Tenía ganas Tomás Rufo en su debú en Las Ventas. Ya lo había anunciado el talaverano días atrás a sus más allegados, que tenía que ser su tarde, que la plaza madrileña, el coso por excelencia, no da tregua y él no se iba a amilanar. Y a fe que fue cierto.
Tercera de las cuatro novilladas nocturnas programadas y novillos de José Cruz. Bien puestos, como pueden ver en el video (cortesía de Estudios M.M para encastillalamancha.es), pero con un torero enfrente. Porque en el tercero de la tarde, su primero, puso arte, puso ganas, puso valor, puso torería, puso toreo, puso…
Todo eso y más en las dos tandas de ese novillo que no daba tregua. Y que terminó con una estocada entera y que se resumió en una trabajadísima oreja que le sacó la sonrisa y animó a un público que se volcó con él.
Tomás Rufo sabía que no se iba a amilanar delante del novillo… Y no lo hizo
Lástima que en la suerte de matar se le salió el hombro y tuvo que ser trasladado a la enfermería para que se lo colocaran. ¿Que se iba a amilanar por eso?
Pues no, estaba claro que todo el mundo sabía que regresaría al coso…
Más de 8.000 personas en la grada y todos con ganas de despedir la tarde a lo grande. Puso todo lo que el corazón y la cabeza le dejaron, aun lastrado por ese hombro. Pero consiguió su objetivo, se fue de Las Ventas con esa ansiada oreja.
Ahora espera a ver si puede repetir en agosto en el mismo coso.
Sí, una oreja llena de arte y de valor…