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Artículo de opinión 27/04/2015junio 8th, 2017

«En la presentación del libro «Toledo, luz y color», el alcalde de la ciudad, Emiliano García Page, habló con entusiasmo de que nuestro casco histórico está vivo, repleto de gente, revitalizado. Y mencionó la teoría de que es tal la belleza, y además iluminado, de nuestro casco, que ya de por sí se vende solo. La gente, los turistas, quieren venir a Toledo porque es el casco mejor iluminado y porque su sola contemplación ya es un aliciente turístico para el viajero. En suma, que como diría el refrán, «el buen paño en el arca se vende». Llegó a decir, incluso, que no era preciso organizar grandes eventos culturales para atraer turistas. Y, por supuesto, en ese panorama idílico, dijo también que los toledanos acuden al casco como lugar de ocio de forma habitual.

Reconozco las dificultades para actuar en los cascos históricos. Pero esa actitud, entendible desde una óptica partidista y de gobernante, no ayuda a resolver los problemas, pues, como dice otro refrán, «no hay peor ciego que el que no quiere ver». Ahora, en plena recta hacia unas elecciones municipales espero y deseo que los distintos candidatos se tomen Toledo en serio, en todos sus aspectos, y sean claros en sus propuestas. De antemano, expreso mi amor por Toledo, donde nací y vivo. Y desde hace cinco años resido además en el corazón de la ciudad, en pleno casco histórico. Es decir, vivo en el casco, recorro el casco, amo el riquísimo patrimonio de nuestro casco histórico, me alegro por la proliferación turística que vive nuestro casco… Pero también conozco las sombras de nuestro casco: el comercio que abandona y deja paso sólo a establecimientos pensando en el turismo, centenares de casas en un estado de abandono lamentable, el problema del modelo de recogida de basuras sin resolver y, sobre todo, la falta de vecinos en el casco.


Si en Toledo vivieron 60.000 habitantes, e incluso según otras fuentes, algunos miles más, el declive continuado del viejo casco histórico le ha llevado a los 10.000 habitantes; y se da la paradoja de que a mayor aumento de la población de la ciudad continúa el descenso de residentes en el casco. Paralelamente a la residencia en los nuevos barrios y en los que después surgirían (Vistahermosa y tantos núcleos residenciales en la zona de la carretera de Ávila, como Valparaiso y La Legua; en la Olivilla y zona de Cigarrales…) muchos toledanos optaron por vivir en las localidades más próximas a Toledo, que ofrecieron viviendas con unos precios infinitamente más accesibles que en la capital.

La despoblación del casco histórico es uno de los mayores dramas de nuestra ciudad. Si en 1940 vivía en el casco el 90% de la población, actualmente de los 83.788 habitantes que recoge el padrón municipal de 1-1-2013, sólo 10.786 residen en el casco histórico (dentro del recinto amurallado), es decir el 12,8% del total de la población. Aunque en los primeros años del siglo XXI parecía que la población del casco no sólo se estabilizaba sino que incluso se incrementó, los últimos años vuelven a ser de descenso.

¿Qué hacer? Es la pregunta del millón. Lo importante es que los toledanos y no toledanos seamos conscientes del problema. Es estupendo traer Farcama al casco, programar grandes exposiciones, cualquier actividad que otorgue vida al casco… Pero hay una cuestión indudable: un casco histórico vivo necesita residentes, familias que vivan y sueñen en el Casco. Ventajas fiscales, ayudas en cuantías no casi simbólicas como ahora se otorgan; facilidades para las actuaciones de rehabilitación y, sobre todo, convicción: animemos a los toledanos a vivir en el casco, con ventajas y con una campaña de comunicación que ayude a los toledanos a enamorarse del casco y querer vivir entre sus calles. Hay ayuntamientos españoles con importantes cascos históricos que incluso estuvieron denegando licencias para edificar en barrios nuevos. No es fácil, pero lo esencial es querer resolver el problema: si queremos y estamos convencidos de que nuestro casco no debe convertirse en un parque temático encontraremos fórmulas, con la ayuda de los expertos. Tal vez, alguno de los candidatos a presidir el ayuntamiento podría entre sus propuestas incluir un eslogan parecido a éste: «Toledano: ¡Ven a vivir al casco histórico!». Pero, claro, si lo hace debe estar dispuesto a poner en marcha algunas medidas que conviertan en realidad ese reto, casi utopía. Pero sin esperanza el casco terminará siendo sólo atractivo para los turistas. Yo al menos no me resigno a ello».

Juan Sánchez Sánchez, Juan Sánchez Sánchez, numerario de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo.

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