sábado, 23 de noviembre de 2024
Entrevista Irreverente a Marcial Pérez, hostelero toledano 03/06/2016junio 7th, 2017

Labia tiene un rato, ¿eh? ¡Pero si no para de hablar! Ahí le tienen, todo un ligón en su época, la de las dos últimas décadas del siglo pasado. Cuando conoció a famosos de aquí y de allá, incluida la famosísima Ava Gardner, a quien tuvo que sacar con un pedo tremendo del restaurante en el que él trabajaba ese día que la cogió a la sillita de la reina…
Es Marcial Pérez Gutiérrez, hostelero donde los haya, que tiene 63 años y es natural de Belvís de la Jara (Toledo), toda su vida en este mundo de las bandejas, las barras, los cóctel… Y se morirá siendo hostelero, no lo duden, aunque está muy orgulloso de haber aprendido a ser cortador de jamón profesional, «ya he cumplido mi sueño, soy maestro cortador».
Y entre sus aficiones, el fútbol, los toros… Vamos, un español de los de toda la vida…
También fue pastor, por cierto.
Sigan leyendo la Entrevista Irreverente de encastillalamancha.es y conocerán algunas curiosidades de la vida de Marcial…


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Recuérdeme otra vez su encuentro con Ava Gardner, porque no termino de creérmelo… ¿Cómo la conoció?

Ja, ja, ja… Mis inicios en hostelería fueron allá por 1967, casi 50 años, y en el establecimiento que trabajaba en Madrid, a través de mi jefa, que conocía a un famoso que en su día tuvo una revista, Jorge Fiestas, y cuando Ava Gardner venía a España iba a visitar a Fiestas y se pasaban por el restaurante, Las Reses, que estaba cerca de Legazpi. Teníamos una terraza de verano y un día estaban cenando…

Ava Gardner y sus amigos…

Sí. Ella, poca cena, pero su Johnnie Walker etiqueta negra… ¡Eso era como el biberón para un niño! Y otro y otro y otro… ¡Le encantaba ese whisky! Cenan y llega la hora de irse. Yo era un chavalín… Hasta que me dice Fiestas que por favor le acompañara a llevar a la señorita Ava al taxi, pero hasta llegar al coche había unos 40 metros por la acera. Intenta levantarse de la mesa y tuvimos que cogerla entre los dos a la sillita de la reina y la pasamos al taxi.

¡La cogió entre sus brazos!

Sí, sí… ¡Compartiéndola con Jorge Fiestas! ¡Iba pedo total!

¿Era guapa?

¡Preciosa! ¡Preciosa! No me extraña que la llamaran como la llamaban, ¡el cuerpo!

¿A quién más conoció en aquella época?

A mucha gente. Yul Brynner, Ursula Andress… Y del mundo nacional, a casi todos. José Luis López Vázquez, Alfredo Landa… Recuerdo que hasta incluso al primer nieto de Franco, Francis, le llevaban de pequeñito por allí y de forma asidua, le gustaba mucho la carne. Otro personaje inolvidable fue Urtain, quien llegaba al restaurante y primero se comía un kilo de villagodio (carne) y luego no quería postre, se tomaba una chuleta de medio kilo y se quedaba tan tranquilo.

Era un restaurante de postín…

Sí, sí… Éramos famosos por la carne. Luego se montó un segundo restaurante al lado de la calle Génova y yo me fui allí, pasé a sala y por allí iba todo el mundo… Luis Miguel Dominguín, Lucía Bosé, Raphael antes de empezar con Natalia Figueroa… Marisol, Antonio Gades… Y a nivel deportivo, todos. Por allí vivía el doctor Ibáñez, quien durante muchos años fue médico del Atlético de Madrid, e iban Marcel Domingo, Lorenzo, Rodri, el Zapatones (Luis Aragonés)… Y gente del Real Madrid como Zoco, Orozco…

¿El más simpático de todos ellos?

