Si hay un espectáculo taurino que es digno de ver, por las carreras de las reses y por la lucha «de igual a igual» de los corredores con los toros son los encierros. ¡Sin lugar a dudas! Y en Castilla-La Mancha hay una localidad, Villaseca de la Sagra, en Toledo, que se ha convertido en la referencia taurina por excelencia en estas lides, nunca mejor dicho.
Los centenarios encierros de Villaseca, que la convierten en la «Pamplona toledana» serán los días 1, 5, 6, 7, 9 y 10 de septiembre, en sesión matinal (las nueve de la mañana) y no sólo participarán corredores de la provincia, también muchos que año tras año llegan desde Madrid.
Y a pesar de que los antitaurinos quieran finalizar con este tipo de espectáculos, el alcalde de la localidad, Jesús Hijosa, entiende que la presencia de los toros en Villaseca «es algo fundamental y, dado el momento que vivimos de crisis, es ahora cuando más debemos apoyar y fomentar esta fiesta con nuestro certamen de novilladas Alfarero de Oro, jornadas taurinas, premios taurinos y los encierros».
Encierros para los que se han adquirido 18 novillos toros con gran presencia, diferentes, eso sí, a los que se lidiarán en el XIII Certamen de Novilladas. Ahí lo tiene claro Hijosa: «Los novillos que han de salir para ser toreados son absolutamente respetados por todos los aficionados, nadie los toca ni los recorta, conscientes de que son novillos que serán lidiados en la plaza de toros».
CUANDO CARLOS III VENDIÓ SUS RESES BRAVAS A VILLASECA…
Los encierros de Villaseca son, como decíamos anteriormente, una tradición centenaria. De ahí la copla popular: «Hay que volverlos lo menos 20 veces, hay que volverlos por si el año que viene no los tenemos».
Incluso existe un estudio de Rafael Cabrera Bonet en el que se señala que la Real Vacada Brava de Aranjuez del Rey Carlos III vendió sus reses bravas para la localidad de Villaseca de la Sagra el 14 de agosto de 1739.
Pero es que incluso en los años 1728 y 1729 ya se organizaron corridas de toros para rejoneadores y toreros, en los que lidiaron el rejoneador Miguel de la Canal, vecino de Toledo; y el torero José Rodríguez de Mora, también toledano, que en la época era bastante conocidos.
Pues ya sabe, ¡nunca es tarde para ponerse delante de un toro!
Eso sí,… ¡Con muchísima prudencia, por favor!