sábado, 23 de noviembre de 2024
Entrevista Irreverente a Juan Antonio García Castro, director del Museo del Greco en Toledo 13/05/2016junio 7th, 2017

Está engrecado de arriba abajo, Greco por allí Greco por allá, y disfruta con ello. Natural de San Pablo de los Montes (Toledo), cuando se le pregunta por su edad dice que «probablemente 18 años», pero no se lo crea, eh, «lo dejamos ahí»… Por cierto, se llama Juan Antonio García Castro, es el director del Museo del Greco en la capital regional desde hace tres años y lo que leen es la Entrevista Irreverente de encastillalamancha.es.
Licenciado en Prehistoria y Arqueología por la Universidad Complutense de Madrid, su vinculación al mundo de los museos fue a raíz de su trabajo en el Museo Arqueológico de Sevilla, en 1981, así hasta 1985, cuando se presentó a una oposición de conservador de museo y la ganó.
Ha pasado por el antiguo Museo Nacional del Pueblo Español, hoy Museo del Traje; fue subdirector del Museo de América, en Madrid; conservador-jefe en el Museo del Ejército durante años, razón por la que vino de Madrid a Toledo acompañando su traslado.
Entre sus aficiones, «fundamentalmente todas aquellas que se desarrollan en contacto con la naturaleza, como el senderismo, los paseos, la jardinería, el trabajo al aire libre… Siempre me ha gustado hacer algo de deporte, de joven jugaba al fútbol, ahora prefiero deportes más al aire libre relacionados con la raqueta, como pádel, squash… Y soy aficionado a la caza desde el punto de vista del contacto con la naturaleza y del paseo con mi perro, la caza como elemento de matarife no me interesa, pero pertenezco a una raigambre familiar donde la caza ha sido un elemento fundamental no en cuanto a la afición sino en cuanto al complemento para el sustento diario».
Ahora El Greco es su vida diaria…


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Defíname al Greco en una palabra, una frase…

Un genio. Y, como todo genio, un incomprendido de su tiempo.

¿Por qué fue un incomprendido, por ser genio o por la época que le tocó vivir?

En cierta medida, por las dos cosas. Tanto por su visión distinta y genial no solo de la pintura, sino del arte en su conjunto; y también porque le tocó vivir una época un tanto oscurantista y compleja desde el punto de vista de las innovaciones.

¿A quién se asemejaría hoy El Greco?

Es difícil extrapolar la imagen de una persona de las peculiaridades del Greco (en lo relativo a rasgos, temperamento, carácter, cualidades…) y compararla con alguien de similares características en la actualidad, sin una perspectiva histórica, y que además sea conocido. Se me ocurre que, como persona innovadora, transgresora incluso de los parámetros comúnmente establecidos en su época, y por la importancia que para los posteriores campos de acción en los que cada uno desarrolló su genio, pueda parecerse a Charles Darwin, incomprendidos y admirados los dos, y partícipes ambos de las airadas reacciones que suscitaba su genialidad en determinados ámbitos eclesiásticos.

¿Qué obra del Greco le gustaría tener en el Museo y no puede?

Muchas. Obviamente hay un montón de obras dispersas por el mundo, en grandes museos reconocidos a lo largo y ancho del planeta, y también en Toledo hay dos obras fundamentales, que son «El Expolio» y «El entierro del señor de Orgaz». Es evidente que nos gustaría tenerlas aquí, pero también es verdad que están muy bien donde están, puesto que dinamizan la visita y el conocimiento no solo de la obra del Greco, también de la ciudad a través de su obra. Y, por supuesto, hay una serie de piezas en los museos americanos y en el Museo del Prado que son de capital importancia para el conocimiento y la comprensión de la cultura del Greco.

Sueñe… Tráigase una, que yo se la consigo…

«Retrato del cardenal Fernando Niño de Guevara». Es una obra que me fascina y de una expresividad absoluta en muchos aspectos, como el pictórico y el psicológico, de lo que El Greco trataba de representar en sus lienzos.

