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07/04/2016junio 7th, 2017
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Sí, ¿quién miente? Y si no hay mentiras de por medio, ¿me puede alguien explicar la razón por la que cada encuesta publicada dice una cosa distinta en la mayoría de los campos por lo que se pregunta?

Por citar solo los últimos ejemplos que he leído, referiré que «El País» publicaba el último domingo una encuesta de Metroscopia según la cual el pacto favorito de los españoles es el de un Gobierno de PSOE y Ciudadanos con la abstención de Podemos y/u otros partidos. Esa fórmula no solo es respaldada por la mayoría, sino que arroja lo que se llama un saldo positivo de +11; es decir, que el número de ciudadanos que apoyan esta vía es un 11 por 100 mayor que el que la rechaza. 


La segunda opción preferida en el resultado de Metroscopia es un Gobierno de PSOE, Podemos e IU con la abstención de Ciudadanos y/u otros partidos, aunque aquí el saldo positivo baja a +4. Finalmente, una coalición o pacto de gobierno que sumara a PP, PSOE, Ciudadanos y Podemos tiene un saldo negativo del 30 por 100, porque la respaldan un 33 por 100 del electorado y la rehúsan el 63.

Pues bien, solo un día antes, el pasado sábado, Kiko Llaneras para «El Español» llega a conclusiones muy diferentes. La primera es que ningún pacto o coalición de Gobierno tiene saldos positivos; es decir, que cualquier camino que se tome tiene más rechazo que apoyo en el electorado. En ese escenario, la opción de un Gobierno de PP, con apoyo de PSOE y Ciudadanos es la que suscita más síes, un 22 por 100 y menos noes, un 58,9. En segundo lugar estaría la fórmula PSOE, Podemos, IU y nacionalista, que solo gozaría con un 16 por 100 de respaldo entre los españoles y un 61 por 100 de rechazo. Un panorama desolador, “una situación diabólica”, como explica el propio Llaneras.

El lunes, Sigma Dos para «El Mundo» concluye que el pacto favorito de los esapañoles es el de PP, PSOE y CS, un 26, 2 por 100, seguido de la alizanza PSOE y Podemos, con algo más de un 20.

El primero de los sondeos que he citado se realizó entre el 28 y 30 de marzo, el segundo del 23 al 30 de marzo y el tercero del 28 al 31. ¿Están ahí las diferentes conclusiones? ¿Mienten los ciudadanos según el día? ¿Mienten los que llaman por teléfono? ¿Mienten los sociólogos cuando cocinan los resultados? O, como insinúa Llaneras, ¿esto va a ser cosa del diablo?

Quiero creer que nadie miente. Y también que el diablo está más entretenido con las almas que con el futuro Gobierno de España. Quiero creer que lo que ocurre es que en este tiempo incierto, convulso y de estados de ánimo cambiantes, tan pendientes todos de la televisión para hacernos una idea de lo que pasa y más interesados por el show que por los análisis, es muy complicado interpretar lo que los ciudadanos dicen y, sobre todo, lo que callan. Vamos, que nadie está libre de duda, ni de culpa.

El multipartidismo ha llegado sin libro de instrucciones y las mismas dudas que asaltan a los dirigentes políticos para afrontar el nuevo tiempo, las padecen los ciudadanos para contestar o respaldar las diferentes vías de escape del bloqueo político. No son menos ajenos a estas dificultades los encuestadores a la hora de cocinar las nuevas respuestas a las viejas preguntas.

Claro que también hay cosas en las que todas las encuestas están de acuerdo, que es en que la inmensa mayoría de los españoles no quiere que se repitan a las elecciones y que están más que hartos de los políticos y de que los partidos y sus dirigentes antepongan sus intereses a los del país, aún a riesgo de perjudicar todavía más a la maltrecha España. Desde luego, para llegar a esta conclusión no hace falta encargar encuestas, basta escuchar cualquier conversación en cualquier lugar cualquier día.

También están de acuerdo las encuestas en que si se repitieran elecciones, PP y PSOE se mantienen con un ligero retroceso en sus posiciones, Ciudadanos sube de manera importante y Podemos retrocede prácticamente en la misma medida. Claro que eso mismo decían las encuestas pocos días antes del 20 de diciembre de 2015 y fallaron estrepitosamente en el tercero y el cuarto.

No digo yo que no sean necesarias y útiles las encuestas, pero da la impresión de que en alguna o varias partes del proceso o se miente o no se escucha bien. O quizás es cosa del diablo.

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