El Complejo Lagunar de Alcázar de San Juan (Ciudad Real) está poblado de especies únicas que hacen de este enclave un lugar fascinante para los amantes de la naturaleza.
Existen varios caminos que recorren las tres lagunas que la componen: la laguna del Camino de Villafranca, la laguna de las Yeguas y la laguna de la Veguilla. En cada uno de ellos hay instalados puntos de observación de aves que permiten avistar el pato colorado, la garza imperial, la grulla común o el flamenco, algunos muy díficiles de encontrar en otras zonas.
De carácter estacional y salino, las lagunas tienen su origen en el cegamiento a trechos de cauces de antiguos ríos -debido a la escasa pendiente del terreno- durante el Mioceno. Aún quedan restos visibles de estos paleocauces en forma de rañas y cantos rodados entre el río Gigüela y la Laguna de Las Yeguas.
La laguna de la Veguilla es un paraje recuperado que ha pasado de ser un vertedero durante más de medio siglo, a convertirse en uno de los humedales manchegos donde más especies de aves se pueden observar a lo largo del año. Recibe un aporte de agua depurada procedente de la estación depuradora, lo que permite que el paraje tenga agua prácticamente todo el año y con ello la presencia de aves sea permanente. Desde los observatorios se vislumbran no sólo los emblemáticos flamencos, también de garzas reales, grullas, el espectacular calamón, ánades como el pato colorado o el porrón moñudo y el llamativo pato de pico azul. El aporte de agua dulce permite a su vez que la laguna se rodee de una vegetación de tipo emergente: el carrizal.
La laguna del Camino de Villafranca es la más extensa del complejo lagunar. Está rodeada de una vegetación halófila (adaptada a condiciones de salinidad) como es el caso del Limonium o acelga salada, la salicornia o la famosa barrilla o Salicor de La Mancha, de cuyas cenizas se extraía el jabón de piedra o duro. Las playas de limo que flanquean esta laguna hacen posible que el visitante pueda ver a escasos metros del camino público a aves limícolas como las avocetas o las cigüeñuelas. A su vez, existe en esta laguna la llamada Isla de las Pagazas, refugio de cría de la pagaza piconegra. Estas tres especies crían en Alcázar, lo que conforma un Criterio de Importancia Internacional para justificar que las lagunas estén incluidas en el Convenio Ramsar de los Humedales.
Por último, la laguna de las Yeguas, cuyo aporte de agua depende exclusivamente de las precipitaciones, posee concentraciones de sal 100 veces superior a las del Mar Mediterráneo. Rodeada de albardines, almajos y el peculiar coralillo, la presencia de artrópodos únicos y endémicos dan una idea de la singularidad de estos ambientes. No es raro ver en época estival al escarabajo tigre Dulcinea, disfrutar del colorido del escarabajo avispa sobre el malvavisco loco, escuchar al grillo cascabel de plata u observar el hábitat del extraño Broscus uhagoni o el Poecilus (Sogines) zaballosi, especies únicas en el mundo.
El Centro de Interpretación situado en La Veguilla también permite conocer el uso histórico de los recursos de los humedales, de los que se tiene constancia desde la Edad del Bronce hasta mediados incluso del siglo XX. El complejo lagunar es accesible a pie y en vehículo. Es recomendable aparcar los vehículos a motor en las zonas habilitadas para ello.