El inicio en el consumo de alcohol en Castilla-La Mancha es a los 16,6 años y más de la mitad de los consumidores asegura haber tenido una borrachera en el último mes, según la última encuesta sobre alcohol y drogas publicada por el Ministerio de Sanidad.
El mismo informe señala a la región como las de mayor prevalencia del binge drinking, considerado el consumo de alcohol de cinco o más bebidas alcohólicas en el caso de los hombres y cuatro en el caso de las mujeres, en una misma ocasión durante el último mes, según ha informado la Junta en nota de prensa.
Según esta encuesta, el 91,2 por 100 de la población de 15 a 64 años manifiesta haber consumido bebidas alcohólicas alguna vez en la vida, lo que convierte al alcohol en la sustancia psicoactiva con mayor prevalencia de consumo.
Estos datos se ofrecen con motivo de la primera sesión del año de los Seminarios de Investigación que organiza el Hospital General Universitario de Ciudad Real en colaboración con la Facultad de Medicina de la UCLM, y en donde el presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría Clínica, Gabriel Rubio, ha tratado de dar respuesta a por qué nos empeñamos únicamente en disminuir el deseo de beber de pacientes con dependencia al alcohol.
Según Rubio, tradicionalmente tanto los abordajes farmacológicos como los terapéuticos que se utilizan con personas con dependencia del alcohol se han centrado exclusivamente en «manejar el deseo de consumir, a costa de trabajar los mecanismos de inhibición».
Gabriel Rubio Valladolid, que es profesor de psiquiatría de la Universidad Complutense y Jefe de Sección del Servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario 12 de Octubre de Madrid donde dirige el grupo de investigación i+12. dedicado en los últimos años a estudiar los procesos psico-fisiológicos implicados en la recaída en el consumo de alcohol, asegura que «la recaída en el consumo de alcohol es un evento bastante habitual en dependientes del alcohol que realizan un tratamiento para alcanzar la abstinencia».
Son muchos los factores que pueden influir en la aparición de una recaída pero tradicionalmente se considera que pueden existir al menos tres procesos implicados en ella: sesgo atencional, deseo de consumir y dificultad para poner en marcha mecanismos inhibitorios de la conducta de ingesta.
Los resultados del grupo de investigadores que lidera Rubio Valladolid, cuestionan la terapia exclusiva del «manejo del deseo» y plantean nuevos métodos de intervención centrados en el abordaje inhibitorio mediante psicoterapia, tratamiento farmacológico o incluso la estimulación trascraneal».
Los pacientes con dependencia alcohólica, manifiesta Rubio en su defensa de estrategias terapéuticas para mejorar con control inhibitorio, suelen caracterizarse por determinados rasgos de personalidad predisponentes, como la necesidad de búsqueda de sensaciones o un comportamiento impulsivo, así como la asociación de trastornos de ansiedad o depresión.
Como ejemplo, Rubio establece un detonante los eventos estresantes o traumáticos que puedan ocurrir durante la adolescencia, etapa en la que el sistema nervioso central todavía no ha madurado por completo, y en la que se «incrementa de forma significativa el riesgo de desarrollar trastornos por abuso de alcohol en la etapa adulta».
«El abordaje de los procesos impulsivos es más útil que focalizar las terapias en el deseo», advierte Rubio. El objetivo terapéutico se debería establecer según etapas, de forma que el sujeto sea capaz de poner en valor la abstinencia.
El cambio de paradigma que plantea el equipo investigador liderado por Gabriel Rubio está basado en la continuidad de cuidados y la integración de las asociaciones de pacientes en el programa de tratamiento.