Mike Kennedy, de Los Bravos; Julio Iglesias…

Usted fue incluso pastor como su padre…

Yo no era buen estudiante y cuando terminé la Primaria mi padre me dijo que si quería seguir con mis estudios o ser pastor. Yo no quería seguir, por lo que mi padre me dijo que, hala, que a la borrica y con las ovejas. Pero entonces recibí una carta de mi hermano, que estaba de cocinero en un restaurante en Madrid, por si me quería ir con él puesto que necesitaban un chavalín para todo, un todoterreno. Yo tenía 14 años y me fui.

Si no, hubiera sido pastor…

¡Totalmente! De hecho, hasta que me fui a Madrid me iba todas las vacaciones con mi padre, he dormido en el chozo, he estado con mis corderos, que me hacían unas rabias, yo daba puñetazos contra el suelo… Los corderos había que sacarlos de las ovejas para que no las molestaran y sacaran leche, pero los corderos me toreaban. Ja, ja, ja…

Un camarero se entera de muchas cosas…

¡Es inevitable! Nosotros teníamos un reservado en el restaurante y allí yo he visto a Arias Navarro. Y yo no tenía más remedio que, según estaba sirviendo la sopa, escuchar la conversación. Yo serví una mesa y en aquellos años, 1968 ó 1969, ya se hablaba de que los vascos nos estaban tocando las pelotas… Otro decía: ¡Coño, pues darles la independencia! Que dentro de cuatro días están pidiendo bandera blanca porque lo único que tienen es hierro… He servido a muchas mesas privadas, también en Toledo.

La hostelería de Toledo, sin Marcial, ¿qué sería?

Igual, no pasaría nada… Ja, ja, ja… Sí trato de decirles a los chavales jóvenes que tengan tranquilidad y seguridad, que tomen cariño a su profesión y que si no están a gusto que lo dejen porque si no lo van a pasar mal. ¡Y que todo se aprovecha, nada se desperdicia!

¿Hay unión entre los hosteleros de Toledo?

No. Nos falta… Somos muy avestruces… Si los aprietas un poco a nivel asociación, al menos cuando yo estaba, sí es verdad que colaboran, aunque haya que estar detrás de ellos y pongan pegas. Pero sí están ahí cuando lo pides.

Toledo, Capital Gastronómica, ¿qué tal?

Bueno, con matices…Creo que ha faltado llamar y sentarse a la mesa con todos los sectores, no solo hostelería, para que dieran su opinión. Porque alrededor de la hostelería se mueven otros oficios. Hay cosas que se podían haber mejorado y echo en falta la cocina rural, que también es muy respetable.

¿Toledo es cara para comer?

Esa fama tenemos, pero bueno… Yo voy a otras ciudades y veo también que tienen sus precios… Nos han colgado un poco el sambenito de caros. Se han hecho irregularidades que no se deberían haber hecho, pero no tenemos una varita mágica para… Esos que las han hecho están perjudicando a la ciudad entera. ¿Qué dice ese señor cuando le han pegado el palo y llega a su ciudad? Pues que vaya palo que le pegaron en Toledo. No dice que vaya palo que le pegaron en tal establecimiento, sino que generaliza. Hace más daño eso…

¿Quién fue su primer amor y a qué edad?

No era amor… Era una vecinita mía. Luego, allá por los años 70, puse una discoteca en Belvís y… Venía de atrás, pero ese año nos declaramos, nos dimos el primer beso… Se llama Mercedes.

¿Le han dado muchas calabazas amorosas?

Sí, sí… La calabaza famosa de los tiempos de Madrid, cuando ibas a bailar, intentabas sacarlas y te decían que no, que no y que no… Ja, ja, ja… Yo tenía una compañera en el restaurante, nos enamoramos, ella era gallega… Y de la noche a la mañana me dice que se va a Galicia. ¡Pero qué dices! ¡Por el amor de Dios! Cuando la gente habla luego de la morriña, ¡yo lo sé, yo lo he vivido! ¡La morriña gallega!

¿Usted hubiera dado la orden de matar a Bin Laden?

Sí.

¿Alguna fobia confesable?

