Dos brutales incendios son los grandes culpables de las abultadas cifras de hectáreas quemadas en Castilla-La Mancha desde el inicio del nuevo siglo. Dos fuegos que han supuesto casi el 34 por 100 de las hectáreas de superficie forestal quemadas en la región, 17.939, de las 52.802 hectáreas totales. Además, el coste en el incendio de Riba de Saelices fue mucho mayor, con el retén que quedó atrapado enttre las llamas y que costó la vida de 11 personas.
Zona afectada por el incendio de Hellín en 2012.
Los incendios en Castilla-La Mancha en el siglo XXI han tenido dos fechas negras. La semana pasada encastillalamancha.es ofrecía los datos de los incendios desde el año 2000, en los que 52.802 hectáreas forestales habían sido calcinadas o, como ejemplo claro, su equivalente en campos de fútbol, 37.700 terrenos de juego como el Santiago Bernabéu.
De esas 52.802 hectáreas forestales, los dos grandes incendios que han asolado la región, el de Riba de Saelices (Guadalajara) y el de Hellín (Albacete), han supuesto más de un tercio de esa superficie, en concreto un 33,97 por 100, y 17.939 hectáreas, en su mayoría de monte arbolado.
Pero lo peor no son las cifras, sino las vidas que se llevó por delante el primero de ellos. Además del alto valor ecológico que tienen ambas zonas, tanto el Alto Tajo en Guadalajara donde 2.400 hectáreas se vieron afectadas, como la Sierra de los Infantes en Hellín.
LA TRAGEDIA DE GUADALAJARA EN 2005
Sin duda, el incendio de Riba de Saelices, en la provincia de Guadalajara, de 2005 es una de las fechas más tristes para la región. Una tragedia que tuvo todo lo malo que puede tener un incendio. Arrasó una superficie brutal, parte de ella protegida y, sobre todo, que 11 agentes forestales murieron cuando un cambio de viento hizo que su vehículo quedara atrapado por las llamas.
El fuego se originó por una barbacoa mal apagada por unos excursionistas. A partir de esa negligencia se desató la catástrofe. Era el sábado 16 de julio de 2005 y el incendio no estuvo controlado hasta el miércoles 20. Las condiciones de viento que tuvo el incendio hizo que rápidamente se extendiese y las hectáreas que se iba cobrando el incendio cada vez eran mayores.
Este incendio es el peor que ha sufrido la región desde el cambio de siglo. 12.732 hectáreas forestales se quemaron. De ellas, 10.352 era de monte arbolado con pinos resineros, sabinas mora y robles. Además, se vieron afectadas 2.380 de matorral y pastos, y 154 de superficie no forestal. El Parque Natural del Alto Tajo, que en años posteriores ha sufrido otros dos incendios de grandes magnitudes, en éste 2.400 hectáreas de sus bellos bosques fueron quemadas. Las cifras de este incendio son del Ministerio de Agricultura y Medio Ambiente.
LA OTRA FECHA NEGRA, LA SIERRA DE LOS INFANTES DE HELLÍN EN 2012
La otra fecha negra de los fuegos en el siglo XXI es el 1 de julio de 2012. Ese día se originó un incendio que no estuvo controlado hasta el día 3 y que siguió activo hasta el día 6, aunque para entonces el valor de los daños forestales era brutal.
El incendio tomó zonas de Castilla-La Mancha y de Murcia. En la región, la Sierra de la Infantes, que es un espacio protegido, tuvo unas pérdidas enormes, ya que la superficie afectada llegó a 5.207 hectáreas forestales, casi todas ellas arboladas, más otras 282 no forestales. Estos datos han sido facilitados por el programa Fídeas de la Junta.
Las hoces del río Mundo y el Segura también sufrieron daños. Para detener este fuego fueron necesarios 26 medios aéreos, 94 terrestres y 567 miembros de los equipos de extinción.
DOS FECHAS QUE NO SE DEBEN REPETIR
Como se comentaba anteriormente, entre estos dos incendios se han quemado 17.939 hectáreas, si tomamos como referencia el terreno de juego del Santiago Bernabéu son 12.808 campos. Estas alucinantes cifras entre solo dos incendios representan un tercio de las hectáreas forestadas quemadas en la región desde la entrada del siglo XXI y suponen las páginas más negras de los fuegos en Castilla-La Mancha. Ambos tuvieron un coste humano y natural demasiado elevado y hay que tratar de evitar su repetición a toda costa.