¿Dónde la colocaría?

En el sitio de honor, si fuera posible.

Llévese una obra del Greco a su casa…

Si tuviera que coger una del Museo, «Las lágrimas de San Pedro», porque es una obra de una capacidad mística y una expresividad pictórica que llama mucho la atención. Si además sabemos que es muy probable que la obra que conserva y que expone el Museo del Greco es la original de la serie de esta iconografía específica del arrepentimiento, pues mucho mejor, porque tiene una historia muy personal esta pieza, dado que pertenecía al propio marqués de la Vega Inclán, que la quiso vender en Alemania pero que le fue imposible porque consideraran que o bien era falsa o una obra de taller, debido al estado de conservación en el que estaba, y sin embargo años después, cuando se hizo una restauración en profundidad se vio que era un original de la mano del Greco.

Si me dice que El Greco no es su pintor favorito, no pasaría absolutamente nada, ¿no?

Tengo muchos pintores favoritos y El Greco es, obviamente, uno de ellos. Pero hay muchos italianos que son míticos pintores, que me fascinan; y otros españoles, del gran póker de pintores, que comienza con El Greco, continúa con Velázquez, sigue con Goya y termina con Picasso.

¿El cuadro de los cuadros, cuál es para usted?

No hay un cuadro de cuadros que podríamos decir que está por encima de todos, porque en función de cómo analices la pintura, en el momento y en el contexto, te pueden fascinar cuadros… Desde representaciones de El Giotto, por ejemplo, o pintura impresionista o un cuadro abstracto. Te puede impresionar tanto el blanco sobre blanco de Malévich como una visión de un primitivo italiano.

¿Usted pinta?

No.

No ha sido un pintamonas, vamos…

Ja, ja, ja… Pintamonas tal vez sí, pero pintor desde luego no.

Hablando de pinturas abstractas… Nos pueden dar 300 explicaciones sobre una obra abstracta y todas ellas pueden ser válidas. No las pongo en duda, pero me las genera.

Bueno, la abstracción en la pintura es un movimiento relativamente moderno que busca, más que exponer una visión específica fotográfica, una sensación que producen los colores y su distribución. Es lo que los pintores llaman la vibración de los sentidos, incluso podemos acercanos a una sinestesia de los sentidos cuando estamos delante de una obra abstracta donde no se representa algo que entra solamente por el ojo sino que también afecta a otros sentidos, y sobre todo a la comprensión del espacio, del color, de la vibración… De las emociones, que es de lo que realmente se trata.

Ante una obra realista y otra abstracta, ¿con cuál se quedaría?

En principio… El placer que te produce, la sensación que te mueve la emoción es lo que realmente te puede gustar de una obra, da igual que sea realista o abstracta de base figurativa, es la emoción lo que te dice si un cuadro te gusta o no te gusta con independencia de lo que se esté representando en él.

¿Sin el marqués de la Vega Inclán El Greco no sería El Greco? No hablo del genial pintor que fue, sino del conocimiento que hubiéramos tenido de él.

No, no… Sin el marqués, El Greco sería igualmente El Greco. Pero lo que sí hace el marqués es identificar mucho al Greco con la ciudad de Toledo a partir de la fundación de esta institución que en principio se llamó la Casa y Museo del Greco y que ahora es el Museo del Greco. Al Greco no lo descubre el marqués, ya era un pintor importante en su época, el mejor que había en Toledo y muy reconocido, pero por una serie de circunstancias cayó un poco en el olvido a lo largo de casi 300 años. Luego hay un redescubrimiento en el siglo XIX y fundamentalmente a principios del siglo XX. Sí fue fundamental para la identificación del pintor con la ciudad de Toledo.

Imagine que entra El Greco por esa puerta… ¿Qué le diría?

Hombre, estaría encantado de poder preguntarle miles de cosas, porque aunque sabemos muchísimas, quizás sean todavía muchas más las que no sabemos y las incógnitas fundamentales de su vida están todavía por descubrir.

