay que tener. No se puede desvestir un santo para vestir a otro. No puede ser que haya pueblos al pie de los pantanos a cuyos habitantes ya estén pensando abastecer el próximo verano con agua de cisternas.
¡Ay si Berlanga hubiera pillado esto a tiempo!
También hay cómplices que prefieren callar por aquello de que la política al final no pone a cada uno en su sitio. Políticos que prefieren dar argumentos peregrinos con tal de justificar algo que saben que nos lleva al desastre solo porque la decisión es de alguien de su propio partido.
Acuérdense de cuando el Tajo era un río y Entrepeñas y Buendía embalsaban agua…
@CesardelRioPolo
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