“Están impactados, hace un mes estaban viendo la televisión desde los salones de sus casas, como nosotros, y ahora se encuentran con 14-15 tipejos que les dicen que los van a llevar a un sitio, fuera de su país, donde la vida va a ser mejor”. Así relata Damián Soriano, delegado de Intervención en Catástrofes de Bomberos Sin Fronteras, el encuentro con los 42 refugiados ucranianos que la ONG ha ido a recoger al país.
Una tensión que se va pasando con las horas, “conforme empezamos a sacar el payaso que llevamos dentro para amenizar y alegrar la situación”, bromea.
Damián forma parte del convoy de ayuda humanitaria, compuesto por bomberos de Albacete y Cuenca, que el pasado martes, 15 de marzo, partía rumbo a la frontera de Polonia con Ucrania para llevar material y traer refugiados a España.
Dos toneladas de ayuda humanitaria
Un total de siete vehículos de transporte de personas y uno de material, con cerca de dos toneladas de carga, al que se sumó en el camino un vehículo extra de un voluntario particular, que tenía la ayuda pero no los contactos para descargar, y que han hecho del viaje una experiencia “inolvidable”.
“Ha sido un vaivén de emociones, las dificultades a la hora de gestionar una emergencia así, localizando vehículos, personas, material y refugiados, no para durante el viaje, así que cuando descansas de conducir empiezas con todo ese trabajo, pero al final ves las caras de esas personas y esos niños y todo merece la pena”, asegura.
«Se ha desplegado un mundo solidario que no veíamos»
Los 42 refugiados recogidos serán reubicados, a través de los servicios sociales del Ayuntamiento de la localidad albaceteña de Villamalea y la Consejería de Bienestar Social, a partir de listados de familias de acogida y viviendas donde emplazar a estas personas. Además, muchos de ellos se alojaran con familiares o amigos que ya residen en la provincia.
Asimismo, se trabajará para su integración, escolarizando a los 14 niños y facilitando la búsqueda de trabajo para los adultos. “Con esta iniciativa se ha desplegado un mundo solidario que hacía mucho tiempo que no veíamos”.
Los castellanomanchegos ya se encuentran de vuelta a España, después de recorrer los más de 3.000 kilómetros que separan Albacete y Cuenca de la frontera con Ucrania. Un viaje que ha sido posible gracias a la colaboración de las respectivas diputaciones, así como de múltiples empresas y entidades de toda la comunidad, que pusieron a disposición de la ONG camiones y transportistas.
“Es increíble el despliegue de medios que desde la iniciativa privada se ha hecho. Empezamos a buscar vehículos y financiación, porque los precios y los alquileres están por las nubes, y la respuesta de los empresarios y particulares ha sido enorme, prácticamente han aportado todo el material”, agradece Soriano.
Otras iniciativas de Bomberos Sin Fronteras
Junto a esta iniciativa, Bomberos Sin Frontera ha puesto en marcha dos acciones más, una desde Alicante, para trasladar refugiados de la frontera al aeropuerto de Varsovia y desde ahí fletar aviones a España, y otra desde Málaga, para llevar material a los bomberos ucranianos, con 120 equipos completos de intervención en incendios en interior y material de transporte, que salió en un autobús el pasado jueves.
Colaboraciones que, Damián asegura, están en “la impronta del bombero”. “Está en nuestra forma de ser, sobre todo si formas parte de organizaciones como Bomberos Sin Fronteras, donde esa solidaridad va por delante y es la que te lleva y te empuja en los momentos más difíciles”.
«El nivel de riesgo de los bomberos ucranianos es brutal»
También se ha referido a la dura realidad que atraviesan sus compañeros en Ucrania donde, al elevado número de intervenciones que están realizando, se suma el riesgo de bombardeo y la preocupación por sus familias.
“El nivel de riesgo al que se enfrentan los bomberos ucranianos es brutal, no solo por el propio peligro de las intervenciones, que la mayoría son incendios y rescates de estructuras, sino por la posibilidad de sufrir una agresión militar de por medio. Además, a todo ello hay que sumar el impacto psicológico de ver tu país arrasado y de no saber si tu familia ha conseguido salir o sigue ahí”.