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Juicio en la Audiencia Provincial de Toledo 26/04/2016junio 7th, 2017

Los agentes que han declarado esta mañana en el juicio por el asesinato del cazador de Belvís de la Jara (Toledo) han coincidido en el carácter violento y dominante de uno de los acusados, Rufino González, apodado «Conejo», y el temor y sumisión que sentía hacia él Flores Alba, el otro acusado.

Una decena de guardias civiles del puesto de Belvís de la Jara y de la Policía Judicial de Talavera y de Toledo han declarado esta mañana en la segunda sesión del juicio por el asesinato de Antonio Fernández, el cazador que fue asesinado el 30 de septiembre de 2013 y cuyo cadáver se encontró el 14 de febrero de 2014.


Estos agentes participaron tanto en la búsqueda inicial, cuando se creía que el cazador seguía vivo, como en el hallazgo de los zulos con las armas, el registro de la vivienda en la que residían los acusados y el levantamiento del cadáver una vez que Flores confesó donde estaba enterrado el cuerpo.

Un agente ha apuntado que al comienzo de la búsqueda, el 2 de octubre de 2013, Flores «casi empezó a llorar» y estuvo a punto de «derrumbarse» y colaborar con los agentes, pero cruzó su mirada con Rufino y cambio de actitud debido «al miedo que le tenía».

Este guardia civil, que precisamente se había incorporado a su destino como responsable del puesto de Belvís de la Jara el mismo 30 de septiembre en que fue asesinado el cazador, ha explicado que Rufino era «bastante temido» en la zona, porque era agresivo y amenazaba a los vecinos.

También ha precisado que las dimensiones de la fosa para enterrar el cazador, que habían preparado días antes del asesinato, eran «perfectas» para enterrar al cazador -un hombre corpulento de casi 1,90 metros de altura y algo más de 100 kilos de peso- y que quedara «mimetizada» en el terreno, de vegetación espesa y jara.

De hecho, ha admitido que mucho antes de encontrar el cadáver un agente había excavado justo encima de la tumba, pero lo dejó cuando quitó tierra y encontró piedra debajo.

Otro miembro de la Policía Judicial ha añadido que Rufino era «muy inteligente» y » muy metódico», y varios agentes han citado el carácter agresivo de «Conejo» y la sumisión de Flores, pero también han corroborado que ambos colaboraron en la preparación del foso que sirvió de tumba y en todos los pasos dados para ocultar pruebas y armas.

Ambos eran «uña y carne», según una agente, que ha apuntado que aunque Rufino fuera el autor del disparo (según el informe policial y la tesis del fiscal) Flores fue el «colaborador necesario» en el asesinato.

En la sesión de hoy se ha evidenciado, además, que la finca «Los Baños», de unas 500 hectáreas de superficie, era de «uso y disfrute» de «‘Conejo», según un testigo, y que incluso uno de los socios del coto dijo que seguía pagando la cuota por temor a Rufino aunque no iba a cazar.

Además, el magistrado que preside el juicio, Rafael Cancer, ha advertido al abogado de la acusación particular y le ha recordado que Gabriela, expareja de Rufino, no está imputada en la causa -lo estuvo en un momento pero su caso fue sobreseído- y, por tanto, no compete hacer preguntas a los testigos sobre su implicación.

El ministerio público pide 27 años de cárcel para Rufino González (de 67 años) y 24 para Flores Alba (de 53) por los delitos de asesinato, robo con violencia y tenencia ilícita de armas, en tanto la acusación particular iguala las penas y las eleva a 28 años de prisión, y las defensas piden la absolución de sus clientes.

HALLARON BALAS DEL CALIBRE 45 EN CASA DE RUFINO HACE UNOS AÑOS

Por otro lado, la Guardia Civil encontró hace unos años en la casa de Rufino González balas del calibre 45 como la utilizada para asesinar al cazador de Belvís de la Jara, Antonio Fernández, cuando se estaba investigando otro suceso.

Así lo ha indicado uno de los agentes que ha declarado hoy en la sesión vespertina del juicio.

El agente ha relatado que se hallaron balas del calibre 45 en el lugar donde vivía Rufino González, cuando se estaba investigando su participación en un intento de volar un club de alterne con explosivos ocurrido en 2008.

Es el mismo calibre de la bala que le dispararon a Antonio Fernández en la cabeza cuando fue asesinado.

También son de este calibre los cartuchos que estaban en el cargador del arma con la que fue disparada, que estaba escondida en una bolsa de plástico enterrada en la tierra en una caseta semiderruida situada junto a la casa de Rufino González de Talavera de la Reina, según ha apuntado este agente, que participó en la recuperación de las armas y la munición.

En aquel caso no estuvo implicado Flores Alba, ha precisado el guardia civil a preguntas de la defensa de este procesado, aunque sí ha dicho que participó en la detención de los dos encausados por un hecho delictivo que cometieron en 2014 o 2015, por robar gasóleo en una gravera.

A su vez, un guardia civil destinado en Belvís de la Jara desde el año 1995 ha explicado que vio a los dos procesados el 30 de octubre de 2013, cuando llegaron a una zona situada junto a la entrada de la finca ‘Los Baños’ en la que estaba haciendo guardia, cuando Antonio González llevaba ya un mes desaparecido.

Los acusados llegaron en un coche junto a Gabriela H., la compañera sentimental de Rufino González, la madre de ésta y cuatro perros y tras bajar una mesa y una silla estuvieron comiendo, lo que el agente puso en conocimiento de sus superiores, que le dijeron que no podían estar en ese lugar porque la zona se estaba peinando.

El guardia civil fue a comunicarles que no podían estar en esa zona, que está situada a unos 100 metros en línea recta del lugar en el que estaba enterrado el cazador asesinado, según se supo posteriormente.

En este sentido, y a preguntas de la acusación particular, el agente ha señalado que después se dio cuenta de que cuando hablaba con Rufino González este miró varias veces hacia el lugar donde apareció enterrado el cuerpo del cazador, mientras decía al otro procesado, Flores Alba, «el cabrón de Antonio estará follando con tres negras mientras nosotros no podemos entrar en la finca».

En la vista ha declarado también el guardia civil que dirigió el operativo de búsqueda de Antonio Fernández, que ha apuntado que requirió un gran esfuerzo ya que fue preciso movilizar a muchas patrullas de seguridad ciudadana, además de contar con la participación de numerosos voluntarios y especialistas como los bomberos de Madrid y de Guadalajara.

El dispositivo se mantuvo hasta el 24 de octubre de 2013, cuando comenzaron a plantearse otras operaciones porque se consideró que una persona no podía estar desaparecida tanto tiempo sin dejar ningún vestigio, ha explicado el agente.

Tras finalizar la parte testifical, el juicio se reanudará mañana a las 9:30 horas, con la declaración de los peritos

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