No quiere dar su nombre. Sabe lo que es vivir señalado y prefiere guardar el anonimato. A los 18 años le diagnosticaron esquizofrenia paranoide, una enfermedad cuyos síntomas comenzó a notar a los 12 años y que le llevó a protagonizar intentos de suicidio. A pesar de esta dura batalla que le ha tocado, hoy por hoy afirma estar «contento con la vida» y «superfeliz» ya que «aprendes a valorar las cosas importantes de la vida».
El suyo es un ejemplo a destacar, no solo por su forma de afrontar la enfermedad mental, también por cómo desde su experiencia ayuda al resto de pacientes. Coincidiendo con la celebración de las VII Jornadas de la asociación Afaem Despertar (Asociación de Familiares, Amigos y Personas con Problemas de Salud Mental), que se llevan a cabo el jueves 5 de diciembre en la Consejería de Sanidad, en Toledo, bajo el título «Los derechos humanos en la atención en salud mental», ponía de manifiesto los problemas a los que pacientes como él deben hacer frente, problemas que tienen que ver -aseguraba- con el «excesivo paternalismo» de los profesionales sanitarios y la falta de autonomía que en ocasiones sufren a la hora de decidir sobre su salud o su futuro. A nivel asistencial considera igualmente que no hay suficientes recursos y que es preciso hacer mucho trabajo comunitario.
Lamenta los prejuicios que existen hacia las personas con enfermedad mental. Insiste en que la violencia con la que en muchas veces se les relaciona nada tiene que ver con la realidad ya que «en delitos de sangre estamos por debajo de la media».
Fruto de esta estigmatización «nos encontramos con muchas dificultades para acceder al mercado laboral». Apuntaba el siguiente dato: el 80 por 100 de las personas con problemas mentales está en situación de desempleo. En relación a los que tienen la suerte de tener un trabajo, hacía mención al miedo que tienen a cogerse bajas o a comunicar a las empresas su enfermedad.
Este paciente realiza una gran labor ayudando a los demás; ha llegado incluso a trabajar en el Centro de Rehabilitación Psicosocial y Laboral de Toledo. Actualmente, como voluntario, forma parte de un programa de acompañamiento y lidera un grupo de apoyo mutuo, un grupo compuesto solo por enfermos -sin la mediación de profesionales- en el que unos a otros cuentan sus vivencias y comparten el día a día, buscando soluciones entre todos a sus problemas.
En esos grupos un tema recurrente es la vulneración de derechos que sufren. Belén Cazallas, trabajadora social de Afaem Despertar, explicaba que las jornadas que se desarrollan hoy tienen precisamente como objetivo abordar estas vulneraciones y buscar alternativas.
Afaem Despertar se creó en 1993 a raíz de la desinstitucionalización psiquiátrica por la que estas personas dejaron de estar confinadas en hospitales psiquiátricos para pasar a recibir una atención integrada en la sociedad. Junto a la defensa de sus derechos, la asociación pone a disposición de los afectados una residencia comunitaria y dos viviendas supervisadas; un programa de voluntariado en el Hospital Provincial de Toledo para acompañar a pacientes cuyas familiares no pueden estar; un programa de acompañamiento terapéutico, a través de profesionales, para ayudarles en gestiones varias; y cursos de formación, ya que la mayoría empieza a sufrir los síntomas en edad adolescente y no suelen terminar los estudios primarios.
Psicólogos, trabajadores sociales, terapeutas sociales, educadores y cuidadores, monitores, cocineros y personal de limpieza componen la plantilla de 27 profesionales que integran Afaem Despertar.