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13/12/2013junio 9th, 2017

«Hace 25 años de aquel histórico 14-D de 1988, en el que iniciaba mi intervención en la Plaza del Altozano de Albacete afirmando que «desde Finisterre a Cabo de Gata y desde Cabo de Creus hasta Ayamonte, España entera estaba parada. ¡La Huelga General había sido un éxito!», respondiendo así a la convocatoria de «Paro General» realizada por CC.OO. y UGT.

Los sindicatos, junto a los ciudadanos exigíamos un cambio radical de la política económica y social que desde hacía tiempo se venía aplicando por el Gobierno de Felipe Gonzalez, con la anuencia y complicidad de la patronal y que ésta estaba perjudicando severamente al desarrollo económico, y a amplias capas de la sociedad, empezando por los trabajadores; junto a ello se exigía que las ventanas de los despachos oficiales se abrieran de par en par para que el aire fresco entrara en los mismos y llegara a sus oídos el clamor de la calle.


Es verdad que la gota que colmó el vaso sindical, fue el «Plan de Empleo Juvenil», que suponía por la vía de hecho algo tan grave, injusto e innecesario como «el despedir al padre para contratar al hijo».

Es evidente que las razones profundas de la convocatoria se venían incubando desde mucho antes. Se impusieron sacrificios muy importantes a los trabajadores: una reconversión industrial que costó miles y miles de empleos, y la desertización de las zonas afectadas; una reforma unilateral la seguridad social, perjudicando las pensiones de los futuros pensionistas; los salarios de los trabajadores, públicos y privados, estaban perdiendo poder adquisitivo; se redujeron las prestaciones por desempleo; se generalizó la contratación eventual; se redujo el gasto social; y un largo etc.

A su vez la economía estaba creciendo de forma importante durante los dos años anteriores, pero los trabajadores, las capas populares, no eran beneficiarios de éste: ni llegaba a sus nóminas ni a sus casas. Sin embargo las rentas del capital si crecían, mientras que las del trabajo bajaban.

Fue una convocatoria justa, necesaria, que tenia por objetivo obligar por igual a gobierno y patronal a retirar el Plan de Empleo Juvenil y a negociar de verdad un cambio de rumbo en la política económica y social, un mejor reparto de la renta, más derechos para los trabajadores y otra forma de gobernar.

Con carácter previo, se produjo una movilización sindical y social sin precedentes. Cientos, miles de cuadros y delegados sindicales, tanto de CC.OO., como de UGT, recorrieron la mayoría de los centros de trabajo, explicando las razones de la convocatoria. Pero la movilización fue mucho más allá, produciéndose multitud de reuniones, de encuentros, de asambleas con jóvenes y estudiantes; con actores, escritores, futbolistas y toreros; con campesinos y autónomos, con organizaciones católicas, y ONGS, con asociaciones de vecinos, adhiriéndose todos ellos a la convocatoria.

Si bien ésta fue estrictamente sindical, siendo CC.OO., y UGT los motores de la misma, el resto de organizaciones sociales, vecinales, culturales, estudiantiles, jugaron un papel fundamental en su éxito.

Fue una demostración cívica, democrática tanto de los trabajadores, de sus sindicatos, como de la sociedad civil, pese a todos los desastres que previamente se pronosticaron.

No me equivoco si afirmo que la huelga General del 14-D, es el acontecimiento sindical y social más importante ocurrido en este país desde el inicio de la transición democrática por el carácter cívico de la misma, por su amplitud y por los objetivos logrados, unos inmediatos y otros a medio plazo.

Hoy en este 25 aniversario los sindicatos deben no solo recordar aquella huelga como hecho histórico, y sentirse orgullosos de ello, sino que deben convertirlo en un verdadero icono sindical.

Las razones que llevaron a CC.OO. y UGT a dicha convocatoria, hoy están tan vivas y vigentes como entonces. Efectivamente, vemos como este Gobierno déspota, insensible, inútil, autoritario y demagogo, y a la patronal cicatera, egoísta, insaciable e insolidaria, practican una la política de ajuste puro y duro contra los mas débiles, que está dando como resultado una destrucción masiva de empleo sin precedentes, y no solo precario, sino de calidad, alcanzando el paro al 27% de la población activa –en el caso de los jóvenes el 57%- y sin visos de solución ni en el corto ni en el medio plazo, pese a los anuncios demagógicos de signos positivos. Se está desmantelando el Estado del Bienestar, atacando a sus pilares básicos como la educación, la sanidad, las pensiones y las políticas sociales; se aprueba una reforma laboral que da todo el poder contractual al empresario, facilitando y abaratando el despido y aumentando aún más la precariedad en el empleo; se denigra y castiga a los empleados públicos. Pero no contentos con ello, se recortan derechos y libertades individuales y colectivas, con leyes tan antidemocráticas como la mal llamada Ley de Seguridad Ciudadana, que busca en el fondo criminalizar la protesta.

La situación económica, política, social y democrática, es dramática, está en peores condiciones que las de entonces. Se producen ataques en todos los frentes: contra los derechos laborales y sociales, contra la esencia del Estado del Bienestar, contra las libertades. Y además ataques sin precedentes en la historia democrática de este país, contra el sindicalismo de clase que tiene por objeto eliminar cualquier atisbo de oposición a sus políticas antisociales. De ahí que sea más necesario que nunca reivindicar con firmeza no solo la vigencia del 14-D, y los derechos conquistados, sino, y muy especialmente, la vigencia de éstos.

Si queremos hacer frente a este conjunto de políticas regresivas y de recortes, se hace imprescindible una fuerte campaña de explicación y movilización social encabezada y dirigida por CC.OO. y UGT, tendente a contrarrestar la de la derecha política y mediática, que permita recuperar la credibilidad ante los trabajadores y su confianza, pasando a la ofensiva y demostrar que el sindicalismo confederal es el instrumento más útil y eficaz que tienen los trabajadores para defender tanto sus intereses individuales como colectivos. Ya hemos visto un ejemplo de cómo hacer frente a sus políticas, como el de los barrenderos de Madrid.

Igual que el 14-D de 1988 los trabajadores junto con sus CC.OO. y UGT fuimos capaces de parar aquellas políticas, hoy estoy convencido que juntos también podemos impedir a este Gobierno y a sus aliados que sigan por este camino de destrucción y de injusticia».

Juan Antonio Mata, expresidente del CES.

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