La transición hacia fuentes de energía más sostenibles y limpias es una necesidad urgente, y el biometano ha surgido como una de las alternativas más prometedoras en este camino. A pesar de ser una opción renovable y respetuosa con el medio ambiente, su producción y uso generan ciertos debates en torno a su impacto. En Castilla-La Mancha, el interés por implantar plantas de biometano está ganando protagonismo al aprovechar los residuos agrícolas y ganaderos, pero también surgen preguntas sobre la viabilidad de esta fuente de energía.
Según la Consejería de Desarrollo Sostenible de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, actualmente existen dos plantas relacionadas con la producción de biometano en la región. Una en la provincia de Cuenca, que ya está en funcionamiento, y otra en la provincia de Toledo, que se encuentra en fase de pruebas. Pero el interés por este tipo de plantas de producción de energía verde es patente si tenemos en cuenta que, en la actualidad, hay 46 proyectos en tramitación que están pendientes de autorización para su construcción en Castilla-La Mancha, además de otros que están en fases más iniciales.
A pesar de este interés creciente, España está a la cola en los países del entorno de la Unión Europea en cuanto a plantas de biometano operativas. Mientras que países como Francia (675 plantas), Alemania (254) e Italia (133) cuentan con multitud de instalaciones dispersas por sus respectivos territorios, su implantación en España y en Castilla-La Mancha está comenzando a dar sus primeros pasos.
Estas instalaciones se basan en transformar residuos orgánicos –principalmente estiércol animal, desechos agrícolas y lodos de estaciones depuradoras– en biogás, que luego se limpia y purifica para obtener biometano, una energía limpia que es inyectada en la red para ser utilizado de manera similar al gas fósil.
Doble ventaja medioambiental
Según el catedrático de Ingeniería Química de la UCLM e investigador del Grupo de Tecnologías Integradas de Recuperación Ambiental del ITQUIMIA, José Villaseñor, uno de los principales beneficios de estas plantas es la reducción de emisiones. Al producirse a partir de residuos orgánicos, el biometano ayuda a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. En lugar de permitir que el metano, un gas altamente contaminante, se libere en vertederos y estercoleros, se captura durante el proceso de descomposición de los residuos y se convierte en biogás.
Otro beneficio clave, según apunta el catedrático, es el aprovechamiento de residuos agrícolas. Los desechos del sector primario y de la industria agroalimentaria, como el estiércol y otros restos orgánicos, son comúnmente problemáticos debido a la forma en que se gestionan. Muchas veces, su eliminación inadecuada puede generar contaminación del aire, agua y suelo. Al utilizar estos residuos para la producción de biogás, se evita su acumulación y liberación de sustancias nocivas al medioambiente.
Además, este proceso no solo reduce el impacto ambiental de los residuos, sino que también ayuda a regenerar el suelo, ya que los residuos tratados, una vez liberado el gas y denominado como ‘digestato’, puede devolverse a la tierra como abono tratado, libre de contaminantes, cerrando así el ciclo natural.
Normativa extremadamente exigente
A pesar de que todas las instalaciones industriales tienen un impacto ambiental, «incluso la gasolinera de cualquier pueblo tiene un impacto», comenta el catedrático, las plantas de biometano se ajustan a una normativa, que en España, es extremadamente exigente en lo que se refiere a la protección ambiental.
Unas normas que, si se cumplen y se implementan las medidas de precaución adecuadas, su impacto será «completamente asumible» y no representará riesgo alguno para la zona en la que se implanten este tipo de plantas. Además, Villaseñor añade que el beneficio ambiental será grande, ya que el metano generado por la ganadería será capturado y utilizado de manera controlada, evitando su emisión a la atmósfera.
Aunque en algunas partes de España y de la región se han producido y se están produciendo quejas sobre el impacto de estas instalaciones, la experiencia de expertos y el avance de la investigación en la materia muestran que los beneficios superan ampliamente los posibles inconvenientes.
Las plantas de biometano son consideradas una mejora respecto a las prácticas previas, que a menudo implicaban «la acumulación de residuos sin un tratamiento adecuado», y su contribución a la transición hacia una economía más verde es cada vez más evidente, concluye el catedrático de Ingeniería Química.
Castilla-La Mancha, tercera comunidad con mayor potencial de producción
Fuentes de la Consejería de Desarrollo Sostenible apuntan a que este interés por el biometano responde, en gran parte, a las políticas europeas que han marcado la senda hacia la neutralidad climática.
