Encastillalamancha.es cuenta la historia de dos de los refugiados que están residiendo en el centro de Accem en Sigüenza. Maria y Hossain (no publicamos su apellido y han pedido, por seguridad, que no se publique) cuentan por qué se vieron obligados a dejar sus países y sus testimonios son de los que cortan la respiración.
Centro de refugiados de Accem en Sigüenza.
¿Cómo te sentirías si por hacer bien tu trabajo te roban, te apuñalan y te ves obligado a dejar todo lo que tienes y huir a otro país? Pues eso es exactamente lo que le pasó a la familia de Maria, la primera protagonista de este reportaje.
Además, hablamos con un refugiado sirio, Hossain, quien lleva ocho meses en España y también pidió asilo internacional ante la situación dantesca que atraviesa Siria. Ambos están en el centro para refugiados que tiene la Asociación Comisión Católica Española de Migración (Accem) en Sigüenza (Guadalajara). Hasta 60 solicitantes de protección internacional hay en la residencia. Ésta es la continuación del reportaje que les mostró encastillalamancha.es el martes sobre la situación de los refugiados en Castilla-La Mancha.
AL ESPOSO DE MARIA LE ROBARON EL COCHE Y LE APUÑALARON POR DENUNCIAR UNA TALA DE ÁRBOLES MILENARIOS
Maria (sin tilde) tiene 24 años, una hija y una historia para no dormir. Lleva siete meses en España, seis de ellos en Sigüenza. Domina bastante bien el español y su relato es, por momentos, desgarrador. En Ucrania, Maria era enfermera y su marido era guarda forestal, una profesión que a priori no entraña muchos problemas de seguridad, ¿o sí?
Cerca de la ciudad ucraniana de Ternópil trabajaba este hombre cuidando los bosques. Un hombre poderoso y rico de la zona fue al bosque y robó árboles muy antiguos que tienen mucho valor histórico (y también monetario) en Ucrania. El marido de Maria denunció esta situación y por desgracia ahí también empezaron los problemas para su familia.
Una noche, cuando su esposo iba al trabajo, un grupo de personas asaltaron su coche, se lo robaron y le apuñalaron en la pierna. Tuvo que ir al hospital donde le cosieron y curaron las heridas, la situación empezaba a ser insostenible. Se mudaron de su casa para vivir con unos familiares que residían lejos de allí y tuvieron que tomar una decisión aun más drástica, irse del país. Primero vino el hombre y a los meses le acompañan tanto Maria como su hija pequeña.
Maria se encuentra contenta en España, dice que está aprendiendo muchas cosas en aquí y le gusta mucho el país. No descarta volver algún día a su tierra pero cree que por ahora su «marido sí tendría problemas, en el futuro no sé lo que pasará». Sobre la situación allí explica que habla con su «familia y me dicen que no está tranquilo nuestro país». Ahora Maria solo desea que en Ucrania «vaya todo mejor, que haya trabajo y tranquilidad como en todos los países».
HOSSAIN, SIRIO, 54 AÑOS, DEJÓ SU PAÍS Y A NUEVE HIJOS POR LA GUERRA
Hace más de ocho meses Hossain decidió que había visto y vivido suficientes atrocidades. Cogió la maleta y se fue caminando hasta la frontera con el Líbano. Después montó en un avión que le llevó hasta Marruecos, para terminar llegando a Melilla donde pidió asilo político.
Asolado por la guerra que está destruyendo su país, Hossain se emociona y no le salen las palabras cuando se le pregunta por lo que está pasando en Siria. Natural de Damasco, se muestran reacio a contarnos lo que sucedía en su ciudad porque teme que pueda haber represalias. Además, tiene nueve hijos que aún soportan las penurias que están devastando al país de Oriente Medio.
En Damasco, Hossain era albañil, ahora en Guadalajara está aprendiendo español y en los pocos meses que lleva aquí sus progresos son notables. En Sigüenza lleva dos meses, los seis anteriores los pasó con Accem en Madrid. Ahora está empezando su nueva vida en España, cuando se le pregunta si quiere volver a su país dice “quiero pero… (hace un gesto como si le fuesen a matar)… «Cuando termine la guerra…» ése es el anhelo que le queda a este hombre.