domingo, 24 de noviembre de 2024
Artículo de opinión 26/10/2015junio 7th, 2017

«Hemos de formar en igualdad y formar para el liderazgo. Tiene presente y futuro, tiene potencialidades y dificultades, es un proceso imparable, las mujeres no van a retroceder en la consecución de la igualdad real. Se forman y se organizan, buscan y suman alianzas. Hay que construir una sociedad justa e igualitaria».

«Resulta evidente el avance de la igualdad en las organizaciones y en la sociedad. Las mujeres vamos ocupando paulatinamente el espacio que nos corresponde en el ámbito laboral, político, sindical, etc. Pese a ello, lamentablemente, seguimos arrastrando exclusión y manteniendo una situación de desventaja con respecto a nuestros compañeros varones.


La presencia de mujeres líderes (lideresas) en la sociedad no es nueva, pero éstas suponían una excepción. Durante años, las féminas que tenían puestos de responsabilidad lo han hecho en un entorno machista y patriarcal en el que no eran aceptadas y en el que se veían condicionadas a adoptar patrones masculinos.

En la actualidad, el mercado de trabajo sigue siendo un entramado perverso que no permite que las mujeres desarrollen plenamente su carrera profesional y lleguen a los puestos de toma de decisiones. Cuando una mujer decide centrar sus esfuerzos en un puesto de trabajo con las expectativas de ir mejorando su posición, se encuentra con obstáculos, trabas invisibles relacionadas con las construcciones sociales de la feminidad y de la masculinidad.

Los estereotipos de género son una de las múltiples causas que subyacen al hecho de que las mujeres se enfrenten a más obstáculos que sus pares del género opuesto, a la hora de ocupar posiciones de responsabilidad en el ámbito laboral.

Por ello, hay que romper con estos estereotipos que hacen que la mujer se encuentre atrapada entre el ‘techo de cristal’ y el ‘suelo pegajoso’, que constituyen una forma de esclavitud con lazos de seda; y que en nuestra sociedad afecta más a las mujeres del mundo rural.

Las mujeres tradicionalmente han estado socializadas para el cuidado y la gestión de la vida. Esto no incapacita a ninguna mujer a tomar decisiones, sin embargo, el imaginario social patriarcal concluye siempre que los hombres hacen mejor unas tareas y las mujeres hacen mejor otras.

Cuidar, dialogar, pensar en las personas que te rodean son cualidades que parecen no tener ningún valor económico, de hecho son profesionalmente castigadas, se busca gente seria, segura de sí misma, que no dude, que no tenga miedo a pisotear a la competencia.

También hay que romper con la tendencia a hacer una asociación positiva entre el liderazgo y los rasgos atribuidos típicamente al estereotipo masculino, tales como la agresividad y la competitividad y, a la vez, negativa con cualidades adjudicadas al estereotipo femenino como serían la sensibilidad y la debilidad.

Los estereotipos de género son fomentados a diario desde los medios de comunicación de masas. En los programas de televisión los varones tienen mayor espacio, aparecen con más frecuencia en los papeles protagónicos, exhiben actitudes y comportamientos dominantes, suelen ser representados fuera del hogar en su lugar de trabajo y ejerciendo roles de autoridad que desempeñan exitosamente; con las mujeres sucede todo lo contrario.

Hablamos de empoderamiento y liderazgo femeninos porque sabemos que el género atraviesa nuestras vidas y todo lo que hacemos. Nos sensibilizamos con ese término, ya que supone reconocer una identidad colectiva, y detectamos las discriminaciones en todos los ámbitos sociales, económicos y políticos.

Hemos de formar en igualdad y formar para el liderazgo. Tiene presente y futuro, tiene potencialidades y dificultades, es un proceso imparable, las mujeres no van a retroceder en la consecución de la igualdad real. Se forman y se organizan, buscan y suman alianzas. Hay que construir una sociedad justa e igualitaria».

Raquel Payo. Secretaria de Mujer y Salud Laboral de CCOO CLM.

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