Castilla-La Mancha, con una gran capacidad de generación de biometano, se ve como una región clave en este contexto. Según un informe de SEDIGAS, Castilla-La Mancha es la tercera comunidad autónoma de España con mayor potencial de producción, con una estimación de 20,2 TWh/año, gracias a su abundancia de residuos agrícolas, ganaderos y agroindustriales.
Se han identificado 14.659.901 millones de toneladas de sustratos en Castilla-La Mancha, según los datos que maneja la Junta de Comunidades. De este potencial, el 81% procede de biomasa vegetal procedente de los residuos agrícolas, la biomasa de los cultivos intermedios y la biomasa forestal residual. Los residuos ganaderos y agroindustriales también cuentan con un gran potencial, suponiendo un 12% y 3% del total, respectivamente, con 2,4 millones de deyecciones ganaderas generadas y 624.000 de toneladas de residuos agroalimentarios.
Además, estas mismas fuentes, subrayan que el sector del biogás y biometano está llamado a ser un motor de desarrollo para las zonas rurales de la región. Se estima que el despliegue de estas plantas podría movilizar una inversión de 1.425 millones de euros y generar más de 1.600 puestos de trabajo entre directos e indirectos, contribuyendo a fortalecer así el empleo en las áreas rurales y combatir la despoblación acechante.
Voces críticas a los proyectos
Sin embargo, la implantación de estas plantas ha encontrado también voces críticas. Tras conocerse la intención de varias empresas por instalarse en determinados municipios de la región, se han registrado movimientos en contra en localidades como Campo de Criptana, Carrión de Calatrava o Torralba de Calatrava, donde sus vecinos han expresado su oposición ante los posibles «efectos negativos» en la salud y el medioambiente que puedan causar, como «malos olores» o la contaminación del aire, suelos y agua.
La Consejería de Desarrollo Sostenible responde asegurando que las instalaciones cumplirán con estrictas normativas medioambientales, plasmadas en el Plan Regional de Biometanización 2030, con limitaciones en los niveles de emisión de olores y un control exhaustivo de los impactos sobre la población y el entorno natural.
A pesar de las voces contrarias, el Gobierno regional subraya que Castilla-La Mancha es «pionera» en la creación de un Plan de Biometanización, que establecerá los requisitos «más estrictos de toda España» para garantizar una integración armónica de las plantas en el territorio. De igual manera, destacan que el Ejecutivo autonómico «es el mayor interesado en garantizar la mejor calidad de vida de los castellanomanchegos» y que «estará continuamente vigilante para que se cumplan las condiciones establecidas en el Plan que deben reunir estas instalaciones se cumplan».
Achacan las críticas al «desconocimiento»
Las empresas promotoras achacan las críticas al «desconocimiento» sobre el proceso de producción de biometano y sus beneficios. Carlos Sánchez, CEO de la empresa toledana Ibenergi, interesada en levantar una planta de biometano en Carrión de Calatrava, comenta que mientras en otros países europeos la producción de biometano está ampliamente estandarizada, en España aún es emergente y genera cierto desconocimiento y desinformación.
Sánchez destaca la importancia de realizar pedagogía para explicar los beneficios de estas plantas, ya que, en su opinión, la falta de información técnica y rigurosa ha llevado a la propagación de «bulos y malentendidos» entre la población.
Explica que uno de los principales temores, los malos olores, se mitiga recogiendo los residuos orgánicos en fresco, antes de que comiencen a fermentar, lo que minimiza al máximo las emisiones odoríferas. Además, subraya que los residuos se obtendrán en un radio no superior a 20 kilómetros de la planta, favoreciendo la economía circular y la valorización de los desechos locales sin necesidad de importarlos desde otras zonas más lejanas, ya que eso «no tendría sentido».
El responsable de Ibenergi también recalca que estas plantas «no están vinculadas a la instalación de macrogranjas ni a la generación de residuos contaminantes», en relación con «los diversos mensajes» que estos días está leyendo en redes sociales.
«Se trata de un proceso de economía circular: recogemos los residuos, los tratamos, eliminamos el gas y devolvemos el digestato estabilizado al campo como abono seguro», narra. Insiste en que las plantas de biometano son una «solución sostenible y segura» para generar energía verde siempre y cuando se gestiona adecuadamente, lejos de ser una fuente de contaminación.