Los bancos de tiempo son aún un sistema de intercambio de servicios muy desconocido en España. En comunidades como Cataluña o Andalucía están más extendidos pero en otras como Castilla-La Mancha representan una iniciativa por descubrir.
En Herencia (Ciudad Real) el banco de tiempo es una realidad desde el año 2009. A diferencia de lo que ocurre habitualmente (suelen estar promovidas por colectivos particulares), surgió impulsado por el Ayuntamiento de la localidad, que vio en esta fórmula una manera de campear una crisis que ya mostraba sus peores consecuencias. Además, cuenta con una subvención de la Diputación provincial.
En este banco la moneda de cambio no es el dinero, sino el tiempo que tienen los socios para ofrecer y demandar habilidades que ponen al servicio de una comunidad en la que se crean redes de cooperación. Se promueve así el intercambio gratuito de tareas, tareas que van desde la atención o acompañamiento a personas, a otras de índole domésticas, educativas o actividades profesionales como albañilería, peluquería, fontanería, asesoría legal, fisioterapia…
En esta población de 9.000 habitantes, 400 de ellos son socios del Banco de Tiempo. Aunque ha tenido un devenir intermitente, con momentos en los que ha estado parado, desde enero de 2016 -desde que comenzó de nuevo a funcionar- su evolución está siendo muy positiva. Beatriz Ocón, trabajadora social y responsable del proyecto, explicaba a encastillalamancha.es que a principios de año se reanudó con clases de castellano para personas extranjeras.
Actualmente el abanico de participantes se ha ampliado mucho, tanto como el de actividades que se han desarrollado o se están desarrollando: taller de reciclaje, taller de máquina de coser, taller de ganchillo, curso de gastronomía intercultural, bailes latinos… Está previsto que a corto plazo se ofrezcan también clases de árabe y, dada la tradición carnavalera que tiene Herencia, un taller de maquillaje de fantasía.
Son las actividades comunitarias las que más se ofrecen en el Banco de Tiempo de Herencia, donde la mayoría son mujeres. «Cuando organizamos una, de esa suelen salir varias», comentaba Beatriz Ocón, quien ponía el acento en que es un lugar en el que -sin ser profesionales sus miembros- se comparten conocimientos y «se crean vínculos entre personas de diferentes nacionalidades». Es una manera, además, de «conocer otras culturas y superar estigmas».
La idea es tener la oportunidad de aprender algo cuando la gente no tiene recursos. No obstante, «también propongo que se hagan acompañamientos para personas inmigrantes que aún no conocen el idioma».
Una vez puesto en marcha, el objetivo de Beatriz Ocón es conseguir que el Banco de Tiempo sea gestionado sin la tutela del Ayuntamiento, para que no esté a merced de cómo se encuentren las arcas municipales.
En sus ocho años de vida se ha convertido en toda una institución a la que también acuden vecinos de Alcázar de San Juan.