Emilio Sáez Soro (Albacete, 1965) empezó su transición al «descalcismo» en 2011, al principio con sandalias pero luego ya pasó a correr descalzo, y lo hizo «sin más», haciendo caso a una sugerencia y sin meditarlo mucho; ya entonces le empezó a rondar la idea de hacer una travesía que ha llamado «El camino del fauno».
Explica que ese trayecto fue «una aventura» que llevó a cabo en verano porque quería disfrutar sus vacaciones «de una forma más especial», lo que le llevó a estar 36 días «corriendo a través de toda España».
A pesar de atravesar caminos pedregosos, pistas de montaña y carreteras de todo tipo, confiesa que su viaje le ha dejado la «sensación de que nuestro cuerpo y nuestros pies son mucho más fuertes de lo que imaginamos y que por nuestros propios medios podemos llegar a cualquier parte».
«Sientes que con tranquilidad y corriendo relajado no hay distancia imposible», apunta y añade que aunque al llegar a La Coruña tenía «ganas de volver a casa», físicamente podría haber seguido mucho más porque el cuerpo se habitúa y los pies aguantan «a la perfección».
Resalta que el secreto de recorrer media España sin nada que se interponga entre la tierra y su cuerpo es «correr atento a lo que te rodea y no hacer cosas absurdas, como por ejemplo pisar vidrios».
Esta práctica supone «la vía perfecta para relajarse y desconectar» y ha sido la forma en que ha corrido kilómetros de muchas competiciones, en las que incluso ha llegado a subir al podio a menudo en su categoría contra corredores con zapatillas.
La mayor dificultad de su modalidad está cuando compite en carreras de montaña o en caminos empedrados, aunque afirma que pese a quedar en los últimos puestos, se siente satisfecho por superar las dificultades y se regocija «pensando que si al resto les quitasen las zapatillas», sería él quien llegaría primero.
Entre los beneficios de correr descalzo apunta la liberación de lesiones a las que somete correr con zapatillas amortiguadas, «que repercute en una posición más forzada que castiga articulaciones y musculatura», o el correr de una forma «mucho más divertida».
Desde su experiencia de corredor descalzo, defiende que proporciona un mayor fortalecimiento integral y mejoras en el rendimiento y así, con 52 años, hace «mejores tiempos que con 25», aun cuando entonces ya entrenaba bastante y era competitivo.
Desde que empezó a correr descalzo ha combinado «fácilmente» su trabajo de profesor en la Universidad Jaume I de Castellón con su afición, ya que «es la actividad deportiva más fácil de practicar, pues puedes salir a cualquier hora y en cualquier lugar», además de no necesitar mucho tiempo para hacerlo, lo que para el corredor es «una gran suerte».
A esta faceta deportiva, añade la divulgadora porque contar lo que aprende en la vida, explica, «suponía también la actitud lógica de contar todo lo que había experimentado y aprendido» y por eso ha plasmado su experiencia como descalcista en tres libros.
«100 consejos para correr descalzo» (2017) es la última de sus obras, con la que responde a «la falta de un conocimiento riguroso sobre esta forma de correr» y cuenta «la aventura que supone iniciarse a correr descalzo y llegar a hacer cosas impensables».
En la obra ha ordenado toda la información para que resulte «útil para quien se quiera iniciar en el descalcismo» y a quien aconseja iniciarse poco a poco, bien informado y sin prisa, ya que «se puede disfrutar muchísimo de esta forma de correr pero es importante hacer una buena adaptación» para evitar problemas.
Este experto descalcista mira al futuro con los objetivos de bajar de las tres horas en el maratón y de su mejor tiempo en media maratón (1.17), objetivos «no muy espectaculares» pero sí «ilusionantes» porque implican «seguir progresando y haciendo los mejores tiempos» de su vida en esta curiosa y cada vez menos desconocida afición.