«En estos días estamos celebrando el trigésimo séptimo aniversario del trasvase Tajo-Segura y del nacimiento del debate del agua. De González a Aznar pasando por Zapatero, Rajoy y lo que venga. Y en Castilla-La Mancha en particular, de Bono a Barreda, Cospedal, Page y lo que esté por llegar. El trasvase de palabras recurre, mayoritariamente, al socorrido ataque al otro. 37 años trasvasando agua, perdida entre las palabras que se lleva el viento.
Mucha oratoria pero poco agua, pocas infraestructuras y nada de justicia. Hagamos un análisis de conciencia: ¿cuántas infraestructuras hidráulicas se han hecho desde entonces?, ¿cuántas obras se han ejecutado para aumentar la superficie de regadío o para embalsar agua?
La sociedad ha sido secuestrada por el debate de los líderes políticos quienes han acabado con la conciencia regional. Cualquier iniciativa de la sociedad termina enturbiada por el incondicional apoyo de unos y la crítica destructiva de otros.
La pregunta es: ¿qué sensación tiene la sociedad castellano-manchega sobre las actuaciones de los diferentes gobiernos? Todo lo que se ha hecho durante estos 37 años en materia hidráulica ¿para qué ha servido?
Menos debate y más acción por la justicia y la igualdad: 1.500 hm3 y 500.000 hectáreas más de regadío en 20 años. Y que no nos pregunten de dónde como tampoco nadie nos preguntó por qué, para qué, quién y cómo en el resto de infraestructuras que hay en la región. El mejor y principal vehículo de comunicación para las personas, es el agua.
El AGUA tiene que pasar de ser un recurso para la dialéctica de la clase política a un recurso para la supervivencia de las gentes de Castilla-La Mancha. Punto».