Fueron muchos los profesionales de la sanidad castellano-manchega que brillaron en 2019 por los premios recibidos o por el trabajo realizado. Así, el año pasado encastillalamancha.es se hizo eco del consorcio internacional liderado por la investigadora toledana Carmen Fernández, quien -desde el Hospital Nacional de Parapléjicos de la capital regional- está estudiando el papel de la hormona leptina y el efecto de la regulación de su función para atacar la Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA) y ver su potencial terapéutico en esta enfermedad.
La labor del Hospital de Parapléjicos de Toledo también fue destacada por la Sociedad Española del Dolor «por su contribución al fomento de la investigación para el correcto abordaje y tratamiento del dolor» y por el Instituto Español de Resiliencia, por ser ejemplo de superación ante la adversidad. Además, la prestigiosa científica Juliana M. Rosa se incorporó a la Unidad de Investigación de Parapléjicos tras obtener un proyecto financiado por las acciones Marie-Sklowdoska Curie, como parte del programa Horizonte 2020 de la Unión Europea para una investigación de excelencia que estudiará los efectos que produce una lesión medular a nivel de la corteza cerebral. Un éxito más de sus profesionales fue la metodología llevada a cabo por Gerardo Ávila, Iriana Galán, Antonio García Peris, José Florensa, Andrés Barriga, Diego Serrano, Luis Romero y Julián Taylor para visualizar la presencia de dolor en pacientes con esguince cervical crónico tras sufrir un accidente de tráfico.
Otra Carmen, en este caso Carmen Lorenzo Lozano -jefa de servicio de Bioquímica del Complejo Hospitalario de Toledo- recibió el premio a la mejor comunicación de la Asociación Castellano-manchega de Análisis Clínicos, Labcam, por un trabajo sobre la influencia del ritmo biológico en la función renal de la población.
A finales de año Manuela Cabero Morán, anestesióloga y vocal de Médicos Jubilados del Colegio de Médicos de Toledo, recibía en Ginebra (Suiza) la medalla «Henri Dunant», que es la más alta distinción que concede la Comisión Permanente de la Cruz Roja y la Media Luna Roja, por sus reiteradas misiones en áreas de riesgo. Con este galardón se reconocían sus ideales humanitarios y su contribución al voluntariado sanitario. De hecho, Cabero ha desarrollado esta labor humanitaria en las guerras de los Balcanes, Kosovo e Irak y formó parte del primer equipo médico que la Cruz Roja Internacional desplazó a Sierra Leona para hacer frente al brote de ébola.
La región también fue escenario de avances sanitarios gracias a un grupo de investigadores de Castilla-La Mancha -compuesto por cinco personas: un veterinario, una ingeniera, un economista, un abogado y un físico- que trabajan en una máquina que contiene plasma frío y con la que se podría ayudar a curar enfermedades como el cáncer o la diabetes. Entre los integrantes del grupo Ion Biotec, el nombre de esta empresa puertollanera, se encuentra Ana Megía, doctora en Ingeniería, quien aseguró que la máquina que ha diseñado su equipo, llamada PlasmAction Vet, está destinada actualmente a uso veterinario.
Un año más el Hospital Mancha Centro de Alcázar de San Juan, concretamente su unidad de Oftalmología, protagonizó nuevos reconocimientos, como el recibido en el XIX Congreso de la Sociedad Europea de Especialistas de la Retina (Euroretina), celebrado en París por una comunicación en vídeo sobre el tratamiento de la patología postraumática. Del mismo modo, la Sociedad Española de Cirugía Ocular e Implanto-Refractiva (Secoir) le reconoció con el primer premio en la categoría de vídeos quirúrgicos por una nueva propuesta que ha consistido en intervenir una luxación completa del cristalino evitando su extracción.
De la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM) también surgieron nombres propios a destacar en sanidad. En este sentido, fue noticia el catedrático de Farmacología de la UCLM Valentín Ceña, investigador responsable de la Unidad Asociada Neurodeath, por un proyecto multinacional que incluye tanto a grupos de investigación pertenecientes a Taiwan, Canadá, Francia, Lituania y España, como a una empresa canadiense, con el objetivo de demostrar la eficacia terapéutica de la terapia génica facilitada por nanopartículas en el tratamiento del glioblastoma, un tipo de tumor cerebral con muy mal pronóstico.