La provincia de Ciudad Real es clave para la conservación de la población de la avutarda común en la península ibérica, según los resultados del último censo realizado por el grupo local de la Sociedad Española de Ornitología (SEO/BirLife) de Ciudad Real.
Los coordinadores del censo, los ornitólogos Ángel Arredondo y Juan López-Jamar, han explicado a Efe que los datos se refieren al año 2013, periodo durante el cual los socios y colaboradores de SEO llevaron a cabo un «importante» trabajo de campo para evaluar la tendencia de este ave en los últimos años.
Los resultados muestran un «extraordinario» aumento de la población de avutardas (otis tarda) con respecto al censo de 2001, hasta los 1.417 individuos en invierno, 872 en el censo reproductor y 572 en el muestreo de productividad de septiembre.
El incremento de la población, indican los coordinadores, se puede explicar en parte por la recuperación general de la especie a nivel nacional tras prohibir su caza en 1980, aunque también se debe al mayor esfuerzo, cobertura y exactitud del último censo.
En 1981 se realizó el primer censo nacional para la especie, que estableció la población provincial en 215 individuos distribuidos en seis núcleos, y en 1982 el ICONA estimó siete núcleos poblacionales y un total de 279 individuos.
UNA DE LAS MÁS AMENAZADA
En el año 1994 la población provincial se situó entre los 145 y los 170 individuos y fue considerada como la más amenazada de Castilla-La Mancha debido a su bajo número de efectivos y alto grado de aislamiento.
Ya en 2001, SEO/Ciudad Real realizó un nuevo censo coordinado para la especie en la provincia y estimó la población en 265 individuos (censo primaveral), con un máximo de 600 individuos en invierno y 315 aves en época estival.
La población ibérica de avutarda parece no haber disminuido durante la última década, pero el área de distribución se está reduciendo y la población tiende a concentrarse en los lugares de mejor calidad de hábitat, lo que las hace más vulnerables a amenazas como la pérdida de hábitat o fragmentación de poblaciones, han explicado Arredondo y López-Jamar.
No obstante, el estudio resalta que la falta de información histórica detallada deja la duda de si la tendencia observada sigue unos procesos naturales o se debe a un desplazamiento de aves desde zonas conectadas donde se estén produciendo pérdidas o deterioros de hábitat.
Además, el censo ha constatado un importante desequilibrio en la relación entre sexos en algunas de las zonas muestreadas que podría ser reflejo de algún problema que esté afectando de forma selectiva a las avutardas.
Por otra parte, el censo concluye que las amenazas de la población de avutarda común en Ciudad Real coinciden con las del resto de su área de distribución y son, principalmente, el deterioro y la pérdida de hábitat, derivados de la intensificación agrícola y de los cambios en el uso del suelo realizados sin una correcta evaluación ambiental, por ejemplo la transformación del viñedo tradicional en espaldera.
Los autores del estudio subrayan que en la última década ha habido un gran incremento del viñedo en espaldera promovido por las políticas agrarias y este cambio de sistema de gestión del cultivo implica una pérdida de hábitat para la avutarda común y otras aves esteparias, así como un riesgo de colisión que aún no ha sido suficientemente evaluado.
Asimismo, las grandes infraestructuras sin adecuada evaluación ambiental, como el caso del Aeropuerto de Ciudad Real, han supuesto la pérdida de zonas importantes para la avutarda, ya que aunque su ubicación quedó fuera de los límites de la zona protegida, su construcción supuso la pérdida de una zona de cría para la avutarda.
Este ave tiene una gran fidelidad a sus zonas tradicionales de exhibición y apareamiento, resaltan Arredondo y López-Jamar, que estiman «vital» para la conservación de la avutarda y otras aves esteparias conocer la importancia de las zonas muestreadas en este último censo, trabajar sobre las amenazas concretas y desarrollar una gestión y protección adecuadas.