A juzgar por las acusaciones que los líderes de los principales partidos políticos se lanzan estos días unos contra otros, habrá quien ironice diciendo que la culpa de que no hayan logrado un acuerdo para formar un gobierno y haya que convocar elecciones generales ha sido del chachachá, como dice Gabinete Caligari en su conocida canción. Pero eso no cuela: la culpa es de ellos y solamente de ellos aunque, eso sí, de unos más que de otros.
Hace mucho tiempo que la ciudadanía se hartó del «y tú más», una lamentable fórmula de debate político que el PP y el PSOE han practicado casi a diario durante la última legislatura, tanto en las Cortes Generales como en los parlamentos regionales y en los ayuntamientos. Ya saben: «¿Que yo estoy gestionando mal? ¡Tú lo hiciste mucho peor cuando gobernabas!». Y así un día tras otro.
LA FÓRMULA DEL «Y TÚ MÁS»
Ahora, por lo que ya se ha visto y se está viendo, se han sumado a esa mala práctica los partidos nuevos, Ciudadanos y Podemos, esos que decían que habían nacido para cambiar la vida política, defender los intereses de la ciudadanía por encima de todo y sacar a este país de una crisis que empieza a parecer eterna. Una cosa es la crítica al adversario político y otra el «y tú más», fórmula utilizada para no asumir los errores propios.
Habrá quien piense que esa manera de hacer política puede ser eficaz a corto plazo para un partido en algunos ámbitos, si gobierna y logra controlar los medios de comunicación para anular la conciencia crítica de los votantes. Pero no es fácil conseguirlo y siempre es negativo para la ciudadanía.
UNA CIUDADANÍA MÁS INFORMADA
La situación ha cambiado respecto a las elecciones del 20 de diciembre. La ciudadanía ha recibido más información política que nunca; el Congreso de los Diputados ha sido durante los últimos meses como un plató de televisión, desde el que se ha retransmitido prácticamente en directo la actividad de los políticos; los ciudadanos cada vez se informan más por medios de comunicación alternativos a las televisiones, emisoras de radio y periódicos; las redes sociales -pese a sus errores y malas prácticas- lo divulgan todo al instante…
La situación, efectivamente, ha cambiado. Y la ciudadanía lo sabe, porque ha visto en directo el espectáculo que han dado algunos líderes políticos. Los votantes deberían tenerlo en cuenta cuando acudan a las urnas el próximo 26 de junio. No deberían olvidar ni borrar de un plumazo lo que han visto decir y hacer a los políticos en los últimos meses.
CONTRADICCIONES Y PACTOS IMPOSIBLES
La ciudadanía ha visto muchas cosas: el presidente del Gobierno en funciones y líder del PP, Mariano Rajoy, que ganó las elecciones, ha estado esperando a que fracasaran los demás y, cuando el Rey le encargó formar Gobierno, lo rechazó porque no tenía los apoyos necesarios que no se había esforzado en buscar; el socialista Pedro Sánchez, con 90 diputados, se ha negado a pactar con el PP y lo ha hecho con otro partido de derechas (Ciudadanos) para ser presidente del «Gobierno del cambio»; el líder de Podemos, Pablo Iglesias, con una sorpendente prepotencia que disimula en su discurso, ha pedido ser vicepresidente, ha «nombrado» a la mitad de los ministros cuando no le correspondía hacerlo, no ha negociado con otros y ha maltratado e incluso humillado a Izquierda Unida, con la que ahora busca un pacto cuando las encuestas auguran al partido morado un descenso en votos; Albert Rivera ha pactado con el PSOE, pese a sus diferencias ideológicas, y Alberto Garzón ha intentado que las fuerzas de izquierda lograran un acuerdo que se ha visto imposible.
Ha habido mucho más, pero todo no cabe en esta columna. Ha habido también contradicciones, cambios de postura, declaraciones contrarias a lo que se había dicho en la campaña electoral… y todo lo han justificado por el difícil encaje del reparto de escaños que decidió el electorado.
Los ciudadanos lo han visto todo, están mucho más informados y, gracias a ello, resulta mucho más difícil que un político les convenza de que la culpa es del otro.
LAS MISMAS CANDIDATURAS
Los principales partidos quieren repetir sus candidaturas, con cambios mínimos. Carme Chacón no encabezará la lista de los socialistas catalanes por Barcelona y puede haber polémica si Zaida Cantero e Irene Lozano, no afiliadas al PSOE, repiten en puestos de salida como quiere Pedro Sánchez. Pablo Iglesias debe decidir si mantiene en su candidatura a la juez Victoria Rosell, a la que el Tribunal Supremo ha abierto una causa penal por tres hipotéticos delitos, porque si lo hace incumplirá el Código Ético de su partido. Podemos estudia la posibilidad de presentar en toda España candidaturas conjuntas con Izquierda Unida -lo que Iglesias rechazó en diciembre-, con el serio riesgo de que el pacto se limite a que el partido morado incorpore a sus listas a Alberto Garzón y a unos cuantos candidatos de IU, porque en el equipo que rodea al joven líder de esta formación hay quienes están dispuestos a aceptarlo… Y pocas novedades más, salvo que todos dicen que hay que gastar menos dinero en la campaña. Bien.
Los líderes políticos, si han aprendido la lección, deberían dejar a un lado sus aspiraciones personales, olvidarse del penoso «y tú más» y hablar de los problemas reales de cada día y de propuestas concretas para el futuro. ¿Lo harán?