sábado, 23 de noviembre de 2024
Memoria histórica 09/04/2016junio 7th, 2017

Uno de los cuerpos hallados y exhumados en Valdenocera.

El próximo sábado, 16 de abril, la Asociación de Familias de Represaliados en Valdenoceda (Burgos) entregará a sus familias los restos exhumados e identificados de 10 represaliados en aquel penal, seis de ellos castellanomanchegos, que murieron de hambre y frío y fueron enterrados en una parcela de Instituciones Penitenciarias. Con estas 10 entregas, la asociación ha conseguido realizar un total de 61 identificaciones desde el año 2010.


Los restos identificados de los fallecidos castellanomanchegos corresponden a los de Juan Pedro Aliaga Sánchez Rey, natural y vecino de Argamasilla de Alba (Ciudad Real), muerto el 18 de mayo de 1941; Dimas Almendros García, de Corral de Almaguer (Toledo), que residía en Piedrabuena (Ciudad Real) y murió el 24 de octubre de 1941; Eloy Sánchez Martínez, natural de Masegoso (Albacete), que vivía en Socuéllamos (Ciudad Real) y murió el 8 de abril de 1941; José Estero Navarro, natural de Villanueva de la Fuente (Ciudad Real) y vecino de Socuéllamos, falleció el 5 de abril de 1941; Modesto Flores Jiménez, natural y vecino de Daimiel (Ciudad Real), murió el 31 de marzo de 1941; y Valentín Villanueva García, natural y vecino de Villarrubia de los Ojos (Ciudad Real), murió el 18 de febrero de 1943.

La prisión central de Valdenoceda era una antigua fábrica de sedas que abrió como penal a finales de 1938. Desde ese momento, comenzaron a ingresar en el penal habitantes de la zona, apresados durante la represión en Burgos. Desde el final de la Guerra Civil, fueron trasladados al penal presos de toda España, especialmente de las provincias de Ciudad Real, Jaén y Madrid, aunque había también vascos, valencianos, catalanes, extremeños y murcianos.

La Asociación de Familias de Represaliados en Valdenoceda explica en nota de prensa que, desde el comienzo, las condiciones de vida de la prisión fueron muy duras. «Muchísimo frío (es habitual en la comarca superar los 15 grados bajo en las noches de invierno), sin calefacción, en un edificio plagado de chinches y sin comida. Todos los presos supervivientes siempre han recordado el hambre que pasaban. En el pueblo siempre se decía que en Valdenoceda no se disparó ni un tiro, simplemente dejaban morir a los presos».

Desde finales de 1938 hasta septiembre de 1943, fecha en que cerró la prisión, «tenemos constancia de la muerte en el penal de 154 presos». Los muertos eran enterrados por sus propios compañeros en una parcela propiedad de Instituciones Penitenciarias, hasta donde eran escoltados por los vigilantes de la prisión. Allí, los compañeros enterraban uno a uno a los fallecidos.

Desde este colectivo se señala que en los años 80, «sin previo aviso», la Iglesia se hizo con la propiedad de ese solar de Instituciones Penitenciarias y decidió ampliar el cementerio parroquial. Comenzó a enterrar a los habitantes fallecidos en la localidad encima de los restos de los presos. «Éste fue el detonante de una primera reunión de familias descendientes de represaliados. Esta reunión hizo posible que, poco a poco, fuésemos localizando nuevas familias, hasta conseguir en 2003 un colectivo de 35 familias descendientes, que dieron forma a la Agrupación de Familiares y Amigos de Represaliados en el Penal de Valdenoceda, constituida formalmente en 2005». La agrupación solicitó en 2006 una primera subvención y consiguió exhumar en 2007 un total de 116 restos. En 2009 solicitó una segunda subvención para identificar los restos de los represaliados. Eso, y la implicación directa económica de muchos amigos, simpatizantes y familias, han hecho posible identificar hasta hoy a 61 de ellos.

La agrupación se ha constituido desde hace un mes en asociación de familias, para tratar de conseguir cuotas y financiar las futuras identificaciones y la posible exhumación, «ya que creemos que quedan varias decenas de cuerpos por exhumar».

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