«Esta riqueza que son las monjas contemplativas no forma parte de la cultura de nuestra sociedad, no atrae a jóvenes que buscan la felicidad de su vida. No lo ven como posibilidad de vida cristiana. La consecuencia es terrible: apenas hay vocaciones para la vida contemplativa, no entra en la mente y el corazón de nuestras jóvenes esta forma de vida cristiana que es ser monja. Y nuestros monasterios languidecen en una proporción alarmante». Son palabras del arzobispo de Toledo, Braulio Rodríguez, en su escrito semanal y que ha titulado «Nuestras monjas contemplativas».
En él habla de las monjas de clausura, «mujeres que llevan adelante una vida singular, centrada en Cristo y con unas condiciones concretas», mujeres consagradas «también con una historia de amor apasionado por el Señor y por la humanidad a través de la búsqueda del rostro de Dios». Pero hay un problema…
«Monasterios con tal precariedad que las monjas no saben cómo solucionar su continuidad»
Y es que la falta de vocaciones ha provocado que haya monasterios «con tal precariedad que no saben cómo solucionar su continuidad. Y en muchas ocasiones sufren solas la angustia de qué hacer para que la vida contemplativa continúe en tal o cual monasterio».
El arzobispo recalca que «sufrimos con ellas esta realidad, pero son ellas las que más sufren la indiferencia del resto del Pueblo de Dios. Nadie dice que problema es fácil. No lo es, pero mi llamada es que todos los católicos se preocupen de cómo afrontar esta carencia de nuestros monasterios. No basta orar, siempre necesario. Tiene que haber más soluciones a este drama para que la solución no sea únicamente el cierre paulatino de los monasterios de clausura. Ya conozco yo fuera de España ciudades donde las monjas contemplativas fueron, pero ya no son. Me atrevo a pediros algo más que lamentos y consternación».
Por ello Braulio Rodríguez hace un llamamiento… «No habrá monjas contemplativas si no se ve en nuestro horizonte mental, en nuestros valores, la posibilidad de que algunas de vuestras hijas, nuestras jóvenes muestren interés por una vocación cristiana que, como deseaba Santa Teresa, en el seguimiento de Jesucristo, solo quiero que le miréis a Él, para conocerlo a Él, y la fuerza de la resurrección…».