Siento claustrofobia en los ascensores y te cuento por qué… Aquello fue inolvidable… Estaba dando un cátering en San Pedro Mártir (UCLM), en Toledo, al cual asistió don Marcelo. Se sintió cansado y el rector le dijo que podía descansar en su despacho. Me dijeron que cogiera una coca-cola, un agua y que nos fuéramos para su despacho. Mira, bandeja, bebidas, el ascensor de cristales y según sube siento que yo no puedo mirar para abajo… ¡Qué sudores! Y me dice el rector: «Marcial, ¿está usted bien?». Le dije: «Voy a resistir». ¡Con don Marcelo en el ascensor! Se me debía notar, sudando por todos los lados…

¿Es partidario de que las parejas de homosexuales adopten niños?

Yo sí.

¿Alguna anécdota en un viaje?

¡Necesitaríamos un libro! Alfonso Silva y yo hicimos un viaje a Japón con motivo de la Expo. En el aeropuerto de París pasamos por los controles y había un «armario» en el otro lado, negro, cuadrado, alto… ¡Eso era un rinoceronte! De pronto señala a la pantalla y… ¡Ay Dios mío querido! Yo, que soy muy peliculero, digo: ¡Dios mío querido, esto es El Expreso de Medianoche pero en versión toledana…! ¿Alfonso, le digo, qué llevas en la maleta? ¡No me jodas, cabrón! ¡Y era un pendrive de no sé qué que le llamó la atención al otro! Como si fuera un cortauñas… Luego me hizo alguna faena que otra allí, en Japón.

¿Algo desconocido de Marcial Pérez que nos sorprendería?

Me da miedo el agua, se ríe mi familia cuando lo cuento… Lo paso mal con el propio agua de la ducha en la cabeza… Me agobia meter la cabeza en el agua.

Sea sincero, ¿qué piensa de los periodistas?

Mi jefe en el restaurante, que había sido matarife pero que mi jefa le sacó de allí, le puso un traje y le dijo que se dedicara a pasear por allí, un tío jovencito, enamoradísima que estaba de él… Me decía: Marcial, una cosa te digo, trata siempre bien a los periodistas. ¡Eso se me quedó a mí grabado! En el restaurante nos visitaban, en aquella época, casi todos. Pepe Domingo Castaño, Luis del Val… De todos los medios de comunicación.

¿Cuál fue su primer sueldo?

Fue precisamente de pastor, me dieron 1.200 pesetas al mes. Cuando llegué a Madrid también me daban por ahí, pero mi jefe me daba también el pico final de las propinas.

¿Alguna vez ha cobrado en B?

No.

¿Tiene algún tatuaje o piercing?

No. No me gustan. Ahora tengo un compromiso con mi hijo de 15 años, que está sacando muy buenas notas, y su madre le ha prometido un piercing muy discretito que se lo va a hacer ella… Y yo le digo que lo que le diga su madre.

En caso de necesidad, ¿qué estaría dispuesto a hacer? Uno, robar para comer; dos, prostituirse para comer; o tres, engañar a Hacienda.

Si es para comer… ¡Tengo que robar!

¿Con quién le gustaría echarse un bailecito?

Me gusta bailar, pero lo hago muy mal. Con mi esposa, pero me dice que tenemos que ir a clase porque la pego unos pisotones… ¡Pero bailo mucho, soy la leche, me encanta bailar, pero muy mal!

¿Pena de muerte sí o no?

Dependiendo. Con matices, pero en algunos casos quizás sí. Esos malvados…

¿Ha robado alguna vez?

No.

Y a usted, ¿le han robado?

Tampoco.

¿La famosa que más le atrae físicamente?

En aquella época, Ornella Muti, una italiana preciosa. Y recuerdo que Geraldine Chaplin, cuando yo era rubio y pecoso, me dijo una vez en el restaurante: «Marcial, ¿tú eres inglés?». No, yo soy de Belvís de la Jara, en la provincia de Toledo… Ja, ja, ja…

¿Qué nos puede contar de la primera vez que hizo el amor?

Pufffff… Es que… ¡Me está costando hasta recordar cuándo fue la primera vez! Mi actual esposa me dice: «No me lo vas a contar todo, verdad cariño, aunque sea muy al final… Cuántas y…». Yo le digo que nada, que fueron besitos y nada más… ¡Me cuesta recordarlo, es verdad!

¿Es que ha sido muy ligón?

¡Sí!

¿Y tenía éxito?

¡Sí! Es verdad.

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