Por lo tanto, ¿qué le preguntaría?

Que por qué se quedó en Toledo, por qué no se marchó. ¿Era su deseo quedarse en Toledo? ¿O fue siempre su deseo marcharse?

¿Cuál es su respuesta a esas preguntas?

Que su deseo hubiera sido marcharse y no pudo. Marcharse de España, probablemente, y volver a su Creta natal o a otros lugares, pero muy probablemente no pudo.

¿Se ha falsificado mucho al Greco?

Fundamentalmente a finales del siglo XIX y principios del XX en el momento en el que se redescubre y empieza a tener un auge su cotización. En ese momento se hacen muchas copias falsificadas y se venden como auténticas. Pero a finales del XVI y principios del XVII no conocemos que haya falsificaciones, sí personas que siguieron su estela pictórica.

¿Han robado alguna vez en el Museo del Greco?

No.

¿Se puede valorar en millones lo que hay metido en el Museo o eso es incalculable?

Se puede valorar con total seguridad en millones, pero no en cuántos. No se puede saber porque las obras que conserva el Museo, por su propia definición, son bienes invendibles, no se pueden vender. Y no creo que aparezcan en el mercado unas obras similares a las que tenemos aquí. Muchos museos del mundo pagarían millones por obras que tenemos aquí.

¿Hay alguna obra del Greco que nunca podrá salir de este Museo aunque se la pidiera el Metropolitan de Nueva York?

Eso no se puede decir con total seguridad, pero sí tenemos una obra en concreto que, por su delicadeza y situación, es muy difícil que salga, que es «Vista y plano de Toledo». Es una obra tardía, de una complejidad y unas características tan peculiares, y tiene un estado de conservación tan frágil que va a ser muy difícil que salga del Museo. Ahora bien, un político en un momento concreto puede determinar que salga o no salga. También es verdad que la tecnología nos permite, hoy, hacer movimientos de obras sin prácticamente riesgo de deterioro. Pero en este caso concreto el riesgo puede existir.

¿Visitantes famosos que haya tenido el Museo?

Desde el primero, que es el rey Alfonso XIII acompañado por el rey de Portugal, hasta la última que firma, que es la duquesa de Alba, ha habido presidentes de distintos países europeos, políticos, personajes de la alta curia eclesiástica, nobles, famosos… Hemingway o personajes de este tenor. Probablemente hay gente que viene a visitarlo de forma más incógnita y no lo sabemos, no estamos pendientes de quién entra o quién sale y de su nivel de fama o de celebridad.

¿Alguna anécdota con un visitante?

Hay gente que no entiende lo que está viendo, otra que emociona y lo expresa a través de sugerencias o felicitaciones… Hay muchas anécdotas, porque muchos vienen buscando la casa del Greco o incluso la cama donde dormía y murió El Greco, pues esta ensoñación hace que mucha gente vea el Museo como algo extraño en el sentido de que no les da la sensación de que fuera una casa, y cuando leen que no fue una casa donde vivió sino que es un Museo dedicado a su memoria, pues se sienten extraños. Pero la mayoría de la gente, incluso los toledanos, no saben que el Museo está ubicado en lo que fue un gran complejo palacial de un personaje de primer rango e importancia en la historia de Toledo, que fue Samuel Ha Leví, tesorero de Pedro I de Castilla. Es un mundo por investigar, porque tenemos las estructuras subterráneas sobre las que se alzó su palacio y que después fue destruido.

¿Al Greco le gustaba la política?

Creemos que no. Él estaba inmerso, desde el punto de vista de las amistades, en una especie de élite cultural que era la que imperaba en la ciudad, un tanto ligada a los cenáculos o ambientes eclesiásticos, y sus mejores amigos sabemos quiénes eran, pero no entendemos que fuera un hombre vinculado a la política. La política era una cosa muy diferente a lo que es hoy y la ejercía un sector muy pequeño de la sociedad, una élite poderosa y en torno al mundo nobiliario.

