El tenista rodense Guillermo García López prosiguió su avance en Roland Garros, donde tras derrotar en primera ronda al número 3 del mundo, el suizo Stanislas Wawrinka, logró su clasificación para dieciseisavos de final al imponerse al francés Adrien Mannarino por 6-4, 6-3, 4-6, 6-0 en 2 horas y 37 minutos.
El albaceteño, que ya alcanzó la tercera ronda en 2011, desplegó un tenis sólido desde el fondo de la pista para derrocar a su rival.
García López se medirá por una plaza en los octavos de final con el estadounidense Donald Young, verdugo del español Feliciano López por 6-3, 7-6(1), 6-3.
Young, de 24 años, ya cruzó su raqueta con la del manchego en el torneo de Bangkok de 2011, con victoria para el de Chicago.
Pero el español se encuentra en un momento dulce de su carrera, como lo demuestra su victoria sobre Wawrinka, que había llegado a París con el bagaje de haberse alzado con el Abierto de Australia, primer Grand Slam de la temporada, y el torneo de Montecarlo.
Reputado matagigantes, con anterioridad había ganado a Carlos Moyá en 2005, Andy Murray en 2012 y el propio Rafa Nadal en 2010, García López llegó a París habiendo sumado esta temporada el triunfo en la tierra batida de Casablanca.
Justo después, disputó los primeros cuartos de final de un Masters 1.000 en la pasada edición de Montecalo, donde fue derrotado por el serbio Novak Djokovic.
En Roland Garros, el de Albacete iguala su mejor actuación tras dos temporadas consecutivas en las que cayó en primera ronda.
«NO ESTOY VIVIENDO UN ROLAND GARROS ESPECIAL»
García-López asegura que está en una gran forma. Pero el manchego, que asegura que está viviendo una segunda juventud, no le otorga importancia a las alabanzas que le regala la prensa internacional y afirma estar viviendo un Roland Garros como los demás.
«Ilusión siempre he tenido aquí, pero no siento que tenga más este año. No siento que le esté dando más importancia a este Roland Garros que a los otros. En mi primer año aquí (2004) superé la fase previa y gané mi primer partido en un Grand Slam», aseguró el tenista.
De aquello hace ya diez años y entonces García-López era un joven de 21 años, formado en la academia de Juan Carlos Ferrero al que todo le parecía nuevo.
No se ha perdido desde entonces ninguna edición del Grand Slam de tierra batida, su torneo favorito y, pese al paso de los años, sigue afrontándolo con las mismas ganas.
«Yo siempre les digo a mis entrenadores que me siento bien física y mentalmente, que no tengo ninguna gana de retirarme ni ningún signo que me indique que lo tenga que hacer. Es más me siento mejor que cuando tenía 23», afirmó poco después de derrotar al francés Adrien Mannarino.
García-López reconoció que no era un duelo sencillo, porque tras haber derrotado a Wawrinka muchos ojos estaban centrados en su raqueta.
«La gente se fija más en ti, porque como has ganado a Wawrinka ahora tienes que ganar a Mannarino. Además me ha costado disfrutar, porque el rival es de esos que llamamos ‘sucios’, un zurdo que te corta el ritmo, que se las juega todas y que te obliga a estar todo el rato concentrado», afirmó.
Sin estar totalmente satisfecho de su partido, García-López indicó que acabó jugando «muy bien». «Uno aprende con los años a afrontar estas situaciones, a manejarlas para que caigan de tu lado», comentó.
«También es zurdo y es un rival complicado. Hace mucho daño con la derecha, sobre todo a los que tenemos el revés a una mano. Es un jugador con mucho talento pero que no ha mantenido el nivel, la regularidad. Pero la calidad la tiene. Ahora parece que está resurgiendo, tendré que luchar mucho para ganarlo», señaló.
García-López viene jugando muy bien sobre tierra batida, sobre todo por haber ganado el torneo de Casablanca y haber llegado a los cuartos de final de Roma, los primeros de su carrera en un Masters 1.000, donde puso muchos problemas al serbio Novak Djokovic, número dos del mundo, al que ganó un set.