lunes, 30 de septiembre de 2024
19/02/2015junio 8th, 2017

«Como todos sabemos, durante estos días se están produciendo numerosas crecidas y desbordamientos en el río Ebro y contemplamos las imágenes de señales de tráfico en carreteras con agua que casi las cubren. Varios metros de altura sobre el lecho del río, compuertas abiertas para controlar los efectos e inundaciones que puedan producirse. En fin, una imagen que casi se produce todos los años por estas fechas.

Evoco esta situación y me acuerdo de nuestro maltrecho Tajo, con sus aguas ahora más rojizas a causa de las crecidas, pero con un aumento paupérrimo de caudal. Desde luego que no hace falta controlar las compuertas ni que haya temor a sufrir inundaciones y desgracias o pérdidas materiales, o de otro tipo. En esta cuenca eso se acabó hace 42 años con el expolio del trasvase.


Algunos internautas al observar lo expresado en el primer párrafo califican de cazurros a los respectivos Gobiernos por consentir que esto suceda. Yo voy algo más lejos y no utilizo cazurros, sino algo peor, ya que no se han dejado de hacer cosas por ignorancia sino por otras razones. Nos vendieron las plantas desaladoras como una solución, pero se ha visto que no, pues son caras y no tan eficaces como otros métodos, además del problema de la contaminación.

Recordarán que se produjeron numerosas manifestaciones en contra del Plan Hidrológico, algunas salvajes en varios aspectos. Se paralizó la iniciativa y el Gobierno actual no aprovechó la ocasión de vender esa necesidad, pero cualquier profano sabe que trasvasar agua del Ebro hacia lugares más secos de nuestro país hubiera sido mucho mejor y casi definitivo. Pero a los políticos les puede el miedo a perder el poder y les tiemblan las manos a la hora de adoptar medidas impopulares, pero necesarias. A veces, los intereses espurios de partido pueden más que la lógica y la razón. Y así nos va».

Carlos Martín-Fuertes.

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