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09/11/2011junio 14th, 2017

Castilla-La Mancha es una de las mejores zonas españolas para observar las estrellas porque la incidencia de la contaminación lumínica aún no es grave, según responsables del Observatorio Astronómico de La Hita (Toledo), que exigen una ley que proteja el cielo, que es Patrimonio Intangible de la Humanidad, de las luces de las ciudades. En Cataluña, País Vasco, Andalucía y Castilla y León ya existen leyes que regulan cómo y cuánto hay que alumbrar las ciudades, con el objetivo de ahorrar energía y reducir la contaminación lumínica, que es nociva para la salud humana y perniciosa para los ciclos migratorios de las aves, además de agravar el cambio climático y dañar las estrellas, porque las borra del cielo.

La Agencia Efe ha visitado las instalaciones del Observatorio Astronómico de Hita, en la localidad toledana de La Puebla de Almoradiel, donde siete personas trabajan desde hace más de una década para fomentar la divulgación científica en la comarca.


Para ello, y ante la falta de recursos, los trabajadores han construido con sus propias manos un telescopio, entre otras cosas, que puede observar objetos a 10.000 millones de años luz, próximos al origen del «Big Bang», y cuyos avistamientos han sido citados por la prestigiosa revista científica «Nature».

Dos de los investigadores, que se autodenominan «aficionados», Leonor Ana y Fernando G. Fonseca, han estudiado la contaminación lumínica en la comarca de Alcázar de San Juan y han establecido unos criterios para un alumbrado responsable: que la luz vaya de arriba abajo; instalar lámparas de sodio, que se centra en una sola longitud de onda; regular la cantidad lumínica según la vía y su tránsito, y reducir la emisión de luz pasada la media noche.

En la misma línea, el físico y presidente de la ‘Asociación Cielo Oscuro. Contra la contaminación lumínica’, Carlos Herranz, ha explicado a Efe que en Castilla-La Mancha aún hay zonas en las que se disfruta del cielo, aunque otras como Toledo, Talavera de la Reina o Alcázar cuentan con su particular «hongo de luz», o campana lumínica que sobrevuela la ciudad.

Según el físico, el exceso de luz está asociado al desarrollo urbano, por lo que, en los últimos años, el mapa de contaminación lumínica en España ha aumentado «considerablemente» y «el efecto más comprobable es que no se ven las estrellas».

En Castilla-La Mancha no existe de momento ninguna normativa que regule el uso del alumbrado en las ciudades, aunque muchas de ellas ya están tomando medidas orientadas a reducir la contaminación y, cada vez más, el coste energético.

Precisamente, Efe ha hablado con el concejal del área de Gestión de Servicios y Medio Ambiente, Gabriel González, quien ha asegurado que los criterios para alumbrar la ciudad Toledo son la seguridad y el ahorro energético para reducir la factura.

Así, el Ayuntamiento ha destinado 3 millones de euros a cambiar todo el alumbrado público y sustituir los reflectores potentes por el sistema LED -de la sigla inglesa Light-Emitting Diode (diodo emisor de luz)-, cuyo consumo es menor y dura más.

No obstante, los expertos consultados por Efe han cuestionado el sistema LED, pues consideran que se derrocha energía al emitir longitudes de onda que no son visibles para el ojo humano y que, a largo plazo, resulta más caro porque sus recambios son más costosos y la placa de fósforo que utiliza para filtrar la luz es muy contaminante.

Sin embargo, González asegura que, con el cambio, la factura de la luz en la ciudad ha descendido entre un 20 y un 30 por ciento, además de que se ha apagado un tercio del alumbrado público.

Aún así, la dispersión urbanística de la ciudad hace que la ciudad de Toledo, con alrededor de 83.000 habitantes, tenga hasta 20.000 puntos de luz, el doble que Albacete, que tiene más población, ha señalado el concejal toledano.

Según el presidente de la Fundación Astrohita, Faustino Organero, no se trata de volver a la época de los candelabros y las cavernas, sino concienciar a la sociedad y a los legisladores de que el exceso de luz tiene graves implicaciones, entre otras, la incapacidad de disociar las partículas de dióxido de carbono debido a la falta de oscuridad de las noches.

Los trabajadores del Observatorio Astronómico de La Hita, que abordarán a partir de ahora un estudio sobre los impactos en la luna, en colaboración con el Instituto Astrofísico de Andalucía, han lanzado un último mensaje: «no podemos seguir secuestrando el brillo de la noche y robando las estrellas a las generaciones futuras».

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