Cuando el sacerdote Aurelio de León llegó en 1962 al barrio talaverano de Puerta de Cuartos encontró que una mayoría de casas eran infraviviendas y más del 50 % de las mujeres analfabetas, y optó por implicarse en vez de «encerrarse» en la parroquia: «no estoy fuera del Evangelio; en el mensaje de Jesucristo no verás que se ponga de parte de los poderosos o justifique todo en los ritos», afirma a sus 95 años.
Nacido en La Torre de Esteban Hambrán (Toledo), Aurelio de León llegó a Puerta de Cuartos recién iniciado el Concilio Vaticano II, para él «fundamental» porque se iniciaron unos avances en la Iglesia «que luego, por desgracia, se paralizaron», ha explicado a Efe en una entrevista en su domicilio de Talavera de la Reina, del que ya sale poco por problemas de salud.
Aquel concilio convocado por el papa Juan XXIII debía ser un principio en los avances sociales en la Iglesia, pero se frenó, sobre todo con Juan Pablo II como pontífice y con el cardenal Marcelo González en la Diócesis de Toledo, que dieron «una orientación distinta» y el compromiso social «prácticamente se paralizó».
Un cura comprometido con la sociedad
«Muchos» sacerdotes se secularización, pero Aurelio de León continuó como cura: «ahora lo veo mucho más claro, desde mi condición de sacerdote he podido hacer muchas más cosas, he podido trabajar en favor de la gente, no solamente para llevarlos a la iglesia sino para conseguir una sociedad mejor».
Lo primero fue la vivienda. En aquellos años sesenta había subvenciones que se quedaban en los constructores, y don Aurelio convenció a muchos vecinos para agruparse, construir sus casas y recibir la ayuda: se formaron catorce ‘grupos de viviendas de la parroquia de San Andrés’ que levantaron casi 500 viviendas con la premisa de que «la casa en la que vivía el cura no debía ser de mejor calidad que las demás».
Más del 50 % de las mujeres del barrio eran analfabetas: puso en marcha el centro de cultura y promoción social de la mujer con clases gratuitas que impartían profesores del instituto.
Y para los niños más desfavorecidos surgió la Asociación San Andrés, que en 2014 pasó a llamarse Asociación Aurelio de León y sigue realizando una intensa labor social.
Cuando en 1993 el cardenal don Marcelo cesó a don Aurelio como párroco de San Andrés miles de talaveranos se movilizaron para que el sacerdote siguiera en su parroquia; no lo consiguieron, pero Aurelio de León siguió su «compromiso social» en multitud de iniciativas, por ejemplo con las mujeres víctimas de malos tratos.
Durante 16 años don Aurelio y su asociación gestionaron la casa de acogida para mujeres víctimas de malos tratos y sus hijos, hasta que el sistema de adjudicación pasó a ser un contrato «y dieron prioridad al dinero, y ya no podíamos competir con la empresa que lo lleva», lamenta con pesar porque «tenía una ilusión muy grande». Pero «el dinero manda más que ninguna otra cosa», reflexiona.
Y cuando en 2017 se convocó una reunión abierta en la ciudad para formar una plataforma desde la que aunar reivindicaciones don Aurelio los aglutinó: «Yo fui a las reuniones y cada uno tiraba para un sitio, yo les dije que si no nos uníamos no sacaríamos nada y me dijeron ‘tú eres el único que puedes juntarnos a todos’. Y así arrancó la Mesa por la Recuperación de Talavera«, que el 11 de noviembre de 2017 sacó a la calle a 40.000 personas.
La parroquia de los ateos
A la parroquia de San Andrés iban muchos no creyentes: «Nunca hemos mirado si eran o no creyentes, hemos tratado a todo el mundo, tanto que algunos llamaban a San Andrés la parroquia de los ateos, porque iba toda la gente».
En aquellos primeros años, algunos escribieron «cura rojo» en la pared de la parroquia pero no le importó: «Conozco a muchas personas de ideología de izquierdas y muy de izquierdas que me parece que están en una línea muy correcta, de trabajar en el favorecer a la clase más humilde y procurar una igualdad mayor.
«Por eso creo que no tiene sentido rebajar los impuestos a los ricos, cuando debería ser al revés para hacer un reparto más justo y equitativo», subraya hilando con la actualidad.
Mantiene que se puede actuar en favor de la sociedad «desde el puesto que ocupes«, sin necesidad de estar en un sitio privilegiado, y defiende que «el mundo podemos moverlo entre todos mucho, cada uno aportando lo suyo» y que «el cura no puede quedarse en la iglesia, eso en el Evangelio queda evidente».
«Me parece que estoy cumpliendo los objetivos del Evangelio porque si sacas el mensaje de Jesús no verás en ningún momento que Jesucristo se ponga de parte de los poderosos, no verás a Jesucristo tampoco justificar todo en el rito, sino al contrario, dice a la samaritana a Dios se le adora no aquí o en otro lugar sino en todas partes, en espíritu y en verdad, y la verdad se prueba con las obras».
Don Aurelio afirma que se lleva bien «con todos» los sacerdotes, pero diferente es que «otros no me vean bien».
Sucedió cuando escribió un artículo criticando los «privilegios» de la Iglesia por no pagar el IBI y el propio arzobispo (uno anterior) le escribió «diciéndome que las cosas que decía no eran verdad porque en la Iglesia había gente muy humilde. Y yo no lo niego pero tiene privilegios que no debiera tener o debería renunciar. Toda clase de privilegios me parece que no son justos y en la Iglesia menos».
Hijo Adoptivo y premio Ciudad de Talavera
En el año 2000 fue nombrado, por unanimidad, Hijo Adoptivo de Talavera, y estuvo acompañado por muchos amigos, entre ellos el ya fallecido obispo de Ciudad Real, Rafael Torija, con quien viajó al Vaticano para visitar a Juan Pablo II.
Rafael Torija y Aurelio de León habían nacido el mismo año (1927) e ingresaron a la vez en el seminario.
En 2021 don Aurelio recibió el premio Ciudad de Talavera como presidente de la Asociación que lleva su nombre. Y hasta ese mismo año se le ha visto en actos reivindicativos.
Este domingo día 25 ha cumplido 95 años. «Me parece mentira, se me ha pasado como un soplo», dice sonriendo.