Este jueves, efeméride del 20 aniversario del asesinato del periodista Ricardo Ortega mientras cubría el golpe de Estado en Haití. En la Cuenca natal donde nació en abril de 1966, al margen de una calle a las afueras que ni tan si quiera tiene placa, no hay muchos más vestigios de Ricardo Ortega. En 2014, sin embargo, la Facultad de Comunicación de la Universidad de Castilla-La Mancha, en el campus conquense, dedicó su sala de exposiciones fotográficas al malogrado reportero.
«Un orgullo para la UCLM»
La profesora Nieves Limón, encargada de la sala, asegura que es «un orgullo» para la universidad poder lucir el nombre de Ricardo Ortega para una sala «consagrada a la fotografía, al ámbito documental o al fotoperiodismo«.
«Sí que se echa de menos que las personas que han nacido aquí, pasaron tiempo en esta ciudad, puedan tener un reconocimiento y una puesta en valor de su trabajo», señala. Y añade que en el fondo, «la sala Ricardo Ortega se dedica sobre todo a dos cosas, por una parte, destacar y poner en valor el trabajo del estudiantado o de las profesionales del ámbito de la fotografía que pueden exponer»; pero también es un ejercicio «de recuerdo y de memoria, en este caso, del trabajo que realizó el propio Ricardo Ortega».
«Tenía instinto y olfato»
Pepe Ruiz, histórico periodista murciano, fue la primera persona que encendió la luz roja de una radio a Ricardo Ortega, algo que ocurrió en 1991. Comenzó su andadura en los 90 al tiempo que caía el muro de Berlín, empezó a armar hasta una docena de corresponsalías para la nueva emisora, una de ellas en Moscú.
El primer ocupante de la plaza de la capital rusa «duró poco tiempo», ya que recaló a los pocos meses en la Embajada española. Ante la dificultad de encontrar sustituto, fue un joven estudiante de Física, compañero de piso del periodista saliente, quien asumió la responsabilidad. «Había que enseñarle casi por correspondencia».
La falta de práctica y de formación no fue un obstáculo. «Tenía el instinto y el olfato. Era un periodista de raza», recuerda el periodista, que relata cómo tras subir la apuesta le enviaron el material necesario, «casetes y micrófonos, todos los aparatos de la época, que eran analógicos».
Fue el propio Ricardo Ortega quien se montó su propia mesa de mezclas para dar forma a sus propias crónicas, con algunas destacadas, como cuando Mihail Gorbachov anunció la disolución de la Unión Soviética, un día de Navidad de 1991. «Sólo tres medios en España dieron en directo aquél acontecimiento histórico. Una radio, la televisión pública, y José Ricardo Ortega para Onda Regional», recuerda.
«Su llama sigue viva»
La periodista Olga Viza ha querido recordar a quien fuera su compañero como una «punta de lanza» caracterizado por ser «el más valiente, más adelantado y el que tenía siempre las ideas» dentro de la redacción que pudo compartir con él.
Pese a que son ya dos décadas desde que cayera abatido, asegura Viza que «su llama está viva» y está siempre «presente como ejemplo, como amigo, como compañero y como modelo». Además, sigue sin explicarse por qué razón la justicia haitiana sí tuvo claras las circunstancias de su muerte y sin embargo en España la Audiencia Nacional archivara el caso hace 14 años. «Lo inexplicable no se explica».
«No gustaba al Gobierno»
El reportero y periodista Enric González recuerda los últimos días y el preludio del trágico final de Ricardo Ortega, marcado por la salida de la Corresponsalía de Nueva York ejercida para Antena 3.
En declaraciones a Europa Press, rememora el portazo recibido meses ante, un momento en el que «se le retiró del trabajo que estaba haciendo porque no gustaba al gobierno del momento», presidido entonces por José María Aznar. Una injerencia que «llevó muy mal». «Cuando haces bien tu trabajo y estás contando una verdad, y quienes están mintiendo te apartan, cabrea. Y él tuvo un bajón muy importante, pero consiguió quedarse en Nueva York», recuerda.
Fue el antecedente de su último viaje, en este caso a Haití. «Él no tenía que haber ido, pero, ¿cómo no iba a ir», señala el periodista, que no deja de lamentar que ‘Joserri’ «se fue en condiciones muy precarias», algo que no sólo no le frenó, sino que inclusó «le animó».
Sin chaleco antibalas, «a pelo», cubrió un conflicto con presencia norteamericana. «Y con las tropas norteamericanas siempre pasa lo mismo, porque igual ocurrión en el Hotel Palestina en Bagdad. Y allí, acabó igual», critica veinte años después, cargando contra una administración estadounidense que «no cooperó con ningún tribunal exterior».
«No tuvo que haber ido a Haití en esas condiciones»
El presidente de Reporteros Sin Fronteras, Alfonso Bauluz, ha puesto el acento en la precariedad con la que el periodista conquense viajó como ‘freelance’ a cubrir el golpe de Estado en Haití tras desvincularse contractualmente de Antena 3 dejando la Corresponsalía de Nueva York. «Era un gran periodista y lo que quería era estar donde estaba la historia, no me sorprende lo más mínimo. Otra cosa es que no tuviera que haber viajado en esas condiciones», critica 20 años después de que una bala de procedencia indeterminada y achacada a un «fuego cruzado» entre militares estadounidenses y rebeldes haitianos acabara con su vida.
En este sentido, ha recordado un correo electrónico pocas horas antes de su muerte donde hablaba de la esterilla donde había dormido esa noche, como punto crítico a la situación de los reporteros por cuenta propia. «Se sabe que el periodista que trabaja para una gran cadena es el que duerme en la cama y el ‘freelance’ el que duerme en el suelo. Todos hemos tenido colegas durmiendo en el suelo de las habitaciones de los hoteles que hemos compartido».
Entiende que en marzo de 2004, podría decirse que Ricardo Ortega estaba «abandonado» pese a haber «brillado allá donde había trabajado», con un oficio que le llevo a despegar «su capacidad de una manera arrolladora».
«Hoy estaría sin duda en Ucrania»
La periodista Corina Miranda, quien fuera compañera del reportero en Antena 3 y ahora periodista de la sección de Internacional en el servicio de informativos de Castilla-La Mancha Media, recuerda al conquense asesinado hace 20 años como alguien que «no dejaba indiferente a nadie, ni en persona, ni en pantalla».
Miranda no tiene duda de que, de seguir micrófono en mano en 2024, Ricardo estaría en Ucrania y Rusia para aportar su punto de vista de un conflicto que cumple dos años. «Nadie mejor que él, que hablaba un ruso perfecto, que se mimetizaba con la gente».
De seguir ejerciendo, «estaría intentando hacer su trabajo lo mejor posible, con su rigor y auto exigencia, con un trabajo limpio y bueno».