miércoles, 27 de noviembre de 2024
Artículo de opinión 08/02/2014junio 9th, 2017

«Es cierto, que no es la primera vez que nuestro Estado sufre una crisis económica que hace tambalear los cimientos de la democracia y la estructura social de nuestro país.

Cierto es también, que si acotamos temporalmente la historia de España desde el nacimiento de la constitución del 78 hasta la actualidad, puede que estemos de acuerdo si afirmamos que la crisis económica vivida durante en los últimos años, está siendo la mas demoledora de cuantas podemos recordar y sus efectos, no pasan solo por un empobrecimiento general monetario, bancario, financiero mercantil, social, etc. sino que sus consecuencias van cambiar y están cambiando inexorablemente el sistema de valores desde un nuevo concepto de gobierno y de representantes sociales.


Que el mundo esta lleno de vencedores y vencidos, de valientes y cobardes no es nada que yo vaya a revelar en estos momentos, pero para completar un análisis justo de lo que está ocurriendo en los últimos años en España, debemos diseccionar el estado de nuestro país.

Que el partido socialista ha utilizado unos códigos para gobernar que se alejan mucho de un modelo aceptable y razonable para conseguir una economía sostenible, podemos a estas alturas afirmarlo sin lugar a dudas, porque aunque la crisis de nuestro país haya tenido un notable componente externo, el auténtico acicate que se ha encontrado el partido popular al llegar al gobierno, ha sido el morrocotudo endeudamiento, lo que no permitió poner en marcha desde el minuto uno las políticas de empleo que tenía previstas para superar los cinco millones de parados que no supo frenar Zapatero.

Cinco millones que a estas alturas serían siete, ocho o quien sabe…. si el PSOE hubiera continuado gobernando en España. Restringir el gasto cuando uno está acostumbrado a que no falte de nada aunque no se page, es duro; pero coger las riendas y enmendar lo que otro ha esquilmado, es aún peor. Es, ponerse en primera fila y dar la cara. Es intentar razonar con el que está lleno de razones porque alguien le ha arrebatado el presente, el sustento y, con ello, la ilusión y la esperanza. Es restar de aquí y de allí aunque duela. Es tomar medidas antisociales y antielectorales porque si no se nos cae «el chiringuito». Es, aguantar el insulto la presión, el acoso y el rechazo de quien no es capaz en estos momentos de entender que no hay «plan B».

El gobierno del PP no está siendo el más guapo, porque ha tenido que «bailar con la más fea». Tampoco está siendo el más generoso porque está teniendo que pagar lo que otros ofrecieron como si el dinero no se fuera a acabar nunca.

Dicen que de toda situación límite se aprende, es posible y yo en mi reflexión así lo creo. Las nuevas claves de gobierno marcarán el futuro, obligando a unos cambios de pensamiento social en los que criterios de esfuerzo, sacrificio, economía y rentabilidad conseguirán hacer efectiva la sostenibilidad económica y con ello empezar a crecer.

Políticos del futuro y ciudadanos del futuro. Probablemente y sin planteárselo conscientemente, el Partido Popular en su propósito de gobierno, esté instaurando las líneas maestras que deben servir para forjar una estructura presupuestaria que nos proteja al menos de nuevos golpes económicos y futuros riesgos para el equilibrio de un Estado como es el nuestro, que ha «cojeado» en un pasado inmediato, de cierta putrefacción política desde el poder socialista.

Ignorar la responsabilidad adherida al gobierno a la hora de administrar, supone conducir a los territorios y sus habitantes al borde de una sima y a tener expectativas y coberturas para las que el estado no tiene respuesta económica.

Hacer creer a un pueblo en este momento, que dependen de un partido u otro, coberturas sociales y sanitarias que nunca fueron reales y que nunca fueron pagadas, es cuanto menos, una actitud repulsiva por parte de quien lo proclama.

Es muy fácil convencer de una mentira a alguien que está necesitado, y es muy difícil decir de frente y a la cara, que no nos quedaba otra que restringir unos gastos, que nunca existieron porque nunca se pagaron al menos, en el momento en que se ofrecían.

Se comienza a cerrar la etapa de un sistema democrático joven y, a todas luces inexperto desde el punto de vista gubernativo, donde el poder era como un gran escenario desde el que se lanzaban intenciones, promesas y dádivas sin ningún tipo de protección económica, real y efectiva.

Y por ende, se abre ante España el futuro. Un futuro muy diferente al presente actual. Un futuro, que nace para el elector desde el escarmiento, desde el sufrimiento y para demasiados, desde la desesperación.

Pero un futuro que está exigiendo y exigirá un profundo cambio no sólo a los gobiernos, sino también al ciudadano. Un español que va a tener que elegir entre los gobiernos que propugnaban acceso a todo no importando como. O acceso inteligente a los servicios a costa de códigos de racionalidad presupuestaria que podrán garantizar la sostenibilidad del Estado y bienestar de sus ciudadanos.

Es decir, afortunadamente vamos encaminados a superar la situación actual y con ello a vencer muchos errores. Errores de facto, de juicio y de cálculo.

Se impone un cambio de tendencia obligado. Una nueva manera de administrar para los elegidos y una nueva forma de pensar para los administrados. La combinación de ambos dará lugar a asegurar un futuro inteligente».

Valle Arcos es concejala del Grupo Municipal Popular en el Ayuntamiento de Toledo.

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