Quintanar de la Orden (Toledo) ha acogido una interesante conferencia del pintor Ángel Sepúlveda sobre El Quijote y el papel de la mujer en esta obra.
El presentador de la conferencia, Antonio Sepúlveda comenzaba dando la bienvenida al público asistente y a Ángel Sepúlveda Madero, «con quien me unen, no sólo buenos lazos de amistad, sino de entrañable consanguinidad, aunque el parentesco pueda resultar ya, un tanto lejano», señalaba.
En su introducción, Antonio Sepúlveda recordó la trayectoria profesional y humana del ponente: «Un ilustre quintanareño, nacido en La Puebla de Almoradiel, allá por el 1921, y que, a los tres años, pasó a residir en Quintanar de la Orden. Don Ángel, Licenciado en Derecho, en 1949 comienza a ejercer la abogacía en Quintanar»:
Sepúlveda quiso destacar que «Ángel Sepúlveda fue alcalde de Quintanar de la Orden partir de 1960, y durante tres años, consiguiendo para ella un primer premio de embellecimiento de los pueblos de la provincia de Toledo».
Emocionado y casi sin voz tomó la palabra Ángel Sepúlveda, quién reiteró su agradecimiento a las autoridades, y manifestó que «tengo el corazón entre dos corazones repartidos, uno es el pueblo de mi nacimiento y otro el pueblo de mi adopción, ya que desde los tres años resido en Quintanar, aquí he formado una familia y en La Puebla están mis raíces, pero aquí también está mi corazón».
A lo largo de la exposición y como un pintor impresionista, Sepúlveda fue recogiendo distintas facetas de lo que es Don Quijote y de lo que es la mujer. «Las dos primeras mujeres que aparecen en el Quijote son el ama y la sobrina, el ama era una institución que todavía perdura en algunas casas, son criadas muy viejas, que han permanecido durante toda su vida, al cuidado de sus dueños. El ama es algo más que una criada, es mucho más que una sirvienta, era la capitana de todas las sirvientas, pero cuando había una sola hacía de todo, de madre, cuidar del viejo, ponerle la comida, y ama viene de amar, esas mujeres que por amor se entregan al prójimo, pero no son sirvientas, son mucho más nobles. La mujer es amor».
«Otra mujer que nos llama la atención es la mujer de Sancho, Teresa Panza, es la mujer sumisa, la mujer que acata a su marido, representa a la mujer común, esposas y madres, que han garantizado la continuidad de la vida. Ella procura retener a Sancho Panza en su aventura con Don Quijote, pero una vez que se marcha dice ‘os digo que hagáis lo que os diere la gana, o lo que os diere gusto, que con esta carga nacemos las mujeres, de estar obedientes a sus maridos aunque sean unos porros’. Por un lado tenemos el amor conyugal de ella hacia él, que dice que está sometida y acata todo lo que el marido quiera hacer, y la virtud de la mujer es obedecer al marido».