Cualquiera que analice la situación actual del PSOE seguro que encontrará unos cuantos problemas que puede achacar a su secretario general, Pedro Sánchez. Pero no se le puede acusar, como están haciendo los dirigentes del PP, de ser el responsable de que unas hipotéticas terceras elecciones generales tuvieran que celebrarse el 25 de diciembre, Navidad. Esa decisión es responsabilidad de Mariano Rajoy, presidente del Gobierno en funciones.
Pedro Sánchez lidera un Partido Socialista que está dividido, aunque sus dirigentes lo nieguen, y con problemas tan serios como el que protagonizan los socialistas gallegos, que corren el peligro de quedar en tercer lugar en las elecciones autonómicas del próximo 25 de septiembre, por detrás de PP y En Marea.
El Partido de los Socialistas de Galicia (PSdeG-PSOE) está en manos de una comisión gestora desde marzo, cuando su secretario general se vio obligado a dimitir porque fue imputado por una jueza por varios delitos de corrupción.
DIVISIÓN EN EL PSOE GALLEGO
Los militantes de ese partido decidieron en elecciones primarias quiénes serían sus cabezas de listas para las próximas elecciones autonómicas, pero la dirección federal del PSOE en Madrid modificó a dedo las candidaturas de Pontevedra y Orense para poner al frente de ellas a personas próximas a Pedro Sánchez y no aceptó las que habían sido elegidas en las primarias. Ese cambio puede hacerse, según los estatutos del partido, pero han saltado más que chispas, y eso sí es achacable al secretario general del PSOE.
Sánchez también se enfrenta a la división interna que existe entre destacados dirigentes y líderes autonómicos de su partido, porque algunos son partidarios de abstenerse en la segunda votación de investidura para que Rajoy pueda ser presidente mientras otros sostienen que su partido debe mantener la decisión que adoptó en su día de votar «no» al líder del PP o a cualquier otro candidato de este partido.
A Sánchez se le podrá responsabilizar de esos y otros problemas del PSOE, pero no se le puede acusar incluso de la muerte de Manolete, como hacen desde el PP. No. Si otras elecciones generales llegaran a celebrarse el día de Navidad será porque Mariano Rajoy lo ha decidido así, con el objetivo de presionar al líder socialista para que cambie de postura y se abstenga en la segunda votación y él pueda pasar de presidente del Gobierno en funciones a presidente investido por el Congreso de los Diputados.
RAJOY, SIN PRISAS
Desde las elecciones generales del 20 de junio, Mariano Rajoy siempre ha dicho que lo más urgente y necesario para España era constituir el nuevo Gobierno. Pero desde que el rey Felipe VI le encargó formar Gobierno él tardó exactamente 21 días en anunciar que se someterá al debate de investidura el 30 de agosto. Después tardó una semana en empezar a negociar con Ciudadanos, lo que le ha permitido cuadrar las fechas para que las terceras votaciones, si llegan a celebrarse, sean en Navidad.
Cada vez que era preguntado por la importante fecha de la investidura, Rajoy respondía que no se sometería a ese debate hasta tener garantizados los votos necesarios para ser investido presidente. Sin embargo, finalmente ha anunciado la fecha sin contar con los votos que precisa. ¿A qué se deben esas tres semanas de retraso, si decía que lo más importante para España era constituir el nuevo Gobierno para que este país siga avanzando?
En el PSOE y en otros partidos dicen, y con razón, que ha elegido ese día tras hacer un minucioso cálculo de fechas para que unas hipotéticas elecciones generales coincidan con el día de Navidad, con el objetivo de presionar al PSOE. El líder del PP en Cataluña, Xavier García Albiol, lo dijo claramente en Twitter: «A ver si Sánchez tiene ‘narices’ de enviar a 36.000.000 de españoles a repetir elecciones el día de Navidad». Dicho en otras palabras: o Sánchez y sus diputados votan «sí» a Rajoy o serán los responsables de que las elecciones se celebren en Navidad, aunque ésta ha sido una decisión de Rajoy. «Lo de Rajoy se llama ‘chantaje'», ha contestado el socialista Jordi Sevilla. Tampoco le falta razón.
A Pedro Sánchez se le puede responsabilizar de los problemas de su partido, porque para eso es su líder, pero no de unas hipotéticas elecciones en Navidad. Eso es responsabilidad exclusiva de Mariano Rajoy. A cada uno lo suyo, como escribió hace veinte siglos el jurista romano Domicio Ulpiano. Si entre unos y otros hacen que unas nuevas elecciones tengan que celebrarse el día de Navidad, el esperpento estará servido. Y la abstención será histórica.