“Por él se hace todo”. Esta es la frase que más repiten Dominga Moreno y Ovidio Sánchez, padres de Luismi, un chico de 31 años de edad con Síndrome de Down. Ambos son un ejemplo de superación, un ejemplo de lucha constante que recientemente ha sido reconocida con el galardón «Familia Ejemplar» que concede la asociación Down Toledo dentro de sus Premios Solidarios.
Sus rostros hablan por sí solos de las noches en vela; de los madrugones a las cinco de la mañana en su hogar de Menasalbas (Toledo) para dar de comer a los animales y llevar a Luismi a Toledo a recibir su atención temprana; y de las preocupaciones y lo mucho que siempre queda por hacer con un niño con discapacidad.
A sus 82 años él y con 79 años ella -trabajando desde que eran niños en el campo y sin haber podido ir al colegio-, no pueden evitar emocionarse al echar la vista atrás, tampoco sonreír por todo lo logrado, ya que –a pesar de sus orígenes humildes y de sus escasos recursos- ahora ven con gran satisfacción cómo es Luismi el que es capaz de cuidarles a ellos y su elevado nivel de autonomía.
[ze_summary text=»Hoy Luismi es un chico muy autónomo y con muchas ganas por aprender»]Hoy Luismi es un chico muy autónomo y con muchas ganas por aprender[/ze_summary]
Todo lo han alcanzado con mucho esfuerzo y sacrificio y con mucha confianza en las posibilidades de Luismi. En su educación, Dominga ha tenido un papel muy destacado ya que «siempre he intentado estar un paso por delante de él para ir enseñándole». Tanto es así que fue a raíz de nacer su hijo cuando aprendió a leer y a escribir correctamente, empezando entonces una carrera por el conocimiento de todas aquellas materias que veía Luismi en el colegio. La propia Dominga contaba a encastillalamancha.es que los profesores que tenía él en el colegio le dedicaban un tiempo a ella para enseñarle matemáticas, reglas de ortografía, ciencia…
Luismi fue creciendo y no tardó en demostrar su debilidad por la música. Fue el momento en el que Dominga comenzó a estudiar solfeo. Gracias al empeño de su madre y a las clases de música que recibía en la localidad vecina de Gálvez, consiguió dominar la caja y formar parte de la banda de música de Menasalbas.
Su hijo fue, como no podría ser de otro modo, el motivo por el que también se subió por primera vez a una bicicleta, una afición que Luismi nunca ha abandonado y que le ha llevado a recorrer kilómetros y kilómetros sobre dos ruedas.
Como ejemplo de esta perseverancia, Dominga habla de cuando un médico de Barcelona le dijo que Luismi no andaría antes de los dos años y que no hablaría hasta los 5 o 6. «A los 14 meses ya andaba y a los dos ya hablaba», comentaba con orgullo la madre, quien añadía que solía echar mano de juegos caseros e imaginativos para enseñarle los colores, las horas, los números…
Luismi ha heredado de su madre ese gusto por el aprendizaje. Muy activo y curioso desde que era pequeño, actualmente acude a nadar, a bailar sevillanas, a un club de lectura fácil, escribe cuentos, maneja a la perfección el ordenador e incluso ofrece alguna que otra ponencia. Después de haber trabajado durante 11 años en la Cámara de Comercio de Toledo y de realizar prácticas en hoteles, colegios y archivos, está deseando regresar a la vida activa y ocupar un nuevo trabajo.
Hoy en día vive de lunes a viernes en una vivienda tutelada en el barrio toledano del Polígono. No hay fin de semana que no vuelva a su pueblo, donde es uno más, para estar con sus padres y ayudarles en todo lo que puede.