Julián Acedo acaba de cumplir 90 años y en sus manos y oídos aún conserva el don de ser uno de los pocos hombres capaces de ‘dar voz’ a los cencerros que se escuchan por los montes de Ciudad Real.
Casi ochenta años lleva este nonagenario afinando los cencerros que cuelgan de las colleras de los rebaños que pastan en los montes y valles de la comarca de Cabañeros.
Este oficio tradicional, que surge de las manos artesanas, prácticamente ha desaparecido en España, pero se mantiene vivo en Alcoba de los Montes, el pueblo al que este hombre llegó hace ya muchas décadas para compaginar su pasión por afinar los cencerros con el cuidado del ganado.
En una entrevista con Efe, Julián Acedo (Fuenlabrada de los Montes, Badajoz, 1922) explica cómo a golpes de martillo es capaz de conferirle a cada cencerro un timbre y una resonancia distinta que le permite sonar con voz propia en el campo.
Es la forma «de sacarle el son a los cencerros», asegura Julián.
Un gran rejón de hierro sobre el que coloca los cencerros y un martillo son las dos herramientas principales que se emplean en este oficio, donde el oído es lo más fundamental.
A base de pequeños golpes, destreza y maestría los cencerros van adquiriendo el sonido perfecto que caracteriza el ganado de cada uno de los ganaderos de la comarca.
Según explica Acedo, cada pastor, vaquero o cabrero tiene un sonido propio para su ganado, es la marca que lo identifica, de tal forma, que cuando los animales pastan por el campo o se adentran en el monte, resulta mucho más sencillo identificarlos entre el resto de cabezas de ganado.
Pero los cencerros no sólo son importantes para saber dónde está el ganado en cada momento, también juegan un papel fundamental en el traslado de los rebaños «que caminan juntos tras el mismo son, evitando desparramarse y yéndose cada uno por un lugar diferente», como apunta en un momento de la entrevista la mujer de Julián, Emiliana Lucas.
Emiliana dice que por la comarca «no hay nadie que haya querido aprender el oficio de su marido» que, además de afinar los cencerros, es todo un experto en arreglar los resquebrajados y rotos y en tallar badajos.
Paciencia, sabiduría y humanidad son rasgos que caracterizan a este nonagenario que ha mantenido en el tiempo este curioso oficio y que, hoy en día, sigue haciendo posible que los cencerros dejen de cerdear y sonar mal.
Hasta él acuden los ganaderos de los municipios que se encuentran en el Parque Nacional de Cabañeros, que siguen confiando en el buen oído de Julián, algo que como él mismo reconoce «es muy preciso para esto que sigo haciendo yo».
«Ellos sabe que el día que no los arregle y les de voz yo, no habrá nadie que lo haga, y me vienen a decir que entonces los cencerros sonarán como hojalata, como un bote», comenta con una media sonrisa en la boca.
Julián Acedo es toda una institución entre los ganaderos de la comarca, de los que goza de toda su consideración y respeto, pero también lo es entre sus vecinos, que saben que tienen cerca a uno de los últimos afinadores de cencerros de España.