El tiempo nunca pasa sin dejar huella. Un año en la oposición ha tenido sus consecuencias para todos los partidos que en ella habitan y, desde luego, para sus dirigentes y actores principales.
El 4 de julio de 2015 María Dolores de Cospedal entregaba el testigo del puesto de mando en la Junta cuatro años antes de lo previsto y cortaba en seco sus aspiraciones a ocupar puesto de salida en la sucesión de Mariano Rajoy… Cuando toque.
Con un PP aún noqueado por un resultado que nunca esperó y para el que no había plan B, se abría paso la sensación de que empezaba la salida de Cospedal de Castilla-La Mancha y el ocaso de quien había sido una de las mujeres más poderosas y con más futuro en España. Eso había pasado solo cuatro años antes, cuando tomada posesión como presidenta en el hermoso claustro de San Pedro Mártir, rodeada de gran parte del poder político, económico y financiero nacional. De Rajoy a Soraya, pasando por Gallardón o Arias Cañete, todo el stablishment del PP, junto a destacados empresarios y banqueros, se trasladaron a Toledo para ver el que parecía irresistible ascenso de la número dos del hoy presidente del Gobierno en funciones.
Los pronósticos de 2011 fallaron y solo cuatro años después de aquel 22 de junio de 2011 Cospedal volvió a ganar las elecciones, pero con un retroceso tan amplio que se quedó sin mayoría absoluta, pese a una ley electoral diseñada para garantizársela; y sin aliados con quienes pactar el escaño que la faltaba para seguir gobernando.
En verano Rajoy la ofreció ser ministra como salida digna y mientras preparaba otros cambios en el partido, que incluían relevarla en la Secretaría General. Su respuesta, previsible para cualquiera que la conozca un poco, fue que no. Ella no iba a salir de la Secretaría General por la puerta de atrás como si fuera la culpable de todos los males del PP, después de haber dado la cara para que se la partieran mientras otros se escondían. Y ahí sigue, como secretaria general, a punto del relevo y quizás de ser ministra si se cumplen las quinielas y las previsiones de los «populares» castellano-manchegos.
El PP en Castilla-La Mancha sigue aferrado y dependiente de la figura, cuyas cualidades exagera hasta el paroxismo (un mal muy común en la política actual). Como si nada hubiera pasado o estuviera ocurriendo bajo sus pies en Castilla-La Mancha, la dirección del PP parece aferrada al mantra del todo va bien si a María Dolores le va bien. Tienen razón en parte, porque la dirección cuenta con la total confianza de la expresidenta y se beneficia de su poder e influencia. No es así para el resto del partido, que se empieza a temer lo peor para los próximos años, una larga temporada en la oposición que acabe mermando su aún notable poder local en todas las provincias, especialmente en Cuenca y Guadalajara.
Los alcaldes, que vieron venir el golpe de 2015 con notable antelación, aunque no se les hizo caso, vuelven a predecir que el camino no es el correcto, pero tampoco ahora se les escucha.
La cúpula repite sin parar que Cospedal sigue siendo la líder del PP y que volverá a ser candidata y presidenta en Castilla-La Mancha, pero en la intimidad, empiezan a devanarse los sesos: ¿Quién sucede a Cospedal y al mismo tiempo permite que ella y sus hombres sigan controlando el partido mientras lo consideren necesario? Esa respuesta tendrá que esperar. De momento, Cospedal sigue siendo el mejor pegamento interno en el PP de CLM. No hay rival ni se le espera.
El PP se caracteriza por una oposición dura y sin tregua, -más o menos como la que recibió de los socialistas cuatro años atrás- y aferrada a la defensa de su líder y su gestión. Mientras, preparan la «renovación» del partido en la comunidad autónoma una vez pase el Congreso Nacional.
Ocurra lo que ocurra en él, las siguientes citas en Castilla-La Mancha se aventuran procesos con pocos cambios relevantes. La continuidad de Cospedal como presidenta del PP de CLM; de Vicente Tirado como secretario general y Antonio Serano, Jesús Labrador y Carmen Riolobos como el núcleo duro no está en discusión. De la foto finish del Congreso de 2012 solo se cae Leandro Esteban y los cambios serán del segundo escalón para abajo.
En cuanto a las provincias, tampoco está en discusión la continuidad de Ana Guarinos, Paco Núñez y Benjamín Prieto como presidentes del PP en Guadalajara, Albacete y Cuenca. Habrá que ver qué ocurre en Ciudad Real con Carlos Cotillas y parece claro a estas alturas que Arturo García-Tizón no seguirá en Toledo, donde el nombre del alcalde de Seseña, Carlos Velázquez, es el que suena con más fuerza para sucederle.
Pese a al shock que supuso perder la Junta, lo cierto es que la disciplina del PP se mantiene intacta y la moral reforzada por los resultados en las elecciones generales del 26 de junio. El PP es un partido en perfecto estado de revista y cuyo pulso late, aunque su actual discurso en la oposición dudo que le haga recuperar votos en unas autonómicas. La actitud con la sociedad tampoco les ayudará a crecer de nuevo. Creo que por el camino actual, para volver a la Junta el PP necesita que el PSOE se estrelle, pero que, si no es así, no sumará apoyos propios.
PD: Podemos y Ciudadanos, los nuevos en la oposición merecen análisis aparte y lo haré en el próximo artículo.