Gabriela H. ha declarado en el juicio con jurado que se celebra en Toledo que su expareja Rufino Sánchez, apodado «Conejo», le confesó que él había matado a Antonio González, el cazador de Belvís de la Jara, y que lo había hecho por ella, en una de las visitas que hizo para encontrarse con él en la cárcel.
En la vista que se ha iniciado en la Audiencia de Toledo, Gabriela ha asegurado que su expareja le explicó que había matado a Antonio González, ya que según ha apuntado, tenía grabado un vídeo con la víctima, cuyo contenido no ha explicitado, y que el cazador asesinado amenazaba con denunciarlo a la Guardia Civil.
Gabriela, que llegó a estar imputada en la causa aunque quedó en libertad al dictarse un auto de sobreseimiento, ha dicho que solo había visto a Antonio González en un par de ocasiones.
Según ha relatado, le había rogado a Rufino que intercediera ante Antonio González para que le diera 2.500 euros con el fin de poder recuperar varias piezas de oro que había empeñado, y que la víctima prestó el dinero a su expareja, que a su vez lo devolvió una vez que logró desempeñarlo.
Ha indicado que solo estuvo conviviendo con Rufino dos semanas en la casa que tenía en el Camino de los Caños de Talavera, aunque se conocían desde hacía dos o tres años y que el procesado era una persona muy posesiva, que la controlaba mucho, y que siempre estaba pendiente de ella, incluso yendo a buscarla a la whisquería en la que trabajaba cuando terminaba de hacerlo.
Gabriela H. ha declarado que no tuvo relaciones con el primo de Rufino Sánchez, Flores Alba, a pesar de que estuvo conviviendo con los dos el tiempo que estuvo en su casa.
Asimismo, ha negado que recibiera mensajes de Rufino después de la comisión del asesinato y de que ni éste, ni Flores Alba, también imputado no le había contado nada relativo a la muerte de Antonio González.
En la sesión vespertina del juicio han comparecido varios testigos propuestos por las acusaciones, entre ellos familiares y conocidos de Antonio González, que han coincidido en calificar a Rufino como una persona problemática, que era conocido en muchos pueblos de la zona por su actividad como cazador furtivo.
Los testigos han señalado que habían recomendado a Antonio González que tuviera cuidado al conocer que se relacionaba con Rufino Sánchez, al que han descrito como una «mala persona» y un hombre «peligroso», que «no era gente de bien».
En este sentido, tanto la hermana como el sobrino de la víctima como otros testigos que han comparecido en la vista han hecho hincapié en que Antonio González les había dado a conocer que Rufino Sánchez estaba insistiendo en pedirle que fuera a cazar con él y que esta insistencia le extrañaba.
Y han apuntado que el que llamaba insistentemente a Antonio para invitarlo a ir a cazar era Rufino, nunca Flores, que ha sido definido como una persona sumisa a la voluntad de su tío, al que siempre acompañaba.