A las 20 horas del domingo 3 de septiembre, el aguacero que traía la DANA empezaba a hacer los primeros estragos en calles, parques y todo tipo de instalaciones. Toledo comenzaba a inundarse con un torrente de agua que desbordó por arriba y por abajo, en el casco y en el Polígono. Algunos barrios sufrieron menos, sí, otros más, como el propio Polígono, pero muchas infraestructuras acumulan daños que, días después, aún se están evaluando.
Uno de los puntos clave de la riada fue la sede de Unauto, donde ‘duermen’ los autobuses de Toledo, que se desbordó por completo provocando un destrozo total. «Nunca pensamos que pudiera ocurrir esto aquí, que en una rampa se pudiera acumular tanta agua. La verdad es que ha sido una tragedia«, confiesa Alberto Egido Martínez a los micrófonos de ENCLM, director general de Grupo Ruiz, al que pertenece Unauto. Los daños fueron generalizados y el servicio de autobuses no se ha recuperado, y no lo hará hasta dentro de, al menos, unos días. En estos momentos, el transporte urbano de la capital castellanomanchega funciona al 50%, con los horarios de un domingo y gracias a la ayuda de Madrid, que ha prestado vehículos. Con los horarios de un domingo como el pasado.
Por suerte, solo se han producido daños materiales. En el peor momento de la riada, en la sede de Unauto estaban trabajando tres personas del servicio de limpieza que tuvieron que subir hasta el primer piso para salvar sus vidas, literalmente. La angustia fue grande durante la noche del domingo, porque el agua desbordó hasta tal punto que a las 22 horas «superaba la altura de los autobuses, que es de tres metros». La DANA ha destrozado la sede de Unauto, que está a escasos metros del el arroyo de Ramabujas.
Los autobuses están «llenos de barro»
Egido se sincera ante ENCLM y cuenta que hay 23 autobuses afectados directamente y que «no se sabe si se podrán recuperar». El edificio, la sede de Unauto en Toledo, también está muy afectada, con el barro hasta arriba. «El deterioro es a todos los niveles», resume el director general de la empresa de autobuses, mientras los conductores, que hasta hace unos días estaban con un volante en las manos, ahora lo están con una pala retirando el barro de sus vehículos.
Ahora, dos días después de la catástrofe, les toca sacar todo el barro y los escombros acumulados para ver «qué nivel de deterioro tienen los autobuses», ahonda Egido. «Están llenos de tierra, de barro», dice. Es momento de abrir los capós para ver qué hay en ellos. «Para el Grupo Ruiz es la situación más catastrófica que hemos vivido. Nos alegramos por no haber tenido desgracias humanas y ahora tendremos que recuperar todo esto», reconoce el director general de la compañía.
El lodazal, el barro, se acumula en el suelo y dentro de unos vehículos que hasta hace unos días transportaban a los toledanos de aquí para allá. Es tiempo de limpieza y de evaluar daños. «Nunca pensé que el agua pudiera hacer estos destrozos», sentencia Egido.