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Artículo de opinión 29/05/2013junio 12th, 2017

«Alternativa Laica, como en años anteriores, quiere hacer un llamamiento desde esta carta abierta a las distintas instituciones públicas y a sus máximos representantes para que hagan el esfuerzo de separar los contenidos de la fiesta religiosa de la participación de los cargos públicos en el desfile procesional por tradicional que esta sea.

Las fiestas del año pasado se convirtieron en una ridícula pugna entre los representantes autonómicos y municipales, de partidos distintos, para ver quién proponía más himnos, más banderas y más honores. La imagen de la presidenta regional con su peineta ha dado la vuelta al mundo y se ha convertido en el símbolo de las protestas de todos los sectores sociales que se han visto afectados por su despótico estilo de gobierno. Al parecer, este año no podrá asistir a la procesión por las tareas de su agenda política.


Pero al margen de anécdotas como esta, nuestros representantes políticos siguen sin considerar el fondo del asunto. Ninguna confesión tiene carácter estatal, dice la Constitución. Pero nuestros políticos, nuestros representantes democráticos de la Corporación municipal y del Gobierno regional volverán a formar parte de un cortejo confesional, luciendo una pompa vergonzosa y, ciertamente, incumpliendo el mandato constitucional.

Hemos criticado de igual forma en años anteriores la presencia del Ejército y las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, cuyas funciones nada tienen que ver con el lucimiento en los desfiles procesionales a mayor gloria de la jerarquía católica. El papel que la Constitución establece para estos cuerpos son la defensa y la seguridad; en ningún caso, la de adornar procesiones de la Iglesia.

Ni tampoco deben adornarla las autoridades académicas, como el rector de la Universidad, que tiene otras funciones que la de salir de procesión.

Entendemos desde Alternativa Laica que la forma en que las instituciones democráticas deben contribuir e, incluso, colaborar con las celebraciones de carácter religioso es no participando de forma activa en la procesión o el acto de que se trate y, en todo caso, situándose en un ámbito ajeno al desfile.

En este sentido, reiteramos nuestra propuesta de que las autoridades sigan la procesión desde una tribuna levantada al efecto, para que puedan expresar desde allí su respeto a quienes participan en la procesión, sin tener que aparecer como más cercanos a los que profesan una religión u otra.

Desde años anteriores venimos insistiendo en la obligación de salvaguardar el principio de neutralidad del Estado en materia religiosa. Los cargos públicos representan a todos los ciudadanos, con diversidad de creencias y convicciones, como es propio de una sociedad plural, y por ello deben ser exquisitos a la hora de separar su actuación como representantes políticos de su intervención en eventos religiosos, a los que, naturalmente, pueden acudir a título individual.

Este año, además, parece que la ornamentación de las calles tendrá un preponderante tono amarillo, tal como la bandera del Vaticano. Se pierde un poco el norte cuando las fiestas regionales o locales se utilizan absurdamente para dar homenaje a los estados extranjeros o a sus dirigentes.

Pero lo verdaderamente importante es que las fiestas del Corpus han ido superponiendo su carácter lúdico por encima de su origen religioso, a la vez que el interés turístico y económico las ha ido convirtiendo en las fiestas grandes de la ciudad. Por tanto, que las instituciones, y muy especialmente el Ayuntamiento de Toledo, organicen los festejos propios de una fiesta ciudadana con notable arraigo local e interés turístico y económico para la ciudad no tiene por qué significar su implicación y participación activa en las celebraciones religiosas. Es más, la celebración religiosa es importante para quienes tienen esas creencias, mientras que la organización de la fiesta grande es para toda la ciudadanía, independientemente de las creencias que cada uno tenga. La mayoría de los ciudadanos se apuntan a los conciertos, celebraciones, espectáculos, taberneos, patios, que llenan la ciudad y que son la verdadera celebración del Corpus.»

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