La agonía imperaba a inicios de año en la cabecera del Tajo. A duras penas llegaban al 10 por 100 de su capacidad total, lo que impidió los trasvases al Segura hasta abril, pero una vez en marcha, ya no pararían hasta final de año. Por el camino, un cambio de Gobierno y algunas declaraciones que invitaban a pensar que algo podían cambiar en la gestión del trasvase.
Atisbos que se diluyeron a final de año cuando se aprobaron 38 hectómetros en diciembre, que fueron posibles porque el mes anterior solo se trasvasaron 7,5 para que a inicios de diciembre Entrepeñas y Buendía pasasen Nivel 2. Cuestión a la que se unieron las palabras del secretario de Estado de Agua, Hugo Morán, asegurando que por ahora no se iba a tocar el trasvase.
Pero no adelantemos acontecimientos. En abril llegaría el último trasvase del Gobierno de Rajoy, el último porque fue triple. 60 hectómetros, 20 al mes hasta junio, que serían aumentados a 38 tanto en mayo como en junio.
Mientras todo ese agua se marchaba para el Levante, por el Tajo apenas fluía el agua. De hecho, por momentos el caudal del acueducto Tajo-Segura duplicaba al que circulaba por el propio río antes de unirse con el Jarama. Un situación que hacía que en Toledo se viviesen las imágenes habituales, con su agua sucia y con espumas, tras la unión de un afluente con muchas más agua -y menos limpia- que el río principal, como se puede apreciar en esta imagen de Google Maps.
Los trasvases que iban a ser excepcionales siguieron siendo habituales
La llegada de Pedro Sánchez al Gobierno en julio abrió la puerta a que sobre la mesa estuviese la posibilidad de que los trasvase fuesen menos habituales. ¿La razón? Pues que en una de las primeras declaraciones de la titular del Ministerio para la Transición Ecológica -de nueva creación-, Teresa Ribera, dijese que los trasvases tenían que ser algo excepcional y no habitual.
Pero cada mes se sucedieron las nuevas derivaciones del Tajo al Segura. Las de julio, agosto, septiembre y octubre fueron de 20 hectómetros cúbicos cada una. En noviembre se aprobaron los mencionados 7,5 y en diciembre fueron 38. Porque de momento las normas de explotación del trasvase no van a cambiar, como así lo reconoció Morán, y no parece que lo vayan a hacer antes de la cita electoral de mayo.
De los que sí parece convencido este nuevo ejecutivo socialista es de que el cambio climático hará cambiar la gestión del trasvase, puesto que se prevé que las aportaciones hídricas en la cuenca del Tajo decaían entre un 20 y un 30 por 100 en los próximo años. Además en el Congreso de los Diputados también aprobó un informe que instaba a redimensionar los trasvases.
El pacto regional del agua
Durante 2018 el Gobierno de Castilla-La Mancha impulsó el pacto regional del agua. Quería unanimidad política, así como de organizaciones sindicales, agrarias y ecologistas, pero muchos de ellos se bajaron del carro. Como fue el caso Asaja y Ecologistas en Acción, además de que ninguna de las formaciones políticas -ni PP, ni Ciudadanos, ni Podemos- expresasen su apoyo explicito al documento.