«Se puede pensar que la investigación es un problema de los investigadores y de las empresas que necesiten esa investigación, pero es fácil demostrar cómo existe una fuerte relación entre la riqueza de un país y la inversión en investigación que realiza. Algunos creen que los países ricos invierten en investigación porque tienen dinero; y otros, que tienen dinero porque invierten en investigación, ambas afirmaciones tienen una parte de verdad, pero lo cierto es que los países ricos invierten en investigación porque saben que la transformarán en riqueza.
La situación de la investigación en España y, en particular, en Castilla-La Mancha, consecuencia de las políticas de disminución de los fondos asignados en los últimos años, es muy preocupante. La bajada de dichos fondos desde el 2009 supera el 40% y nos sitúa en niveles de financiación similares al 2003. Si bien es cierto que hay un leve aumento en los Presupuestos Generales del Estado (PGE) de 2014 de 213,9 millones de euros, ni siquiera compensa la caída de 461 millones que sufrió el presupuesto de 2013 frente al 2012, y eso sin tener en cuenta el incremento de los precios.
Sumemos, además, la mentira que ocultan los PGE: el grado de ejecución de los presupuestos a final de año. El dinero no gastado es tan elevado (en 2012 casi la mitad) que cuestiona parte de lo prometido en los presupuestos, pero nunca invertido en I+D. Por tanto, no solo se destina poco dinero, sino que la mayor parte del mismo (60,73% en los presupuestos del 2014) va a los llamados fondos financieros, es decir, préstamos con ciertas ventajas para las empresas que los solicitan y que terminan sin ejecutarse en una gran proporción. Conclusión: no repercuten en investigación.
Para no perdernos en grandes cifras, vayamos a lo concreto: la subvención por investigador para desarrollar su actividad. El presupuesto por investigador a tiempo completo (EJC) ha pasado de 26,21 mil euros en 2001 a 33,02 mil en 2008 para caer bruscamente a 16,22 mil en el 2013 (Informe COSCE). Por tanto, la clara y aplastante conclusión es que los investigadores tienen menos de la mitad del dinero que tenían hace cinco años.
También se han reducido los fondos destinados a la formación del personal investigador, es decir, las becas tipo FPI y FPU, que supera el 30% entre 2009-2013. Pero aún es más grave en el número de ayudas convocadas, debido a que según la Ley de la Ciencia las dotaciones para cada persona deben ser mayores, lo que reduce el número de puestos ofertados. Se está dejando de invertir en futuro con las gravísimas consecuencias que eso tiene.
Además, la famosa tasa de reposición del funcionariado del 10% está haciendo un doble mal. Por un lado, está vaciando de profesores algunos centros universitarios, que, por su reciente creación o por tener muchos profesores en edad de jubilación, ven como su claustro es insuficiente, y la capacidad formativa del centro, discutible; por otro, se está impidiendo acceder al sistema a los mejor cualificados, generando un ambiente entre los posgraduados de rechazo a la idea de hacer tesis doctorales y carrera investigadora, difícil siempre en España y ahora sencillamente imposible.
Quien piense que el esfuerzo realizado en los años buenos compensa las serias restricciones actuales se equivoca, pues incluso entonces la distancia de inversión con los países del entorno era terrible, y lo peor, nos hemos alejado más: España invierte por habitante un 28% menos que la media de la UE y un 58.4% menos que Alemania.
Si esta es la situación a nivel nacional, cuando analizamos el estado de la investigación en Castilla-La Mancha aún es más patética. El gasto interno en I+D por habitante en nuestra región es de 122 €, la media de España es de 300 € y el País Vasco gasta 637 € (Informe COTEC 2013). Estamos a la cola de España (ya no hablamos de Europa), sólo por delante de las comunidades insulares.
No hay convocatoria regional de proyectos ni de becas desde 2010, ni convocatoria propia de proyectos de la UCLM en los dos últimos años. Es decir, estamos en una caída de la financiación de la investigación universitaria que en fondos regionales va de 11,8 M€ en 2010 a prácticamente cero en 2013, ya que los proyectos del 2010 han ido finalizando y no ha habido nueva convocatoria. Respecto a fondos propios de la UCLM dedicados a investigación hemos pasado de 1,98 M€ en 2010 a 0,29 M€ en 2012.
Esta falta de financiación se aprecia en los resultados. Las publicaciones en revistas indexadas en el JCR publicadas por investigadores de la UCLM, que es una medida estándar de la calidad de la investigación de una institución, ha caído del 2011 al 2012 en casi un 30%, y las patentes han pasado de 19 en 2010 a 8 en 2013. Al analizar los fondos obtenidos al colaborar con empresas, o lo que es lo mismo aquellos proyectos con los que la Universidad ayuda a que nuestro tejido industrial sea más competitivo, la caída desde el 2010 es superior al 45%. Todo ello nos está conduciendo a tener una comunidad autónoma a la cola tecnológica, industrial y del conocimiento de toda Europa y a una Universidad regional de bajo coste sin investigación.
Estamos ante una disminución sin precedentes de la financiación de la investigación a nivel nacional y regional que genera una larga lista de doctores formados en España con dinero público que deben buscar su futuro en otros países.
Como conclusión, me gusta citar el siguiente símil: La investigación es como un campo de frutales, no se puede dejar de regar nunca y si se deja no vale de nada volver a regar varios años después, sencillamente porque los árboles se han secado y hay que volver a plantar y comenzar desde el principio. Eso es lo que está ocurriendo con la investigación en España y, aún peor, en Castilla-La Mancha. La falta de fondos paraliza a los grupos en el mejor de los casos, en la mayoría los está desintegrando, algunos porque han tirado la toalla, ya no tienen edad de volver a empezar; y otros, porque sencillamente se han marchado. Cuando queramos volver a reconstruir el sistema, ni siquiera tendremos en la comunidad científica internacional el aval que haga que los científicos confíen en nosotros y vengan a nuestro país a trabajar, porque a muchos de ellos les hemos engañado haciéndoles venir mediante programas como el Ramón y Cajal (nacional) o el INCRECYT (regional) prometiéndoles estabilidad y futuro profesional, y después los hemos dejado en la estacada.
Esa es la marca España en el ámbito científico».
Francisco Quiles es catedrático de Universidad de Informática y exvicerrector de Investigación de la Universidad de Castilla-La Mancha.