Teresa González ha estado durante seis meses como paciente del Hospital Nacional de Parapléjicos, en Toledo, después de sufrir una lesión medular que se produjo tras una caída doméstica en su domicilio de Madrid. Y a través de esta carta quiere agradecer, igual que sus más allegados, el trato recibido por los profesionales del centro durante todo el proceso asistencial:
«¡Gracias…!
Por cuidar de Teresa, y de paso sosegarnos a quienes la queremos.
Por vuestras horas, a veces ingratas, para que todo estuviera siempre a punto.
Por vuestro cariño y comprensión de cada día, a fondo perdido.
Por vuestra simpatía y accesibilidad.
Por esa alegría natural que nos ha enseñado a reír de nuevo.
Por dejar durante un tiempo «vuestro lugar en el mundo» para ayudarnos a recuperar «nuestro lugar en el mundo».
Por vuestros prudentes consejos para que nuestra torpeza aprenda a moverse un poquito mejor.
Por vuestra discreción.
Por saber soportar con una sonrisa alguna pequeña aspereza desprendida de nuestra ansiedad o nuestra inquietud.
Por protegernos de los monstruos en la oscuridad de nuestro miedo.
Por compartir seis largos meses de vuestra vida con nosotros.
Por ser tan buena gente.
Por sentirnos con vosotros «discapacitados del mundo».
Por los ratos de conversación con alguna que otra risa.
Por hacer de vuestro trabajo implicación sincera.
Por esa mano tendida cada vez que la necesitábamos.
Por vuestros silencios cuando hacían falta.
Por esa nobleza que lleváis prendida en cada gesto.
Por el punto de ternura que impregna vuestra profesionalidad.
Por ser como sóis…
Y que sepáis que allá donde estéis a partir de este 21 de febrero de 2014, de alguna forma os acompañaremos; y que algo vuestro viajará siempre con nuestro corazón en lo que nos quede por vivir. Porque hemos aprendido a quereros, y a sentir que nos llevamos de Toledo la impagable percepción de que sóis de los nuestros. Sed muy felices. Lo merecéis…».
Teresa, Pepe, Paula, Óscar y Beatriz.
José Luis Vilanova Alonso.