Son muchos días los que llevan pedaleando los componentes de Biciaventura Solidaria, de ahí que el cansando y agotamiento, unidos a las condiciones del viaje, empiecen a hacer mella. Han llegado a Gulabad (Pakistán) después de 94 kilómetros recorridos desde Kattaqorghan (Uzbekistán).
«Realmente hoy tenemos pocas energías para pedalear; el equipo comienza a estar cansado y el aguacero de ayer, más las tres horas de espera con la ropa mojada han hecho mella. Se van acumulando los kilómetros, la falta de descanso, de higiene y, sobre todo, la deficiente alimentación que llevamos», cuenta Antonio Henales, uno de los participantes de este proyecto.
«Vamos por una carretera secundaria, por nuestro sitio, por el interior del país y viendo la vida real. Los domingos es cuando se celebran los mercados y la vida es bulliciosa, la gente del campo va a vender el poco género que le queda del invierno, para poder con ello comprar los bienes que necesitan para poder subsistir. Eso sí los hombres a tomar vodka como si se fuera a acabar el mundo, continuamente se nos acercan personajes totalmente bebidos hablándonos en uzbeko o en ruso, con unas borracheras poderosas», añade.
Descansarán en Gulabad para reponer energías y dirigirse a Sharisabz (Uzbekistán), a otra mítica ciudad de un país «con una gran historia y un presente desolador».
Los componentes de Biciaventura Solidaria continúan en su periplo de recorrer en bicicleta y con la mayor austeridad posible las ciudades de la Ruta de la Seda y destinar el dinero recaudado a través de los patrocinadores a ayudar a los que más lo necesitan. En total recorrerán más de 2.000 kilómetros para finalmente llegar a Dusambé, capital de Tayikistán, donde está previsto construir con los fondos recaudados un hogar escuela que de acogida a niños de la calle.