¿Quién fue primer amor y a qué edad?

Una chiquita de mi pueblo, San Pablo de los Montes (Toledo), como diría don Quijote «de cuyo nombre no quiero acordarme», aunque realmente sí me acuerdo, y a qué edad… Probablemente a los 16 ó a los 17 años, que es el momento del despertar del amor.

¿Le han dado calabazas amorosas?

Muchas veces. Quizás ha sido una constante de mi vida. Ja, ja, ja…

¿Usted hubiera dado la orden de matar a Bin Laden?

No. Vamos a ver, detesto absolutamente lo que Bin Laden representa en cuanto al fanatismo y al movimiento integrista, pero dar la orden de matar a otra persona es algo muy fuerte y que no está en mis principios.

¿Alguna fobia confesable?

Tengo fobia, quizás, a comportamientos determinadas personas o a ciertos comportamientos humanos que son cercanos a la intransigencia. Por ejemplo, las personas que no respetan la vida o los derechos de los demás y consideran tener una preponderancia o unos privilegios por encima de los demás.

¿Es partidario de que las parejas de homosexuales adopten niños?

No soy ni partidario ni detractor, es decir, siempre basado en el respeto y en el derecho que tiene todo el mundo a vivir y a hacer lo que considere oportuno sin invadir los derechos de los demás, para mí es perfectamente respetable.

¿Alguna anécdota en un viaje?

Debido a mi actividad como director de «Revista de Arqueología» durante bastantes años he tenido la oportunidad de viajar mucho y de vivir numerosas anécdotas que se te quedan grabadas para siempre. Por ejemplo, una cosa que me impresionó mucho fue ver cómo eran las condiciones de vida en la Polonia anterior a la caída del Muro de Berlín. En un viaje con el director del Museo Arqueológico Nacional de Polonia a un conocido yacimiento prehistórico, viajábamos en su viejo Lada de fabricación rusa y cada poco tiempo paraba a un lado de la carretera y sacaba un termo de café u otro de té. Aparentemente era un receso para contemplar el paisaje, pero luego me di cuenta que era debido a los «calentones» que sufría el coche de un funcionario de alto nivel y que no quería que se notara a los ojos de un occidental.

Vaya…

Igualmente, un matrimonio de dos catedráticos universitarios de Varsovia quisieron expresamente que fuera a ver su apartamento de 40 metros cuadrados y sus condiciones, que era lo que les ofrecía entonces la administración comunista polaca. A mi ideal socialdemócrata de entonces le chocó mucho aquella visión del idealizado mundo al otro lado del Telón de Acero.

¿Y una anécdota positiva?

La sensación que para mí, arqueólogo de formación, supuso la entrada y permanencia a solas, como «favor especial» de los funcionarios iraníes, en la tumba de Ciro el Grande, el Aqueménida, rey de Persia. Desde el interior de la tumba, y en la quietud silenciosa de su oscuridad, volaba la imaginación y la ensoñación hacia un mundo grandioso y evocador, en el lugar de reposo de uno de los más grandes de la historia antigua, mientras contemplaba desde la puerta el solar de la mítica Pasargada.

¿Algo desconocido de Juan Antonio García Castro que nos sorprendería?

Ehhhhhh… En realidad soy una persona bastante normal y sencilla, no tengo ni especiales aficiones extravagantes ni tampoco tengo habilidades que puedan sorprender a la gente. Creo que mi vida transcurre por la normalidad.

Fue director durante 17 años de Revista de Arqueología. ¿Cuál es el país que le ha fascinado?

Los dos países que desde el punto de vista arqueológico siempre me han fascinado son Siria y Perú. En Palmira, donde he vivido amaneceres inolvidables… Siento mucho pesar lo que está sucediendo en Siria, porque lo tiene todo desde el punto de vista arqueológico pero es un fracaso total desde el punto de vista social. Y Perú porque es un país que engancha desde el principio, que tiene desierto, montaña, nevados, selva… Es apasionante.

