El volcán de Cumbre Vieja parece haber dicho adiós. Lleva más de 10 días sin actividad y por eso desde el cabildo han confirmado el fin oficial de la erupción. Si todo continúa según las previsiones, el volcán de La Palma será un recuerdo de 2021. Un recuerdo, eso sí, lleno de miedos, incertidumbres, pesadumbre y también de mucho dolor. El equipo de encastillalamancha.es ha hablado con dos voluntarias conquenses que viajaron hasta La Palma cuando el volcán estaba activo. Son Victoria y Ana Belén y ambas son psicólogas y voluntarias de Cruz Roja Cuenca.
100 días en vilo
Casi una centena de días con un cráter vehemente que parecía no terminar nunca. Hoy, los palmeros, esperan poder comerse las uvas sin el rugir de fondo y sin cenizas a su alrededor. Una nueva etapa de reconstrucción se abre ante ellos en la Isla Bonita.
La lava, durante todo este tiempo, ha cubierto más de 1.200 hectáreas. Las coladas han destruido más de 1.600 edificaciones y más de 1.300 casas. Los daños se estiman en más de 906 millones de euros, según el cabildo de La Palma. Carreteras y hectáreas de cultivo también se han visto afectadas. El volcán ha arrasado con todo lo que ha podido a su paso, pero la buena noticia, es que este desastre natural no se ha llevado por delante lo más valioso: la vida de los palmeros.
Y aunque ahora respiran más tranquilos, en La Palma siguen «en alerta», pues la superficie sigue ardiendo y despidiendo vapor de agua y gases. Además, los vecinos se preguntan qué pasará con ellos ahora que la tragedia ha terminado y el interés mediático, por tanto, disminuye…
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CRUZ ROJA, ayuda humanitaria: más de 5.4 millones de euros recaudados
Cruz Roja ha sido una de las organizaciones sin ánimo de lucro que ha estado desde el minuto uno dando su apoyo a La Palma. La organización ha entregado diariamente ayudas por valor de más de 15.000 euros. Han entregado más de 76.000 mascarillas FFP2 y más de 9.000 gafas protectoras a pie de calle. En la oficina de La Palma han atendido a unas 80 personas al día y la cifra de recaudación conseguida en los días de emergencia oscila a los 5.4 millones de euros.
Además, desde que despertara el volcán, aquella madrugada del 21 de septiembre, la organización se coordinó mediante un operativo nacional en el que participaron más de 150 personas en activo, formadas en su mayoría por compañeros de Canarias, al que se fue incorporando personal de los Equipos de Respuesta Inmediata en Emergencias (ERIE) de todo el territorito nacional. Es el caso de las conquenses Ana Belén y Victoria con la que hemos podido hablar.
Dos voluntarias conquenses en La Palma
Ana Belén Galarzo y Victoria Bermejo son psicólogas y voluntarias de la ERIE psicosocial de Cruz Roja en Cuenca. Ambas han estado en La Palma una temporada, con otros compañeros del país, para dar apoyo tanto a los vecinos como a los equipos de emergencia que han estado dejándose la piel diariamente, así como bomberos, protección civil o forestales.
El objetivo de los Equipos de Respuesta Inmediata de Emergencias (ERIE) de Atención Psicosocial, no ha sido más que proporcionar atención psicológica o acompañamiento emocional a la ciudadanía palmera afectada por este fenómeno natural, a fin de aliviar, en la medida de lo posible, el sufrimiento emocional que les ha ocasionado la pérdida de la vivienda, el desalojo, la pérdida de terrenos o la incertidumbre de qué iba a suceder.
Las dos protagonistas de esta información, estuvieron en La Palma cuando el volcán estaba activo, a ellas también les interrumpía el sueño a media noche el rugir del volcán, olieron el azufre, retiraron ceniza y abrazaron a todas aquellas personas que en esos momentos sabían o predecían que iban a perderlo todo…
La vida en La Palma en primera persona
Hoy, sus historias son pasado, porque, el volcán ya duerme...Ambas aseguran que no dudarían en coger otro avión dirección La Palma si su ayuda volviera a ser necesaria.
Aunque el objetivo era el mismo, Victoria y Ana Belén atendieron a colectivos diferentes. En el caso de Victoria, atendió a vecinos y vecinos de La Palma que estaban desalojados o que habían perdido sus viviendas. Estuvo en la isla del 25 al 2 de noviembre; Ana Belén, sin embargo, se encargó de dar apoyo psicosocial a las personas trabajadoras de la zona como bomberos y forestales, que además de estar viviendo la catástrofe en primera persona, también eran palmeros y sufrieron el desalojo de sus familiares o la pérdida de terrenos. Estuvo en la isla desde el día 15 hasta el 23 de noviembre.
Una vez llegaron a La Palma, un equipo de profesionales les explicó la emergencia del volcán, «diciéndome cuál era el operativo allí, qué dos lanzaderas había, la norte y la sur», cuenta Victoria. Las lanzaderas son los puntos cero que hay en La Palma, los puntos donde la circulación está prohibida, la gente ya está desalojada y no se puede pasar.
«Lo que había era un sentimiento de impotencia, frustración, de preocupación… Al final es una emergencia a la que nadie se había enfrentado antes. Porque un incendio, tardes más o menos, si tienes los medios, puedes hacer algo para que se apague el fuego, pero el volcán es impredecible, no puedes hacer nada […] A su vez, afloraba la parte más humana y solidaria de las personas».
Ambas coindicen en la capacidad que tuvieron los palmeros para relativizar. Algo, en lo que ellas también ayudaron. Entendieron que lo material no tiene importancia, lo realmente valioso es seguir sanos y tener a todos sus familiares cerca. En el equipo de Ana Belén se centraron sobre todo en llevar a cabo «Sesiones de ventilación emocional» porque los profesionales tenían dudas de si estaban realizando bien su trabajo.
«Como eran equipos de emergencia lo que más repetían era sobre su vida profesional, si lo hacían bien, si no. Todos estaban muy acostumbrados a la parte técnica, pero no tanto a la más humana o emocional, porque todos con esta emergencia han cambiado su función normal porque lo que hacían era acompañar a desalojados a ver sus viviendas, a ver cómo estaban sus casas. Han tenido que lidiar con crisis de ansiedad y situaciones extremas», asegura Ana Belén.
Añade Ana Belén que en esas situaciones tan difíciles, al final cada uno tira de las herramientas innatas, de esas herramientas que salen directas del corazón y que por eso, siempre, actuaban bien. Asegura que ha sido realmente difícil enseñar a gestionar la situación cuando el volcán se veía de fondo, la televisión no hablaba de otra cosa o las sirenas de las autoridades resonaban por toda La Palma, «todo el mundo allí está viviendo un luto, sobre todo aquellos que han perdido sus viviendas».
¿Y ahora qué?
Ahora, Papa Noel ha dormido al «ogro», pero las casas siguen derrumbadas, los desalojados siguen ocupando las casas de sus familiares o los hoteles de la zona. Los cultivos de los agricultores siguen cubiertos de ceniza y las carreteras, muchas, continúan inaccesibles. Eso sí, ya pueden decirlo alto y claro… la erupción más larga de la historia de La Palma ha finalizado.