sábado, 26 de octubre de 2024
21/03/2012junio 13th, 2017

Luis se ha muerto, y con él ha fallecido la intensidad de una vida dedicada al Toledo que tanto amó. Hoy la ciudad le despide en silencio, como corresponde a las personas que hacen de la discreción su modo de vida.

Luis Rodríguez no tuvo una existencia fácil, pues perdió por el camino los anclajes que nos mantienen unidos a la felicidad. La pérdida de seres queridos marcó sus años más tristes y terribles, pero siempre encontró refugio en las calles empedradas de Toledo, que supo redimirle de las penas con proyectos y propuestas sin descanso.


Luis ha muerto toledano hasta la médula. Sufrió por una ciudad a la que creyó perdida o maltratada por algunos. Lucho con los poderes municipales, provinciales y regionales para lograr resaltar los méritos del Toledo que quiso y que le mantuvo erguido y vitalista, a pesar de esa pierna de la que renegaba con su habitual gracejo y desparpajo.

Luis Rodríguez supo rodearse de amigos que le animamos a crear toledos de donde sólo existían ilusiones; que le seguimos en tantas y tantas ideas, unas realizadas y otras latiendo insistentemente en su cabeza; que le teníamos que parar en las ocasiones en las que se dejaba llevar de un carácter rotundo y decidido. Allí estábamos los mismos, una y otra vez, cerca del Maestro, para saborear sus recetas sobre Toledo y despreciar algunos ingredientes que no le gustaban a su paladar refinado y exigente.

Se escabullía en letras y rimas ocurrentes, capaces de despertar la sonrisa de sus oyentes, pero siempre crítico y decidido a fustigar con su mordacidad la vulgaridad, la simpleza o las faltas de arrestos de algunos para defender a Toledo.

Puedo decir que se ha ido un toledanista completo, de los de antes, de los que respiraban historia y tradiciones, de los que supuraban el orgullo de saberse de este sitio, único e irrepetible.

Y puedo decir que he perdido un amigo, un ser grande en lo físico y enorme en lo humano. Quienes tuvieron la suerte de descubrir esa parte saben de lo que hablo. El resto, que le perdonen, porque nunca quiso hacer mal a nadie.

Luis, amigo, sigue escribiendo desde lo alto, y cuando el aire sacuda nuestros recuerdos deja volar tus palabras para que nos envuelvan de la nostalgia de saberte cerca de nosotros.

Quisiera pensar que no te has ido, que sólo te has alejado, pero la crudeza de los hechos desmonta mi deseo. Me permito darte las GRACIAS, con mayúsculas, en el nombre del Toledo que quisiste y en el nombre del Toledo que soñaste.

Hasta siempre, Luis Rodríguez.

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