Vivían en situación de precariedad en Rumanía y a los 12 los ofrecieron viajar hasta la provincia de Albacete para trabajar como temporeros en la recolección agrícola hasta el 15 de octubre, prometiéndoles una vivienda digna y adecuada, además de percibir 5 euros por hora trabajada en la recogida y corte de ajos, siendo también gratuito el transporte desde su alojamiento hasta su trabajo.
En estas condiciones tan lamentables vivían los temporeros rumanos engañados por un compatriota.
Pero la realidad era otra muy diferente…
Porque cuando llegaron a Albacete en mayo fueron trasladado, primero, al albergue municipal, donde estuvieron tres días, para después ser ubicados en una parcela propiedad de otro compatriota situada a las afueras de la ciudad y compartida con otras 40 personas que se repartían seis habitaciones, alojándose los 12 en una sola habitación con cuatro camas.
El inmueble carecía de baños y tenían que hacer sus necesidades en el campo, cocinaban a la intemperie con una botella de butano y el aseo tenían que realizarlo con garrafas de agua que recogían de un pequeño depósito instalado en la parcela.
Para más inri, por vivir en estas lamentables condiciones tenían que pagar 100 euros al mes.
Cuando llegó el primer día de trabajo, su máximo responsable los entregó a cada uno una fotocopia de una carta de identidad de otro compatriota con la que debían identificarse ante la Policía si ésta acudía al campo donde trabajaban. Y fue cuando comprobaron que las condiciones pactadas no tenían nada que ver con la realidad que les esperaba, puesto que la jornada laboral era de casi 12 horas, no llegaron a firmar ningún contrato ni mucho menos dados de alta en la Seguridad Social y, por supuesto, no llegaron a percibir ningún salario.
Uno de ellos denunció estas penosas condiciones ante la Policía, quien localizó la parcela semiabandonada y las fincas donde trabajaban. Había en total 80 trabajadores de diferentes nacionalidades, aunque la mayoría eran rumanos, procediendo en ese momento a la detención de cinco rumanos acusados de ser los presuntos autores de los delitos de falsedad documental y contra los derechos de los trabajadores.
Una vez localizados los otros 11 trabajadores explotados, cada uno de ellos ratificó la denuncia de su compañero. El principal responsable de la trama ya está en prisión.