Sea sincero, ¿qué piensa de los periodistas?

Los periodistas hacen una labor extraordinaria desde el punto de vista social y hay de todos los tipos y, como en botica, podemos encontrar periodistas de mar y de río. Pero sin el periodismo esta sociedad en la que vivimos no sería, ni mucho menos, lo que es.

¿Cuál fue su primer sueldo?

Sueldo oficial con nómina, porque trabajillos para costearnos alguna cosa en nuestra época de estudiantes siempre hemos hecho. Mi primera nómina fue trabajando en el Museo Arqueológico de Sevilla como meritorio y tuve un contrato que nos proporcionó el Ministerio que entonces dirigía Soledad Becerril. No recuerdo cuánto porque era en pesetas, pero me imagino que no sería mucho…

¿Qué trabajillos realizó?

Un poco de todo, desde ayudante de taxidermista, puesto que soy de un pueblo donde esa actividad es muy habitual, camarero, friegaplatos en la costa… Trabajos de este tipo, bastantes en mi época de estudiantes.

¿Alguna vez ha cobrado en B?

No estoy seguro, me imagino que sí. Desde el momento en el que soy funcionario, ya no, pero con anterioridad seguramente que sí.

¿Tiene algún tatuaje o piercing?

No, ninguno. No me gustan, sencillamente. Pero respeto a la gente que se los hace. Mi formación es de arqueólogo y los arqueólogos sabemos que muchas culturas en el mundo han tenido tatuajes como elementos de expresión y de expresividad de su propia tradición cultural, desde la Polinesia hasta la prehistoria europea. Tatuajes, no con piercing, porque eso es una cosa de nuestros días.

¿Un tatuaje es arte o no?

Seguramente que sí y depende de cómo se vea. La intencionalidad, cuando alguien se hace un tatuaje, es demostrar un aspecto artístico en su propio cuerpo.

En caso de necesidad, ¿qué estaría dispuesto a hacer? Uno, robar para comer; dos, prostituirse para comer; o tres, engañar a Hacienda.

Empezaría por engañar a Hacienda, porque robar… Al fin y al cabo engañar a Hacienda es robar a todos, pero robarle a todos, dentro de su gravedad, quizás no sea tan grave como robarle a uno solo. Prostituirme para comer, de momento no es una opción que me parezca oportuna.

¿De momento?

¡De momento! Ja, ja, ja… ¡Quizás con el tiempo menos todavía!

¿Le gusta bailar?

¡Me encanta! Ahora bailo poco, pero en mi juventud bailaba muchísimo.

¿Con quién le gustaría echarse un bailecito?

Pues con cualquiera que me supiera llevar y con cualquier mujer que verdaderamente merezca la pena tanto por su atractivo físico pero fundamentalmente por su atractivo humano y emocional.

¿Pena de muerte sí o no?

No.

¿Ha robado algo?

Sí. Desde fruta en los huertos, gallinas o gallos en nuestra etapa de juventud… A veces incluso le robábamos a la propia familia o a la de mis amigos. Eran unos robos, digamos, poco pecaminosos y de críos.

Y a usted, ¿le han robado?

Sí, sí, sí… Han robado en mi casa, como en las casas de muchos ciudadanos. La impresión es muy desagradable.

¿La famosa que más le atrae físicamente?

Una de las personas que más me ha atraído siempre es Katharine Hepburn.

¿Qué nos puede contar de la primera vez que hizo el amor?

Pues poco puedo contar porque ni siquiera me acuerdo. Ehhhhh… Tengo una nebulosa a ese respecto dado a que obviamente, no es porque yo empezase muy pronto, sino porque tengo mucha edad, estoy cercano a los 60 años ya y por lo tanto hace mucho tiempo de aquello. Pero me imagino que debió ser toda una turbulencia rodeada de ansiedad, de ganas de experimentar y, probablemente, de fracaso en cuanto a la técnica y a los objetivos no solamente para mí sino para la persona que tenía al lado.

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