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Juicio en la Audiencia Provincial de Toledo 25/04/2016junio 7th, 2017

Los dos imputados por el asesinato del cazador de Belvís de la Jara (Toledo) -que en febrero de 2014 apareció muerto de un disparo en la finca llamada «Los baños», en Aldeanueva de Barbarroya (Toledo)- se han declarado inocentes de este delito, acusándose mutuamente de la autoría material y de desconocer las intenciones del otro.

Rufino G.G. a su llegada a la Audiencia Provincial de Toledo.


Los hechos que se juzgan desde hoy con jurado popular en la Audiencia Provincial de Toledo tuvieron lugar el 30 de septiembre de 2013 cuando, según el relato del fiscal y de la acusación particular, Rufino G.G. y Flores A.G. -primos hermanos- llevaron de caza a la víctima, Antonio F. M., con la intención premeditada de acabar con su vida para robarle. Los tres quedaron a las 18:00 horas en la casa rural de Aldeanueva y se marcharon hacia la finca en el coche de Rufino. Una vez en este paraje, los abogados sostienen que Rufino disparó por la espalda a Antonio, falleciendo éste en el acto. Posteriormente, le quitaron la ropa, le metieron en un saco de dormir y le enterraron a tan solo unos metros para, a continuación, esconder bajo tierra el rifle del fallecido y sus enseres. A las dos horas los imputados regresaron a su vivienda de Talavera, llevándose con ellos el visor y los prismáticos de Antonio, así como la pistola con la que cometieron el disparo, que fue escondida en una casa derruida a 15 metros del domicilio. Después de meses de búsqueda, el cadáver fue hallado el 14 de febrero de 2014 tras la detención de los dos y gracias a la confesión que hizo Flores a la Guardia Civil.

El primero en intervenir en el juicio oral ha sido Rufino, quien solo ha contestado a las preguntas de su abogada. Ha manifestado que fue Flores quien, para su sopresa, disparó a Antonio. Mantiene que tenía una buena relación con Antonio y que ese día le había invitado a cazar en su finca. Cuando sucedieron los hechos -añade- él caminaba delante con Antonio y Flores iba detrás. «Sentí un disparo y vi cómo caía desplomado. Le dije a Flores que si se había vuelto loco, que si se había drogado». Afirma que le instó a que llamase a la Guardia Civil pero «me dijo que no y que le teníamos que enterrar».

Según su relato de los hechos, ayudó a Flores a enterrarlo: «le quité la ropa para ver dónde tenía el tiro» y «le metí en un saco de dormir para que no acabara con tierra en los ojos, como un perro». A continuación «Flores hizo la fosa porque yo tengo 67 años, me han dado dos infartos, y no puedo hacer esfuerzos». También ha indicado que él se fue a esperar a Flores a la vía verde mientras éste último escondía las pertenencias de Antonio. Según Rufino, el motivo que movió a Flores a actuar así fue la deuda de unos 3.000 euros que Gabriela, una prostituta con la que Rufino mantenía una relación en aquel momento, tenía con Antonio. «Ella engañó a Flores para que lo hiciera«.

Por su parte, el otro acusado -que, junto a Gabriela y la madre de ésta, vivía en ese momento en casa de Rufino por encontrarse sin recursos económicos- ha declarado que sólo conocía a Antonio de dos encuentros anteriores y que fue Rufino quien le disparó por detrás. Cuenta que él caminaba por delante de ambos y que escuchó un disparo. Entonces vio a Antonio tirado en el suelo y con un charco de sangre. «Me quedé paralizado y tuve mucho miedo de que a mí me ocurriese lo mismo». Afirma que Rufino empezó a quitarle la ropa y que con su ayuda le enterraron en una fosa que ambos habían cavado una semana antes en ese lugar. «Yo pensaba que era para matar otra cosa». «Luego volvimos a Talavera, merendamos en casa y nos fuimos a tomar unas cañas porque, según Rufino, necesitábamos una coartada». Ante el tribunal ha testificado que «no lo denuncié porque tenía miedo a sus represalias». Sobre el móvil del asesinato, Flores -quien ha llegado a interrumpir la declaración de su primo con expresiones como «no digas mentiras»- ha dicho que lo desconoce, que desconocía el préstamo de dinero que había hecho Antonio a Gabriela y que «Rufino no me dio ninguna razón».

El Ministerio Fiscal y la acusación particular sostienen que Rufino y Flores habían ideado un plan para matar a Antonio con la intención de robarle sus efectos de caza. Señalan a ambos autores materiales y que hubo alevosía. El primero pide para Rufino 20 años de cárcel por asesinato, cinco por robo con violencia y dos por tenencia ilícita de armas; y para Flores 17 años de prisión por asesinato, cinco por robo con violencia y dos por tenencia ilícita de armas. Durante el juicio, ha ahondado en las cuatro versiones diferentes que ha aportado Rufino. Así, «en un primer momento dijo que habían dejado a Antonio en la finca cazando porque le iba a recoger más tarde un amigo; después que el rifle se había disparado sin querer; a continuación que Flores había matado a Antonio de un disparo; y por último que Gabriela tenía una deuda con Antonio y que había engatusado a Flores para que le matase».

Por su parte, el abogado de la familia de la víctima equipara las penas y solicita 20 años por asesinato, cinco por robo con violencia y tres por tenencia ilícita de armas. Las defensas han solicitado la libre absolución.

«NOTÉ A RUFINO MUY NERVIOSO; ME DIO UNA IMPRESIÓN MUY MALA»

En la sesión de la mañana también han declarado María Pilar, esposa de Antonio, y María Isabel, con quien éste mantenía una relación extramatrimonial. Han explicado que la víctima había trabajado en Bankia y que había recibido una indemnización de la empresa tras quedarse en paro en mayo de 2013. Han expresado que tenían constancia de una única ocasión en la que éste, y ante notario, había dejado dinero a una tercera persona. 

María Isabel -compañera sentimental del fallecido desde el año 2005- ha relatado cómo sospechó que algo le había ocurrido y cómo iniciaron la búsqueda. Afirma que el 1 de octubre seguía sin tener noticias de Antonio y que averiguó que el día anterior se había ido a cazar con Rufino y Flores. Cuando consiguió el teléfono del primero y pudo hablar con él «le noté muy nervioso», «balbuceaba» y «decía incoherencias; me dio una impresión muy mala». «Me dijo que Antonio había dejado su coche en la casa rural de Aldeanueva y pedí a Mario, el socio de Antonio, que fuese a ver si estaba allí». Fue entonces cuando llamó a la Guardia Civil y empezó a movilizar a amigos para iniciar la búsqueda. «La Guardia Civil me instó a que volviese a llamar a Rufino para que nos ayudasen porque él había estado con Antonio allí el día antes. Al principio se mostró reacio». Además, sostiene, «nos dieron indicaciones erróneas».

Flores A.G. a su llegada a la Audiencia Provincial de Toledo.

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