«La muerte de Joselito El Gallo o Gallito marcó un punto de inflexión en la historia de la tauromaquia y en la historia misma de la ciudad de Talavera.
A las orillas del Tajo, en el Paseo del Prado y a los pies de la basílica Nuestra Señora del Prado se celebraba la tradicional corrida para las fiestas de San Isidro. Santo y seña de la ciudad de la cerámica.
El 16 de mayo de 1920 estaban acartelados en el tradicional festejo taurino Ignacio Sánchez Mejías y el propio José Gómez Ortega “Gallito”. Se estoquearían toros de la Viuda de Ortega, ganadería talaverana, cuyas reses pastaban en las dehesas del Prado del Arca y la finca Santa Apolonia.
«Todo lo que deparó aquella tarde pasará a la historia de la tauromaquia»
La joven ganadería toledana, oriunda de las castas de santa coloma y veragua, afrontaba un gran compromiso al ser anunciada con tan afamadas figuras del momento. Sin embargo, su nombre y el recuerdo de la divisa pasará a la historia taurina por esta infausta efeméride.
Así, se disponía la corrida para su celebración en la fecha señalada. Sin embargo, todo lo que deparó aquella tarde pasaría a la historia de la tauromaquia por su importancia y trascendencia.
Cuando hablamos de la muerte de Gallito en Talavera no hablamos de una muerte cualquiera, nos encontramos ante un cambio de paradigma en la fiesta de los toros que supondría y removería las bases del toreo moderno.
En este sentido, la tauromaquia iniciada por Joselito El Gallo supuso no solo el nacimiento del toreo integral, sino que fue el primero en realizar todas las suertes a todos los toros y encastes del momento. Lo que le valió para ser referencia permanente del toreo clásico.
«El Gallo fue a la fiesta de los toros lo que Bach a la música»
Gallito toreó y triunfó en todas las plazas de la geografía española como Madrid, Sevilla, su querida Plaza Monumental y la Maestranza, Valencia, Bilbao… Haciendo frente y lidiando las principales ganaderías de la época como Santa Coloma, Vicente Martínez, Miura o Saltillo, entre otras.
Esta revolución no puede ser únicamente entendida como un cambio taurómaco, también como un cambio social y cultural. La tradición taurina del siglo XIX desarrollada hasta la fecha daba paso a una nueva tauromaquia y sobre todo a una nueva etapa cultural en España. Ya que como ha señalado el catedrático don Andrés Amorós: “La influencia de Joselito El Gallo en la fiesta de los toros solo es comparable a la influencia que tuvo Johann Sebastián Bach en la música, siendo este como Joselito, la culminación y perfección de un arte”.
Pasamos por tanto, de la culminación musical del barroco de Bach a la culminación taurina de Joselito El Gallo, propulsor de la nueva tauromaquia, sus cánones fundamentales desarrollados y plasmados posteriormente en la obra “¿Qué es torear?» del crítico taurino de ABC Gregorio Corrochano.
Con todo ello, cuando el toro Bailaor, de la ganadería de Ortega, herrado con el número 7, corneó al diestro sevillano no solo acababa con una figura de época, sino que ponía punto y final a una forma de entender la tauromaquia. Solo reconocida hasta la fecha en su propia figura.
«100 años después de su muerte se ensalza la figura del propio Rey de los toreros»
Esta nueva tauromaquia, una vez desaparecido Joselito El Gallo en Talavera, tenía peligro de extinguirse. Sin embargo, la huella del torero de Gelves fue tan grande que ha perdurado hasta nuestros días. Como atestiguan grandes tratados de la tauromaquia moderna escritos y publicados a lo largo del siglo XX.
Aquel 16 de mayo de 1920, fecha que conmemoramos hoy los aficionados taurinos. 100 años después de la muerte de Gallito se ensalza la figura del propio Rey de los toreros, la figura taurina de Talavera, de su historia y de su plaza.
La plaza de toros La Caprichosa, esa que desde aquella infausta tarde se convirtió en lugar de peregrinación para todos los aficionados taurinos. Símbolo de permanencia en otra época pero inequívoco testigo de la evolución taurina y social de la ciudad toledana.
Fue convertida en lugar habitual de grandes acontecimientos taurinos desde aquella tarde. La gran afición de la comarca talaverana, el amor a las tradiciones más populares o la gestión taurina desarrollada en las décadas posteriores por el empresario Felicísimo Tejedor, permitió que el espíritu de Gallito, el “Rey de los Toreros”, haya permanecido en la historia hasta nuestros días».
Enrique de la Rosa M. es un aficionado taurino.