No le da importancia porque afirma que es su trabajo. Sin más. Y que su obligación es velar por los demás. Pero no me pueden negar que su trayectoria laboral ya está marcada por los hechos que ha protagonizado en primera persona y que le han llevado a salvar la vida de tres personas en apenas cinco años. La última, la semana pasada, cuando tuvo que realizar una reanimación cardiopulmonar a un preso que se encontraba en los calabozos de Ciudad Real justo antes de ser juzgado cuando apenas podía respirar. El protagonista de esta historia es un policía nacional de 33 años, a quien citaremos solo por sus iniciales para preservar su intimidad (I.R.), y que no se siente ningún héroe, «me gusta ser policía y servir a la ciudadanía», tal y como ha contado a encastillalamancha.es.
«Dejé mi arma de fuego fuera por seguridad y entré en la celda…»
Él nos relata en primera persona cómo fue el episodio de la semana pasada, «como jefe del equipo me preocupo de los presos que llegan a los calabozos desde la prisión de Herrera de la Mancha, y un compañero me dijo que uno de ellos no estaba bien. Le pregunté al detenido y me dijo que estaba un poco mareado, que lo que quería era dormir…».
Como no se quedó tranquilo, decidió que haría pasadas periódicas para ver cómo se encontraba, hasta que en una de ellas el compañero de celda le dijo que aquel llevaba cinco minutos medio dormido. Empecé a llamarle desde fuera pero no respondía, por lo que cambié al otro preso de dependencia, dejé mi arma de fuego fuera como medida de seguridad, por si el detenido tenía intención de quitármela, y le moví». Pero como veía que no reaccionaba, le tomó el pulso y comprobó que era muy débil y que el cuerpo estaba frío. Algo raro sucedía…
De inmediato pidió a un compañero que llamaran al 091 y se dispuso a practicarle «un masaje cardíaco durante dos minutos», lo que sirvió para mantener al preso con vida antes de que llegaran los servicios médicos. Pero él insiste en quitarse méritos… «Soy parte de una actuación conjunta, porque si no llegan los médicos yo solo no hubiera podido hacer nada».
Este agente, natural de Villanueva de los Infantes (Ciudad Real), no es la primera vez que protagoniza un episodio de este tipo, porque ya en 2012 vivió otros dos episodios muy similares.
Salvó a un hombre de morir ahogado en Santa Cruz de Tenerife
Por ejemplo, cuando estaba como coordinador de servicios en Santa Cruz de Tenerife, «en una comisaría que estaba al lado de Playa Jardín, en Puerto de la Cruz. Nos entró una llamada de una persona que decía cómo había visto a otra tirarse al mar, lo que podía ser una tentativa de suicidio. Llegamos rápidamente y mi primera reacción fue tirarme al mar a por él. La persona que nos había avisado me ayudó a sacarlo del agua y le practiqué un masaje cardíaco hasta que expulsó el agua que había tragado. Le cubrimos con una manta térmica hasta que llegó el médico».
Y de nuevo en Ciudad Real protagonizó por tercera vez un episodio en el que se repitió de nuevo la historia…
Un joven en un centro veterinario con una bolsa en la cabeza…
«Nos llamaron los padres de un chico que trabajaba en un centro veterinario y nos dijeron, asustados, que no había llegado a casa cuando era una persona de hábitos diarios. Que se habían acercado al centro y que habían visto las luces encendidas, pero que no podían entrar, por lo que llegamos y nos encontramos con que el joven se habían intentado suicidar metiéndose un tubo de anestesia por la boca y cubriéndose la cabeza con una bolsa de plástico».
Terrible… Por lo que rápidamente trataron de cogerle el pulso, que apenas tenía, no respiraba, el cuerpo ya estaba frío… «Le tumbamos y como vimos que no tenía constantes vitales le practicamos un masaje cardíaco para recuperárselas un poco, hasta que llegó la ambulancia y se lo llevaron a Urgencias».
Tres masajes cardíacos, tres vidas salvadas… Pero sigue pensando que no tiene nada de héroe, sino que le gusta ser policía y servir a los ciudadanos. «Es cierto que no es muy normal que te suceda tres veces, pero puede ocurrir cuando trabajas en Seguridad Ciudadana, en la calle».
Es policía nacional desde los 21 años, ahora tiene 33, y ha trabajado en Madrid, Tenerife y ahora en Ciudad Real.
Un ángel de la guarda callejero…