El cazador de Belvís de la Jara (Toledo) cuyo asesinato en 2013 se está juzgando en la Audiencia Provincial murió de inmediato tras un disparo en la cabeza efectuado por una persona que iba detrás, a un metro o metro y medio de distancia.
Una quincena de peritos, forenses y psicólogos han declarado hoy (la mayoría de ellos por videoconferencia) en el juicio contra Rufino González, apodado «Conejo», y su primo Flores Alba, los dos acusados del crimen.
Uno de los forenses que practicó la autopsia a Antonio Fernández, el cazador asesinado el 30 de septiembre de 2013 y cuyo cadáver se halló el 14 de febrero de 2014, ha explicado que el fallecido caminaba delante del autor del disparo y había ladeado ligeramente la cabeza hacia atrás.
Murió casi de inmediato cuando bala entró por la mandíbula y se alojó en la base del cráneo, de forma similar a la «puntilla que se da a una res», ha precisado.
Los acusados introdujeron el cadáver en un saco de dormir tipo momia, pero el cazador (que medía casi 1,90 de altura) no entraba por completo y la parte superior del cuerpo la cubrieron con una bolsa de basura antes de enterrarlo en el foso que habían preparado días antes.
Un forense también ha dicho que la bala entró de forma ligeramente descendente, algo que teniendo en cuenta que Rufino y Flores son más bajos que Antonio se puede explicar por la orografía elevada del terreno en la finca «Los Baños» de Aldeanueva de Barbarroya (Toledo), donde se cometió el crimen, o porque el cazador estuviera agachado.
Los expertos han dicho que el «Conejo» presenta un trastorno antisocial de la personalidad (sociópata), de modo que desprecia las normas sociales y actúa sin tener remordimientos, pero que, no obstante, sabe «perfectamente» lo que hace.
También han indicado que el otro acusado se apoya para todo en Rufino, que le acogió en su casa cuando en su domicilio se quedó sin luz ni agua, y han calificado como una «relación de utilidad» más que «altruista» la que unía a Rufino con Flores, a quien daba casa a cambio de que le ayudara a recoger las piezas cuando iba de caza furtiva y en otras tareas.
Han dejado claro, no obstante, que los dos acusados eran conscientes de lo que hacían.
Asimismo, un psicólogo ha evaluado la motivación del asesinato y ha indicado tuvo que ser «muy intensa», tal vez ligada a la «competitividad empresarial» por dos locales de alterne en los que habían invertido dinero Rufino, en uno de ellos, y el cazador fallecido, en el otro.
Este especialista ha señalado las alusiones «despectivas y aún cargadas de ira» que «Conejo» expresaba hacia Antonio Fernández (que tenía 49 años) bastante después del asesinato.
El fiscal pide 27 años de cárcel para Rufino González (de 67 años) y 24 para Flores Alba (de 53) por asesinato, robo y tenencia ilícita de armas, en tanto la acusación particular iguala las penas y las eleva a 28 años de prisión, y las defensas piden la absolución de sus clientes.